La imposible reciprocidad
REINALDO ESCOBAR, La Habana | 10/03/2016
El más reciente editorial del diario Granma tiene mucha tela por donde
cortar, pero en este comentario me limitaré a referirme a lo que puede
definirse como una doble interpretación de la legitimidad.
Al final del segundo párrafo del texto se expresa que "esta será la
primera vez que un presidente de Estados Unidos viene a una Cuba dueña
de su soberanía y con una Revolución en el poder, encabezada por su
liderazgo histórico".
El nexo entre la soberanía del país y la prolongada estancia en el poder
del autodenominado liderazgo histórico ya ofrece suficientes
confusiones, pero la contradicción se hace mayor cuando llegamos a las
últimas líneas del párrafo siguiente, donde se dice que el proceso hacia
la normalización "apenas se inicia y (...) ha avanzado sobre el único
terreno posible y justo, el respeto, la igualdad, la reciprocidad y el
reconocimiento de la legitimidad de nuestro Gobierno".
A la hora de discutir los asuntos bilaterales y los viejos problemas
acumulados, habrá que escuchar la voz de quienes tomaron el poder por la
vía armada y lo mantienen a golpe de represión, fundamentándose en el
apotegma de que una revolución es fuente indiscutible de derecho. Sin
embargo, para alcanzar el reconocimiento de legitimidad, se colocan la
máscara de "nuestro Gobierno" unos señores de cuello y corbata (o
impecable guayabera) que deberían haber sido electos en un proceso
democrático y dirigir el país bajo el imperio de la ley.
Esta no es una falla del editorialista producto del descuido o la
pasión, sino la deliberada intención de lograr que la visita del
presidente Barack Obama sea algo más que un pasar la página, algo más
que un "borrón y cuenta nueva". Se pretende convertirla en una
aceptación (¿y, por qué no, un aplauso?) de los hechos que tipifican
como una revolución todo lo ocurrido en Cuba en 56 años, donde no solo
se incluyen "los innegables logros" tantas veces publicitados, sino
también las atrocidades, cuya simple enumeración haría interminable este
texto.
Si las conversaciones fueran con gobernantes elegidos por el pueblo,
personas que no tienen responsabilidad con el pasado, como es el caso de
Obama -según ha reconocido el propio general presidente Raúl Castro-
entonces se podría hablar de reciprocidad y de igualdad en el trato. No
es lo mismo sentarse a hablar con quien no quiere disculparse de sus
yerros que hacerlo con quien no arrastra culpas. No es lo mismo tener
que argumentar: "No tuvimos más remedio que actuar de esa forma" a decir
simplemente: "Yo no fui, yo no había nacido cuando aquello".
El editorial del 9 de marzo merece otras observaciones sobre sus reales
intenciones, pero eso requeriría demasiada paciencia de los lectores.
Source: La imposible reciprocidad -
http://www.14ymedio.com/blogs/desde_aqui/imposible-reciprocidad_7_1959474034.html
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