Corrupción sobre ruedas
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión
LA HABANA, Cuba - Enero (www.cubanet.org) - La corrupción es un virus
que solamente se erradica cuando se corta de raíz. Ahora mismo puedo
afirmar que transita por las calles y avenidas habaneras sobre cuatro
ruedas. El abono que la nutre son las absurdas prohibiciones que el
régimen cubano acumula sobre los habitantes de la isla, no importa si
son simpatizantes, militantes comunistas, opositores.
Una de las contradicciones peores se constata en la situación del
transporte público de la capital cubana. Un nudo gordiano que hasta
ahora no hay espada que lo corte. Ni ministro que lo enderece.
A pesar de la escasez de vehículos de transporte público, las
autoridades no han derogado la moratoria para conceder permisos de
transportación a los particulares. Los taxis privados cubren apenas la
demanda, y a las ocho de la noche son tan escasos como las guaguas.
Sin embargo, el parque automotor de las empresas y dependencias
oficiales no ha decrecido y goza de buena salud. La decisión
gubernamental de recoger pasajeros en la calle la respetan en parte,
pero la ambición del burócrata azuza su avaricia y los chóferes cobran
el viaje a 10 pesos, tal como lo hacen los taxistas privados que sí
pagan impuestos. No importa que sus clientes sean trabajadores como
ellos. ¡A esa hora se acabó la solidaridad y el compañerismo!
El jueves pasado, a las 8 y 30 de la noche, con el brazo cansado de
hacer señales a cuanto vehiculo pasaba, un minibús de una empresa se
detuvo y el acompañante del chofer anunció que llevaba el destino
conveniente para mí. Abrí la puerta y después contabilicé el dinero que
guardaba en la billetera.
El minibús blanco de seis plazas chapa azul HTM 519 iba en dirección al
Cotorro, y me extrañó que tomara por 10 de octubre. Rápidamente encontré
la respuesta: el chofer y el acompañante, que tomaba decisiones de jefe
y cobraba 10 por persona, estaban haciendo su noche. En el largo asiento
cabían 5 ciudadanos, y durante el trayecto montaron 13, porque los
viajeros sobran en La Habana a esa hora.
Fue el apuro por cobrar de inmediato y la exigencia de que le pagaran 5
pesos más por alcanzar mi destino final lo que me hizo considerar que
aquello no era un favor que yo agradecía dándole los 10. El que parecía
ser el jefe, anunció cuando llegó a La Palma: "Si quieren seguir tienen
que pagarme 5; si no, se bajan". Aceptamos.
Bajarnos allí equivaldría a media hora más para llegar a casa. Y
acabamos todos pagando 5 pesos de más.
Así van las cosas. Jefes y chóferes ganan semanalmente 200, 300 pesos.
Es un negocio redondo que nada ni nadie detiene. La corrupción automotor
florece.
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