CRONICA DE DOMINGO
Retratos gastados y hojas clínicas
By RAUL RIVERO
Madrid -- En este verano que arde y encandila, a casi seis años de la
primavera negra, los hombres que permanecen en las cárceles donde único
se mantienen intactos y sin cambios es en las fotos repasadas mil veces.
En la memoria de la familia. En el recuerdo de los amigos y compañeros
de viaje de Cuba y el exilio, y en el sobrentendido respeto de los
cubanos que quieren ser libres.
La dictadura cierra hasta el límite la presencia de la familia en las
visitas. Así es que muy pocas personas cercanas los pueden ver. A
quienes tienen acceso a esos encuentros personales --a pesar del cariño
y la proximidad-- les cuesta trabajo aceptar con cierta naturalidad el
deterioro de los prisioneros. Es una devastación personal que produce el
concubinato del tiempo y las condiciones infrahumanas del sistema
penitenciario instalado por los principales inspiradores del socialismo
del siglo XXI.
De modo que los retratos y los recuerdos conservan unos rostros que ya
no son los mismos. Son, deben ser, los trazos sombríos de unos perfiles
de vida y movimiento desviados e irreconocibles. Uno recibe con
resignación las descripciones de la familia íntima que los ha examinado,
pero tiene que refugiarse en las imágenes guardadas para recomponer las
figuras y debe usar también esa reconstrucción como un recurso contra el
pesimismo y el abandono.
Para algunos familiares son sólo una voz. Una voz con minutos contados.
Lo demás, unos informes médicos, partes redactados con el rigor extraño
de ese lenguaje técnico que bautiza con sustantivos incomprensibles la
fiebre y los dolores, la ansiedad y todas las claudicaciones físicas
agudizadas por la falta de alimentos, la ausencia de cuidados médicos,
la suciedad y la indolencia.
Los seres queridos comienzan a ser materia exclusiva de hojas clínicas y
observaciones profesionales. Documentos y comentarios que los allegados
suelen poner bajo sospecha por ambiguas y porque las enfermedades no
ceden y, muchas veces, no evolucionan ni se perciben leves mejorías.
El médico Oscar Elías Biscet, al que encadenaron dos prisiones con un
intervalo de dos meses y ya lleva cerca de una década en los calabozos,
a lo mejor no tiene nada que ver con el joven fotografiado con las manos
esposadas rumbo a un carro de la policía.
Ni con el opositor pacífico al que le pregunté en La Habana, en abril de
1999, ¿qué es la oposición cubana? Y me respondió con serenidad y
confianza: ``La resistencia pacífica no es una propuesta de la CIA, ni
un programa del exilio cubano, y no responde a caprichos ni
empecinamiento de nadie. La resistencia pacífica es un plan de Dios.''
En aquella conversación hablamos también de los riesgos de ir a la
cárcel y de las agresiones que sufren los opositores en Cuba. Tranquilo,
sin elevar nunca la voz, me dijo: No importa cuántos caigan presos o
golpeen por el camino, si llega uno solo de nosotros. Cumplimos, se
produjo la acción y llegó el mensaje.''
Por lo que sabemos de los partes médicos y por los relatos de su esposa
Elsa Morejón, Oscar Elías Biscet --físicamente-- ya no es aquel joven.
Por su manera de enfrentar la prisión, por sus cartas, sus mensajes
políticos y sus artículos sabemos, eso sí, que es el mismo hombre
lúcido, terrenal y lleno de fe.
Con él, recordamos a todos los que empiezan otro verano en las
prisiones. Agotados y enfermos, castigados. Con hambre, acoso y penurias
porque ellos son los que traen el mensaje que mencionó Biscet.
RAUL RIVERO: Retratos gastados y hojas clínicas - Opinión - El Nuevo
Herald (12 July 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/495648.html
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