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Saturday, March 12, 2016

Un problema de costo-beneficio

Un problema de costo-beneficio
HILDEBRANDO CHAVIANO MONTES | La Habana | 12 Mar 2016 - 1:11 pm.

El presente trabajo no va a tratar de economía, aunque el título parezca
decir lo contrario. Esto trata de sentido común político, que también se
rige por ciertas leyes de carácter universal. El Gobierno cubano, en su
tozudez característica, pretende resolver sus diferencias con el
Gobierno norteamericano poniendo en práctica una política de
confrontación que ni China o Irán han considerado aplicar en sus
relaciones con EEUU.

Esas dos potencias, al igual que la mayor parte de las naciones en el
mundo, practican la conciliación con EEUU, no por miedo, sino porque el
discurso contencioso provoca en ciertos círculos de la política de ese
país una reacción hacia la no colaboración.

Cuando un presidente de mano suave como Barack Obama hace todo lo
posible por acercarse a la más prolongada y férrea dictadura de la
historia del Hemisferio Occidental, incluidas de izquierda y derecha,
Raúl Castro se mantiene en sus trece y ante las denuncias
norteamericanas de las flagrantes violaciones de los derechos civiles y
políticos en Cuba, contraataca argumentando en su defensa que en la
mayor isla del Caribe la educación y la salud son gratuitas, lo cual es
mentira, y que en EEUU la policía mata ciudadanos de la raza negra, algo
que también ocurre con los de raza blanca.

Con estas razones sostienen su derecho a no reconocer los Pactos
Internacionales de la Organización de Naciones Unidas sobre Derechos
Civiles, Políticos y Económicos. Para el Gobierno cubano los únicos
derechos humanos reconocibles son los que el Partido Comunista acepte,
sin importar la opinión del resto del mundo civilizado.

En un auditorio conformado supuestamente a su gusto cuando el actual
Consejo de Derechos Humanos sustituyó hace diez años a la comisión
encargada de dichos asuntos, el representante del Gobierno cubano se
queja de parcialidad y de la aplicación de un doble rasero en el
análisis de los derechos humanos.

El Gobierno de EEUU no coarta las investigaciones y denuncias de
cualquier hecho relacionado con violaciones a los derechos humanos en
cualquiera de los 50 estados de la Unión, a pesar de tampoco haber
ratificado los Pactos; la prensa de ese país, las organizaciones no
gubernamentales, los órganos de justicia y cualquier persona con un
teléfono celular, es libre de exponer y denunciar los atropellos a los
derechos ciudadanos. El mundo sabe de eso. En cuanto al derecho a los
servicios de educación y salud pública, EEUU es el país que más recursos
les dedica, aunque sean insuficientes y en cierta medida ineficientes.

Tratar de ampararse en los problemas ajenos, que son evidentes, para
justificar los propios, es una política miope que lejos de ganarle el
respeto y la solidaridad internacional aísla a Cuba del resto de los
países comprometidos a mejorar el cumplimiento de todos los derechos
humanos en el mundo.

Los derechos civiles y políticos de los individuos no excluyen que los
gobiernos se ocupen de la salud y la educación de sus gobernados, por lo
que cuando el Gobierno cubano pretende reconocer solo estos y hacerse de
la vista gorda en lo que respecta a la libertad de expresión, de
asociación y reunión, está discriminando en contra de todo fundamento
jurídico y moral, favoreciendo una visión populista de los derechos
humanos en detrimento del derecho a ser libres.

¿Qué beneficios obtiene el Gobierno cubano al negarse a ratificar y
respetar los pactos antes mencionados? En realidad, con ello únicamente
logran una apariencia de unanimidad y estabilidad social y política, a
la vez que el aislamiento de las voces disidentes. Pero los costos de
este actuar no son poca cosa pese a la opinión que puedan tener al
respecto los dirigentes cubanos.

Si el Gobierno cubano ratifica los Pactos y deja de reprimir a
manifestantes pacíficos, libera a los presos de conciencia que continúan
encarcelados o bajo licencia extrapenal, permite regresar a su país a
los deportados, y suspende las detenciones de corta duración, solo con
estas medidas, republicanos y demócratas en el Senado y Congreso
norteamericanos se pondrían de acuerdo en cuanto a la eliminación del
embargo, y las dilatadas conversaciones con la Unión Europea llegarían a
feliz término sin tanto esfuerzo.

Estas medidas de carácter interno, no provocarán un estallido social ni
la intervención de tropas extranjeras, sino el ambiente propicio para
que los cubanos podamos construir un país sin la coyunda americana de
1901 ni la soviética de 1976, cuando nos fueron impuestas constituciones
con enmiendas o no, al gusto de potencias extranjeras. En este caso, el
costo sería mínimo, a cambio de perder una cuota de su poder absoluto,
Cuba se encaminaría hacia la normalización de las relaciones entre los
gobernantes y el pueblo y los beneficios para el país serían infinitos
en el orden económico, político y social.

Source: Un problema de costo-beneficio | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1457784698_20860.html

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