Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) - Un amigo que vive en el
extranjero sugirió ante un grupo de patriotas de distintas tendencias,
elegir a uno de ellos para promover la agenda democrática.
Agradeciendo la propuesta, excelente e ideal, pero inversamente
proporcional a la coherencia, veamos un par de asuntos. No es
comprensible que a las fuerzas prodemocráticas cubanas se les pida
unidad como punto para su reconocimiento internacional, mientras los
presidentes de la región, el canciller de España y un comisario europeo
vienen y abrazan a la dictadura.
La transición a la democracia en la mayoría de los países se produjo por
la intención manifiesta de sus políticas internas, pero también por la
influencia de las fuerzas políticas externas. El derrumbe del socialismo
en Europa se relaciona directamente con el desmoronamiento de la Unión
Soviética.
Lo mismo sucedió en España, donde las potencias rivales Washington y
Moscú coincidieron en atravesar el descenso suave a la democracia,
rechazando la Revolución de los Claveles de Portugal (1974), dada a los
extremos.
Las transiciones democráticas latinoamericanas se vieron presionadas por
los gobiernos de Reagan y Bush (padre), en los casos específicos de
Granada (1983), Panamá (1989) y Margaret Thatcher, cuando se
desprestigió definitivamente a la dictadura argentina, tras la guerra de
las Malvinas (1982).
Respecto a Cuba, no vale la pena argumentar la posición internacional.
Los ejemplos de la posición de la OEA, el Grupo de Rio y la Unión
Europea, muestran lo que se puede esperar de la aversión a la
construcción democrática insular.
Luego de esta somera visión, es patético pedir que una sola persona
represente al mosaico de los modernizadores cubanos, en el escenario
internacional. Seria pedir a Felipe González, Santiago Carrillo o Manuel
Fraga en la España de 1975, o en el Chile de 1988, que Gladys Marín,
Ricardo Lagos y Eduardo Frei hicieran un frente común. O que en la
Suráfrica de 1990, el ANC de Nelson Mandela se juntara con los Zulú
Inkhata de Mangoshotu Bouthelezi.
¿Por qué pedírselo a los cubanos entonces?
De todas maneras, como puedo estar equivocado y esa unidad puede darse
para el bien de mi país, mi propuesta pasa por tres nombres: Elizardo
Sánchez, Dagoberto Valdés y Jorge García (Antúnez). El primero uno de
los políticos más avezados y carismáticos, fundador del movimiento
defensa de los derechos humanos. El segundo, un cubano con gran
capacidad de trabajo para armonizar proyectos cívicos, culturales y de
gran base social. El tercero y el más joven, tiene valor y capacidad de
resistencia a toda prueba. Sus diecisiete años de presidio político le
dan su mayor fortaleza y a su vez debilidad. De esos tres, mi candidato
es Dagoberto Valdés.
Cuba: El candidato (13 July 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/julio09/13_C_5.html
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