Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Parodiando un popular 
reggaetón, Félix López, periodista del periódico Granma, publicó un 
artículo titulado ¡Quítame esta 'sal' de encima!, en el que se refiere a 
la pérdida de valores y la corrupción que aquejan a la sociedad cubana.
Comienza poniendo ejemplos de actos de corrupción cometidos por taxistas 
y burócratas quienes, a cambio de dinero, aceleran procesos 
administrativos, o mecánicos estatales de refrigeración que demoran los 
arreglos si no hay alguna gratificación.
El proceso de degradación social, a la que el periodista llama "sal", 
como símbolo de mala suerte, tiene razones muy explicables en el fracaso 
de un sistema que creó enormes esperanzas, pero ha derivado en una total 
frustración.
Al mismo tiempo que de los mercados han desaparecido los artículos 
tradicionales cubanos, y la mayoría de los niños no conocen muchas de 
las sabrosas frutas tropicales, y hasta el guarapo y la raspadura son 
casi imposibles de encontrar, las buenas costumbres y la honestidad han 
sido sustituidas por la indisciplina social y laboral, la doble moral  y 
la ausencia de valores.
Quien diga que la Cuba de antes de 1959 era un paraíso terrenal proclama 
una falsedad.  En los 50 años posteriores a la fundación de la república 
(1902), si bien hubo políticos honestos que defendieron los intereses 
del pueblo, algunas administraciones se caracterizaron por la 
corrupción. Sin embargo, en el seno de la sociedad civil y  el pueblo 
florecieron valores espirituales y el amor a la Patria, que posibilitó, 
entre otras cosas, la rebelión contra las dictaduras de Gerardo Machado 
y Fulgencio Batista.
Quienes tenemos algunos años recordamos un lema muy popular entonces: 
"Pobres, pero honrados".  Modo de ver la vida que propició que los 
políticos que proclamaron la decencia y la lucha contra la corrupción, 
se convirtieran en adalides, por la importancia que esas ideas tenían 
para un pueblo, que aunque en mejores condiciones que de la región, no 
escapaba de las estrecheces.
Los que somos del interior del país, y los que nacieron en La Habana, 
recordamos que los repartideros dejaban los alimentos básicos en las 
puertas de las casas y nadie se los llevaba.
Por ello sería conveniente que el articulista de Granma y los cubanos 
nos preguntáramos qué ha pasado en la conciencia de una parte del 
pueblo, y buscáramos las causas de este proceso de degradación, en el 
cual se incluye el deterioro de la identidad nacional y la ausencia de 
decoro.
Más allá de los daños ocasionados a la economía, la sociedad y el medio 
ambiente durante cincuenta años, los perjuicios causados a los valores 
espirituales son mucho más peligrosos y será muy difícil corregirlos en 
el futuro.
Las respuestas pueden encontrarse en los efectos nocivos de  un sistema 
fracasado, que por la obstinación de sus dirigentes no se permite ningún 
cambio, por temor a perder el poder absoluto.
Un régimen que ha mantenido la mentira de una propiedad social 
inexistente; y que únicamente ha traído consigo niveles de ineficiencia 
y descontrol increíbles; incluido el hecho de que la mayoría de las 
empresas mantienen contabilidades  no confiables, dentro del marco de 
una gestión que tiene que enfrentarse a la dualidad monetaria, que 
origina que el salario sea pagado por el Estado en una moneda carente 
de valor en la mayoría de sus tiendas.
Elemento de desorden que contribuye adicionalmente al desvió de recursos 
y la especulación. La situación del pueblo no radica en que alguien haya 
arrojado "sal" o algún maleficio, sino en los efectos de un régimen que 
ha llevado Cuba al desastre.
Cuba: La sal gubernamental (27 July 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/julio09/27_C_5.html
 
 
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