DANILO ARBILLA: Democracia ¿sin prensa y sin justicia?
By DANILO ARBILLA
Cada vez se afianza más por la región la idea que para que un gobierno
sea democrático basta con que el titular del poder ejecutivo sea electo.
No importa si no hay libertad de prensa, si no se respeta la separación
de poderes, si se proscribe a los principales dirigentes de la
oposición, si se utilizan los dineros públicos para comprar votos,
dirigentes y prensa...
Como ha dicho el secretario general de la OEA, el inefable José Miguel
Insulza, son todos gobiernos democráticos con presidentes electos. ¿Es
lo mismo Torrijos y quien surja de las elecciones de este domingo en
Panamá que Daniel Ortega? ¿Lula o Calderón que Chávez? ¿Bachelet o Uribe
que Evo Morales? ¿Alan García que Correa? ¿Tabaré Vázquez que Néstor y
Cristina Kirchner? Parece que la Carta Democrática cobija a todos. ¿Y
cómo hará el secretario para encajar en la carta y en la organización a
los Castro? ¿Cómo hará para vender a Raúl como presidente electo y a
Cuba como democrática?
Hace unos días el ex dictador Alberto Fujimori fue condenado a 25 años
de cárcel, por dos secuestros y dos matanzas. Fujimori llegó a la
presidencia a través de comicios libres. Después dio un autogolpe,
modificó la constitución y, acomodadas las cosas, fue ''electo'' dos
veces más. Con algunas diferencias de los mecanismos y vías utilizadas,
cosas muy parecidas, no menos ilegítimas, han pasado con los presidentes
electos Ortega, Chávez, Correa, y en ese camino va Morales.
Durante la dictadura de Fujimori y su escudero, Vladimiro Montesinos,
hubo una doble constante: se avasalló la libertad de prensa y la
justicia fue sometida. El régimen persiguió a periodistas y la prensa
independiente, expropió medios, compró diarios (pagó hasta 18 mil
dólares por titular de primera plana) y programas y emisoras de TV y
radio. En cuanto a la justicia, el 78% de los jueces eran
''provisorios'' y los que pretendían ser independientes perdían el
cargo; los dictámenes fiscales y las sentencias judiciales que
''importaban'', previamente debían ser revisadas y aprobadas y, si era
preciso, redactadas por el SIN (Servicio de Información Nacional) que
comandaba Montesinos. Jueces y fiscales eran utilizados para expropiar o
intervenir medios, presionar y hostilizar a periodistas e investigar a
opositores. Se investigaba la ''corrupción'' de los otros, de los no
allegados, de los que no se sometían; jamás a los amigos y menos a los
miembros del gobierno, y cuando algún juez o fiscal lo hacía le costaba
la cabeza, como le pasó al magistrado que falló en contra de Fujimori en
su juicio de divorcio.
Y para encontrar los parecidos no hay que hurgar mucho. Lo que pasa en
la Venezuela de Chávez es un elocuente ejemplo. Como en el Perú de
Fujimori y de Montesinos, a la TV que molesta mucho se la cierra o
expropia, se persigue a la prensa y a periodistas independientes, se
hacen reformas constitucionales a gusto y se utiliza a jueces y fiscales
para que cumplan el triste papel de perseguir e incriminar a empresarios
y políticos independientes que se enfrentan al régimen (el caso Rosales
es el más reciente). La propia Conferencia Episcopal en su última
declaración (numeral 7) denuncia la ''creciente arbitrariedad en la
administración de justicia, en la que no se trata a las personas desde
su condición de ciudadanos, iguales ante la ley, sino por su adhesión
ideológica o militancia política''. Es inaceptable, dicen los obispos
venezolanos, ``que se apliquen medidas diferentes según el grupo al que
se pertenezca, que se difame y condene a las personas antes de ser
juzgadas, que se sentencie basados en argumentos que no tienen relación
directa con las acusaciones y se condene sin pruebas fehacientes...''
Fujimori no fue condenado por sus atropellos contra la prensa y contra
la justicia. Sin embargo, si la prensa y los periodistas independientes
no hubieran sido tan perseguidos y limitados, y los jueces tan sometidos
, seguramente no habría habido tantos secuestros ni tantas matanzas. Sin
dudas no se habría torturado ni matado ni robado tanto.
Parecería que la falta de libertad de prensa y de una justicia
independiente no se asocian a la violación de los derechos humanos. Es
más, parecería que no son requisitos para legitimar y asegurar la
democracia. Basta con que el presidente sea electo. ¿Como Stroessner,
como Trujillo, como Somoza? Porque ellos también hacían sus elecciones y
el contexto no era tan diferente al que se da ahora en varios lados,
aunque en estos casos se reconocen y se festejan como ``presidentes
democráticos''.
DANILO ARBILLA: Democracia ¿sin prensa y sin justicia? - Opinión - El
Nuevo Herald (3 May 2009)
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