Junio 1, 2006
Un fuerte aguacero para reflexionar
Reinaldo Cosano Alén, Lux Info Press
LA HABANA, Cuba - Junio (www.cubanet.org) - El torrencial aguacero de la 
semana pasada dio la medida de los graves problemas acumulados que 
confronta La Habana.
Un reporte oficial informó de siete fallecidos a consecuencia de la 
avalancha de agua, numerosos derrumbes, accidentes de tránsito y 
extensas áreas inundadas en varios municipios capitalinos. Los dos 
túneles del río Almendares precisaron del achique del agua con motobombas.
Las inundaciones dejan secuelas de pérdidas materiales e impotencia. La 
falta de mantenimiento técnico y el envejecimiento de los conductos 
hidráulicos, algunos con más de un siglo de explotación, guarda relación 
directa con las inundaciones de días pasados.
Ahmed Rodríguez, residente en el municipio Habana Vieja, expresó: "Esto 
de las inundaciones es muy frecuente. Para que se tenga idea del nivel 
alcanzado por la inundación en mi barrio, a mí, que mido un metro 
ochenta, el agua me llegaba a la cintura. En las casas se echaron a 
perder colchones, muebles, equipos. La lluvia arrastró inmundicias, que 
se mezclaron con las aguas albañales. En esta zona vivimos más de 10 mil 
personas. Años atrás el agua caída demoraba de cinco a seis horas para 
alcanzar la altura que alcanzó el otro día. Ahora sólo necesitó una hora 
para cubrirlo todo".
El desbalance hídrico lo explica el técnico jubilado Pedro Luis 
Rodríguez, de 69 años, residente en la calle Vives entre Chamorro y 
Figuras: "El 9 de junio de 1972 fue la última vez que el gobierno 
realizó la limpieza de cañerías y registros de desagüe del 
alcantarillado en esta zona. La limpieza se hace con un equipo especial 
para esos fines llamado Winche. Hay que comprarlos en el extranjero. Se 
adquiría en la Unión Soviética. Ahora no se compra en ninguna parte. 
Esas conductores que desaguan en el mar están tupidas hace años porque 
no se limpian".
Ahmed Rodríguez enfatiza: "Los vecinos perjudicados han estado 
denunciando en todas las instancias, especialmente Pedro Luis Rodríguez, 
que conoce de esas labores, el grave problema existente, pero siempre se 
da la misma respuesta: no hay presupuesto ni Winche. Una vez Pedro Luis 
les hizo un detallado análisis técnico, apoyándose en gráficos. Le 
dijeron que no planteara más el asunto y casi lo botaron de la reunión".
Para colmo, por el subsuelo de la calle Arroyo corre un arroyuelo que da 
nombre a la calle. La expansión urbanística lo convirtió en alcantarilla 
natural. Obstruido el libre flujo de albañales por falta de limpieza e 
indisciplina social que provoca el uso de la calle como basurero, el 
arroyo se rebela contra el desatino humano y, tupidas las alcantarillas, 
no admite el acceso pluvial y presiona desde el manto freático 
devolviendo más agua y basuras.
Idéntica situación presenta una extensa zona de Santos Suárez y la 
Víbora, barriadas del municipio Diez de Octubre donde también impactó el 
desbordamiento de las aguas.
Otros muchos riachuelos ocultos surcan el extenso territorio donde se 
asienta La Habana metropolitana, con sus 2 millones 200 mil habitantes.
La Unidad Provincial de Higiene de Ciudad de La Habana es la encargada 
del mantenimiento, sustitución y reparación de los grandes contenedores 
de plástico para la recogida de basura, cuyo costo en el exterior es de 
150 dólares por unidad.
Higiene se queja públicamente del hurto de muchos contenedores para su 
empleo como depósitos de agua, debido a la escasez del vital líquido. 
También ruedas y tapas son robadas. Otros presentan quemaduras y 
rajaduras por maltrato, y al introducir objetos contundentes muy 
pesados, cuando son izados los contenedores se parten.
La ineficiente recogida de basura y escombros es otro de los grandes 
problemas de La Habana. La basura tirada por aquí y por allá forma el 
más feo, maloliente y antihigiénico espectáculo de contenedores y 
microvertederos por doquier, incluso en avenidas y calles muy céntricas 
y transitadas. "Materia prima" que en gran medida va a parar a los 
tragantes.
La falta de poda de árboles del ornato público, o mala poda, es otro 
agravante, particularmente en la temporada ciclónica, que se extiende 
del 1 de junio al 30 de noviembre. Las hojas caídas y la vegetación 
destrozada obstruyen calles y tumban alambres telefónicos y de 
electricidad. Datos oficiales informan que sólo bajo esas líneas crecen 
alrededor de 56 mil árboles, y aunque en diferentes sitios de la ciudad 
se hacen algunas podas y se limpian tragantes en época de ciclones, las 
autoridades reconocen que se puede trabajar con más eficiencia.
Pero por mucha eficiencia que haya, ante el cúmulo de viales destruidos, 
montículos de basura y escombros acumulados, alcantarillados tupidos 
durante décadas, la capital continuará enfrentando serias situaciones de 
peligro cuando los aguaceros se desencadenen.
LUX INFO-PRESS
Agencia Cubana Independiente de Información y Prensa
E-mail: Fsindical@aol.com
http://www.cubanet.org/sindical/news/y06/06010602.html
 
 
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