Militarismo y dictadura
By ALBERTO MILIAN
Ha sido un error destituir a Manuel Zelaya como presidente de Honduras
utilizando un golpe militar. Zelaya había tratado de torcer la
Constitución. Zelaya había tratado de buscar la manera de perpetuarse en
el poder. Zelaya es aliado de los enemigos de la democracia en el
hemisferio. Pero el proceso y la vía legal deben y tienen que ser
respetados en un país democrático.
Fundamentalmente creo en la democracia basada en la voluntad del pueblo.
Por necesidad, la disciplina militar es la antítesis de la libertad
democrática. El militarismo es la preponderancia del modo de pensar de
los militares, cuando ese pensamiento dirige la política de una nación.
A pesar de que fui militar, estimo que los militares son servidores del
estado civil y tienen que someterse al liderazgo electo civil. No me
gustan las dictaduras militares ni que los militares decidan el gobierno
de turno. Encuentro al militarismo y las dictaduras que acompañan a los
gobiernos patrocinados por una camarilla de militares un mal repugnante.
En estos momentos hemos visto a un presidente electo legítimamente ser
removido sin elecciones y sin encausamiento legal. Al contrario, fue
detenido por militares que lo expulsaron del país como a un ilegal
indeseable. Esto es un error en un país que se gobierna por leyes.
Para los que repudiamos a los hermanos Castro, el payaso Chávez y los
Evo Morales del continente, todos los dictadores o aspirantes a dictador
de derecha o de izquierda son aborrecibles. Estudiando los recientes
acontecimientos de América Latina pienso que la tendencia del
continuismo de Chávez o Zelaya es una malversación contra la democracia.
Pero las buenas intenciones de los golpistas no justifican la
destitución de un gobierno escogido por el pueblo en elecciones libres y
democráticas.
Es lamentable y más que un poco insultante que la OEA, la ONU y otros
organismos internacionales no hayan alzado la voz para condenar el
atropello incesante de la libertad en Cuba, Venezuela u Honduras cuando
estos países están bajo dictaduras o control de la izquierda. Pero esta
hipocresía despreciable tampoco justifica un golpe militar.
Discrepo de los golpistas con razones sensatas y justificadas por la
historia. No cabe duda de que Zelaya estaba tratando de perpetuarse en
el poder. Ya había desafiado la Constitución, a la Corte Suprema y los
conceptos fundamentales de la democracia representativa. El error
fundamental de sus opositores fue darle un golpe de Estado. El carácter
del proceso sí cuenta. La manera correcta, legal y civilizada es
utilizar el mecanismo de los procedimientos constitucionales para
encausar, juzgar y, si las pruebas lo justifican, destituir al presidente.
Esto es importante por el legado odioso del militarismo en nuestra
América. ¿Cuáles son las buenas dictaduras? Fulgencio Batista destituyó
a un presidente mediocre en 1952 y le abrió las puertas al déspota Fidel
Castro. La dictadura castrista lleva cincuenta años en el poder. Sin
Batista no tuviéramos a Castro. Esta maldición que sufre el pueblo
cubano se ha repetido innumerables veces en este hemisferio: con
Rodríguez de Francia y Stroessner en Paraguay, con Porfirio Díaz en
México, con Somoza en Nicaragua, con Trujillo en República Dominicana,
con Perón en Argentina, con Velasco en Perú, con Pinochet en Chile, etc.
Algunos de izquierda, otros de derecha, pero todos catastróficos para
sus pueblos.
Es cierto que supuestamente los militares en Honduras no han nombrado a
un militar jefe de estado en su país. Pero tampoco lo hizo Batista en
1933, ni lo hizo Fidel Castro en 1959. Esperaron su momento para
arrebatar el poder.
Permitir a los militares dictaminar el gobierno de turno es anular el
derecho del pueblo a decidir su destino. A la vez establece un
precedente peligroso: la democracia pendiente del próximo militar o
aspirante a caudillo que decrete en secreto que el mandatario de turno
no merece el derecho a gobernar.
El militarismo es un trágico legado de los conquistadores españoles y ha
sido una desgracia y una carga enorme para América Latina, donde notamos
la presencia agobiante del militarismo perpetuo: presupuestos militares
obscenos, represión, abuso de derechos civiles e interminables dictaduras.
El militarismo es el juguete de los prepotentes enanos militares: miren
a Castro con su verde olivo y a Chávez disfrazado de conquistador. La
manera correcta de quitar a un mandatario electo es por el proceso digno
de la ley.
Abogado criminalista y ex oficial de inteligencia del ejército de EEUU.
ALBERTO MILIAN: Militarismo y dictadura - Opinión - El Nuevo Herald (10
July 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/494174.html
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