Miiam Leiva
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Participé el pasado 19 de 
noviembre, invitada por el Sr. Howard L. Berman, presidente del Comité 
de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, 
en una audiencia para opinar sobre el tema "¿Es tiempo para levantar la 
prohibición de viajar a Cuba?". Mi esposo, Oscar Espinosa Chepe y yo 
apoyamos totalmente el levantamiento de la prohibición, a los 
norteamericanos, de visitar Cuba.
Para una cubana a quien se niega el derecho de opinar en su país, ha 
sufrido represalias por no doblegarse a las presiones, y afronta el 
hostigamiento de las autoridades, participar en ese ejercicio 
democrático y de  importancia en la política norteamericana hacia 
nuestro país, fue una gran responsabilidad.  Estoy convencida de que los 
cubanos lograremos también expresar diversidad de criterios con el mayor 
respeto en nuestra máxima institución legislativa en un futuro no 
lejano, cuando reconstruyamos Cuba sin discriminaciones.
Para conocer los acontecimientos en un país y su pueblo, para 
intercambiar ideas y experiencias, para diseminar tradiciones 
democráticas es esencial estar allí.  Los ciudadanos de la mayoría de 
los países consideran viajar algo común, excepto los norteamericanos y 
cubanos, a pesar de estar separados sólo por el Estrecho de Florida. Los 
amplios vínculos forjados por generaciones, que entretejieron nuestra 
historia mediante el comercio, la ciencia, la cultura, la música, los 
deportes, los sueños y las familias, han sufrido mucho durante las 
últimas cinco décadas de alejamiento.
Resulta difícil entender que en los últimos cinco años, los Estados 
Unidos se hayan convertido en el principal suministrador de alimentos a 
Cuba y el quinto socio comercial, pero los norteamericanos no pueden 
caminar nuestras calles ni conversar con nuestro pueblo.  Recientemente 
festejamos el veinte aniversario de la caída del Muro de Berlín.  Hay 
que recordar que la cortina de hierro empezó a abrirse por los millones 
de occidentales que visitaban los países tras ella.  Agradecemos a los 
visionarios políticos que llevaron a cabo la "política hacia el Este", 
que ayudó a crear condiciones para el rápido y pacífico desenlace. Los 
norteamericanos desempeñaron un significativo papel en ello.  Una 
oportunidad similar en relación con Cuba tienen actualmente.
Quienes se oponen en Estados Unidos a la visita de sus ciudadanos aducen 
el impacto financiero del turismo en la economía cubana, con temor a dar 
aliento al régimen totalitario. Pero, sin ninguna duda,  muchos miles de 
norteamericanos visitando Cuba beneficiarían nuestra sociedad, y por 
tanto a nuestro pueblo.  En primer lugar a través del libre flujo de 
ideas, y además, presionando al gobierno a abrir el trabajo por cuenta 
propia para ofrecer productos y servicios, tales como el alquiler de 
habitaciones porque las capacidades en los hoteles serían sobrepasadas. 
  Mejoraría el empobrecido nivel de vida, mucho más crítico hoy que en 
la década de 1990, cuando algunos fueron permitidos. Las autoridades 
cubanas han cerrado toda iniciativa privada para atar al pueblo 
económicamente, como medio de hacerlo dependiente políticamente.
Por supuesto, los norteamericanos gastarían dinero, recaudado por el 
gobierno cubano, tan ineficiente que únicamente podría quedarse con 
pequeñas cantidades; muy poco para cubrir sus grandes necesidades. Es 
incapaz de producir los pocos alimentos que vende a nuestros nacionales, 
por lo que tiene que comprar más del 80,0% en el extranjero.  La mayoría 
en los Estados Unidos.  Actualmente es impresionante encontrar tantos 
productos norteamericanos en nuestras muy mal abastecidas tiendas. 
Ningún otro país puede competir en términos de calidad y proximidad, lo 
cual estimularía el comercio de muchas maneras.  El dinero gastado por 
los norteamericanos retornaría a través de la compra a los agricultores 
y otros comerciantes norteamericanos, a fin de abastecer los hoteles, 
los restaurantes  y las tiendas. Surgirían otras posibilidades de 
intercambios.
Las autoridades cubanas han culpado al embargo norteamericano de los 
grandes problemas económicos existentes en nuestro país, y engañado a la 
opinión pública nacional e internacional, expresando que desean que sea 
eliminado. En realidad, han usado el embargo para justificar todas sus 
arbitrariedades, ineficiencia económica,  mal gobierno y represión. 
Temen perder ese pretexto, tanto como sienten pánico ante la idea de 
perder la excusa para impedir a los norteamericanos entrar. A pesar de 
la propaganda y la manipulación sobre lo que sucede más allá de nuestras 
cerradas fronteras, la mayor parte de los cubanos encuentran vías para 
saber, están ansiosos por escuchar, han perdido la fe en las promesas 
incumplidas, están cansados de las carencias cotidianas, y no avizoran 
un futuro apropiado.
Después de 50 años de estar cerrada al mundo, la sociedad cubana se 
encuentra en  vísperas de cambios.  No es cuestión del natural desgaste 
generacional, sino del agotamiento de un sistema que ha caído en una 
profunda crisis económica, política y social, sin otra solución que los 
cambios profundos. Estos pueden llegar de la estructura de poder, 
consciente de su inevitabilidad, o del pueblo por desesperación y 
compromiso cívico. Pudieran producirse  de forma aterciopelada o 
violenta con gran represión. Nosotros luchamos por el entendimiento 
entre todos los cubanos, por hacer avanzar la democracia de manera 
civilizada y pacífica.  El futuro de Cuba depende de lo que hagamos los 
cubanos hoy.
Sin embargo, estamos convencidos de que menor tensión en las relaciones 
entre Cuba y Estados coadyuvaría a nuestros objetivos. Los 
norteamericanos y los cubanos tenemos que elevarnos hacia el Siglo XXI y 
recomenzar nuestros pasos juntos, respetando los derechos de nuestros 
pueblos, facilitando el camino hacia la democracia, no esperando gestos 
de las autoridades cubanas, sino siendo proactivos.
Cuba: ¿Ahora es el momento? (26 November 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/noviembre09/26_C_5.html
 
 
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