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Tuesday, September 23, 2014

La indigencia en el problema cubano

La indigencia en el problema cubano
Millones de dólares invertidos en la transición a la democracia en Cuba
no han conseguido arrastrar a millones de cubanos contra el castrismo
Arnaldo M. Fernández, Broward | 23/09/2014 8:57 pm

La iniciativa del desamparado que aparece en la foto —tomada en la
intersección de la carretera U.S. 1 y Kendall Drive— sobrepuja en
racionalidad instrumental a tantas y tantas iniciativas que rebajan la
militancia anticastrista a los ademanes fútiles y desatinados.
El último de grito de esta moda es un "acuerdo de cooperación" entre la
Asamblea de la Resistencia y el imaginario príncipe iraní Reza Pahlavi,
progenie del sha derrocado en 1979. Hace dos años, la misma asamblea
constituyó un "frente unido por la libertad y la democracia" con
rebeldes sirios. En busca de soluciones al problema cubano, las
"iniciativas" llegan a forjar alianzas con banderías de la región más
complicada y peligrosa del mundo, que ni siquiera atinan a resolver sus
propios problemas.
Los fondos
Aquel pobre desamparado recaudó mucho más dinero del que pensaba tirando
a relajo la línea dura ya caduca del anticastrismo. En contraste, los
ademanes anticastristas presuntamente en serio no logran recaudar dinero
suficiente entre cubanos y tienen que sobrevivir con fondos ajenos. El
exilio parece haberse desencantado para siempre con el ingeniero José
Elías de la Torriente pasando cepillo para invadir a Cuba. No en balde
Orlando Bosch puntualizó: "El jugó con las esperanzas, las aspiraciones
y el dinero del pueblo (…) Nadie más levantará una falsa bandera, por
temor a perder su propia vida" (Réplica, 3 de julio de 1974, p. 13).
Bosch se refería a las banderas de guerra. Hoy se levantan por doquier
falsas banderas pacíficas de oposición: paro nacional, plebiscito de una
sola pregunta, llamado urgente, hoja de ruta, tal campaña o proyecto y
hasta más cual partido. Así prosigue aquel juego, pero ya sin temor
alguno a perder la vida, porque la guerra se acabó y el dinero no viene
del pueblo.
Desde luego que todavía hay excepciones. Un empleado del restaurante
Habana Vieja, en Coral Gables, prometió a Antonio Rodiles donar 10
dólares mensuales a la campaña Por Otra Cuba —quizás la única que no
levanta falsa bandera y procede con racionalidad de medio a fin— y, como
buen conocedor del paño cubiche, precisó que nada pedía a cambio.
Sin embargo, el quid radica en que la acción política no debe discurrir
de modo privado y ocasional, con un premio Sajarov por aquí y unas
cuantas becas por acá, sino movilizar a millones personas. La situación
estriba en que millones de dólares invertidos en la transición a la
democracia en Cuba no han conseguido arrastrar a millones de cubanos
contra el castrismo.
Y lo peor es que ahora mismo en el exilio, la coalición de unas 40
organizaciones denominada curiosamente Comité Pro Defensa de la Dignidad
convocó a protesta que acabó congregando "aproximadamente 300 personas"
(El Nuevo Herald) o "unos 500 exiliados" (AméricaTeVe), aunque uno de
los organizadores había soltado ante las cámaras que vendrían "diez mil".
Los medios
El abordaje en Miami algo tan serio como el espionaje castrista dentro
de EEUU ilustra cómo los ademanes anticastristas fútiles y desatinados
incluso caen en la olla de la indigencia por la golosina de una cebolla
mediática.
El mismo día de la mencionada protesta, los titulares del noticiero
vespertino del telecentro de Hialeah Gardens (Canal 41) arrancaron con
que un bloguero había puesto al desnudo a ciertos agentes de la
Dirección de Inteligencia (DI) castrista vinculados al espionaje dentro
del mundo académico estadounidense. Esta "noticia" no debió darse en
dicho espacio, sino reservarse como libreto para algún sketch del
programa que venía a continuación: Happy Hour, conducido por el
comediante Carlucho.
El blog Cuba al descubierto colgó una foto de grupo en la Universidad de
Minnesota con el primer secretario de la Sección de Intereses de Cuba en
Washington, Jesús Diosdado Perz (sic) Calderón, al centro y marcado con
círculo rojo. El texto encima rezaba: "Espía cubano con las manos en la
maza (sic)". Debajo se explicaba que estaba "reclutando agentes". No se
trata de que un bloguero cuelgue lo que le venga en gana, sino de que un
espacio informativo difunda su insensatez y así desinforme. Ningún
oficial de inteligencia recluta en público.
Y lo peor es que la insensatez se arropa hasta con atuendo académico. El
13 de junio de 2010, la Casa Bacardí cobijó la conferencia "Cuba espía
en Estados Unidos". Por esa denominación tan sonsa de algo tan consabido
puede intuirse que pasó allí, pero así y todo resultaron sorprendentes
los retruécanos del ejercicio del periodismo como labores de agentes de
opinión al descubierto, agentes encubiertos y agentes pasivos dentro de
los medios de prensa.
La función por antonomasia del reportero, detallada en el decálogo
profesional (1960) de Phillippe Temporal, se allanó al nivel indigente
de que "cuando un reportero está de alguna manera ligado a un servicio
de seguridad se aprovecha, se apropia de la noticia lo más pronto
posible." Y el declive prosiguió con la caza de agentes fantasmagóricos
en un reportaje sobre la industria petrolera en Cuba y en torno a una
serie sobre Fulgencio Batista.
Coda
El pasado 2 de septiembre, el FBI largó un informe de cinco páginas
sobre el espionaje castrista en la academia estadounidense. La gula
mediática del anticastrismo irracional provocó que el informe se
engullera sin advertir que, simplemente, reciclaba y resumía la
monografía que un desertor de la DI había publicado hace más de una
década: El servicio de inteligencia castrista y la comunidad académica
norteamericana (2002).
Las derivaciones alocadas a partir de este informe sobre lo trillado
agudizan la situación descrita por el teniente coronel (retirado) de la
contrainteligencia militar americana Chris Simmons: la DI "no puede
reclutar a todos los que quisieran espiar [ni] tiene bastantes oficiales
para atender la oferta de voluntarios a favor de Castro en el mercado
del espionaje, [porque] hay muchísima gente ingenua que todavía profesa
amor a la revolución cubana".
Todo parece indicar que hay también muchísima gente que todavía profesa
el cambio en Cuba con papelitos, en vez de con votos, y dan pábulo
noticioso a las cosas más insensatas tan solo porque se enfilan contra
el castrismo. Así, estos servicios de contra inteligencia —insulto al
sentido común— anticastrista complementan a los servicios de
inteligencia castrista y, salvo raras excepciones, la racionalidad de
medio a fin del anticastrismo se arrincona en aquella intersección de
Miami donde un indigente pide dinero para matar a Castro.

Source: La indigencia en el problema cubano - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/la-indigencia-en-el-problema-cubano-320306

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