Resumen de las observaciones hechas en la mesa redonda
Con un discurso del Presidente Lech Walesa *
LA TRANSICION POLACA: LECCIONES PARA CUBA
Mesa redonda
Salón Olga y Carlos Saladrigas
Casa Bacardí
Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos
Universidad de Miami
Coral Gables
Florida
E.U.
* Discurso de Lech Walesa
Bank United Center de la Universidad de Miami
Coral Gables
Florida
E.U.
Lunes 13 de febrero de 2006
Cortesía de:
Cuba Transition Project
La Nueva Cuba
Junio 7, 2006
Comentarios iniciales
Adolfo Franco
Deseo agradecer a la Presidenta de la Universidad de Miami, Donna
Shalala, y al Profesor Jaime Suchlicki, Director del Instituto de
Estudios Cubanos y Cubano-Americanos por haberme invitado a participar
en este interesante seminario sobre la transición polaca y sus lecciones
para Cuba, y a asistir esta noche al discurso pronunciado por el
distinguido polaco galardonado con el Premio Nobel y activista de
derechos humanos, Lech Walesa.
Siempre es un gusto para mí regresar a la Universidad de Miami y a Casa
Bacardí, pero las actividades de hoy son muy especiales, porque nos dan
esperanza a todos nosotros y al pueblo cubano.
Recuerdo el momento en el que la televisión norteamericana nos trajo las
imágenes de Lech Walesa subiéndose a la cerca para reunirse con sus
compañeros trabajadores en los astilleros de Danzig en Polonia,
encendiendo el fuego de libertad que el movimiento polaco Solidaridad
trajo a Polonia y a Europa oriental, al resto del bloque soviético y a
todas las gentes que sufrían bajo la tiranía comunista.
El pueblo polaco mostró al mundo el camino más certero para alcanzar la
libertad. Los polacos mostraron de qué manera la acción civil pacífica,
valiente y no violenta puede derrotar a los más crueles sistemas
totalitarios que el mundo ha conocido.
El ejemplo polaco vive todavía hoy en nosotros, después del colapso de
la Unión Soviética y el retorno de la democracia a Polonia, Alemania
oriental, Hungría, Checoeslovaquia, Lituania, Estonia, Rumanía,
Bulgaria, Yugoeslavia, Rusia y Ucrania.
El ejemplo polaco sigue siendo una brillante luz para los pueblos
todavía oprimidos de China, Vietnam, Corea del Norte, Irán y, sí, por
encima de todo, el pueblo de Cuba.
Lech Walesa ha hablado recientemente mediante una teleconferencia con
muchos de los activistas de derechos humanos en Cuba. Los animó a
prepararse para el colapso del régimen comunista. Les pronosticó que la
población cubana pronto se liberaría del miedo y el desánimo, incluso de
la desesperación, y que deberían estar preparados para asumir la tarea
de reconstruir pacíficamente las instituciones democráticas, con pleno
respeto a los derechos humanos, y para sentar las bases de una economía
justa y próspera.
El Presidente Bush ha pedido a la Secretaria de Estado norteamericana,
Condoleezza Rice, reunir nuevamente a la Comisión Presidencial para la
Ayuda a una Cuba Libre, para asegurar que el gobierno norteamericano
esté plenamente preparado para ofrecer ayuda a un gobierno de transición
post-Castro en Cuba.
La USAID, Agencia que represento -la Agencia de Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional- es un participante activo en los trabajos de
la Comisión, y yo puedo prometerles hoy que estaremos listos para
responder, en coordinación con el Departamento de Estado y el resto del
gobierno de Estados Unidos, el sector privado norteamericano y la
comunidad internacional, si un gobierno cubano de transición nos pide
asistencia humanitaria y ayuda para la planificación e implementación de
elecciones multipartidistas libres y justas.
Estaremos preparados, si se nos solicita, para ayudar en la redacción de
una nueva constitución cubana, en el establecimiento de un poder
judicial independiente, en la elaboración de leyes que protejan la
libertad de prensa, la propiedad privada, la libertad de expresión y
todos los elementos de una sociedad libre.
Estaremos preparados para ayudar a la reconstrucción de los sistemas de
educación, salud, agua y sanidad de Cuba, y para colaborar en la
construcción de una base sólida para el libre mercado, el crecimiento
económico guiado por el sector privado, y el empleo.
Señoras y señores, el pueblo polaco le ha dado al pueblo cubano y a
todos nosotros una esperanza para el futuro. Han demostrado lo que es
posible hacer bajo las condiciones más severas y desanimantes.
Mientras transmitimos la experiencia polaca al pueblo cubano, Dios
mediante el pueblo cubano cobrará ánimo, se solidarizará con su propio
movimiento de derechos humanos, y apresurará el final del régimen
comunista en Cuba.
Introducción
Jaime Suchlicki
Hemos visto el creciente papel del ejército en la sociedad cubana, el
control que los militares ejercen sobre la economía, el creciente poder
de Raúl Castro en la dirección de Cuba. De modo que, en vez de estar
disponiéndose a una transición, Cuba se encuentra en la modalidad de la
sucesión. Más aún, Fidel Castro se ha dedicado en los últimos dos años a
llevar a cabo en Cuba una revolución cultural parecida a la Revolución
Cultural a la que Mao sometió a China antes de su desaparición:
eliminando la oposición, volviendo a enfatizar los valores
marxista-leninistas, subrayando nuevamente el antinorteamericanismo y
tratando de dejar una tabula rasa, una tablilla limpia, para que su
hermano y los militares continúen gobernando a Cuba indefinidamente en
el futuro.
Estamos preocupados por esta tendencia, y tuvimos aquí un ejercicio para
destacar la posibilidad de que este escenario sea el más probable en el
futuro de Cuba, más que el escenario de una transición total, un colapso
total o un cambio total. No vemos en Cuba lo que vimos en Polonia: un
movimiento laboral fuerte. No vemos una Iglesia sólida, con una
influencia fuerte. No vemos a unos Estados Unidos decididos a
transformar la sociedad cubana. No vemos a un gobierno norteamericano
realmente interesado, como el gobierno de los Estados Unidos en la
década de los ochenta, [que estaba] realmente interesado en el cambio. Y
no vemos a un gobierno en Cuba dispuesto al compromiso, dispuesto a
cambiar, dispuesto a sentarse con los disidentes y la oposición.
De modo que a pesar de la valentía con la que algunos cubanos se han
enfrentado a la represión del régimen y han sido encarcelados por ese
régimen, vemos a los cubanos aguardando el día que Fidel Castro muera,
con la esperanza de que se dé entonces una transición en Cuba., Yo estoy
personalmente preocupado de que estamos listos para un fracaso y una
decepción, porque la fuerza de las instituciones cubanas, la fuerza del
ejército, y las medidas que Fidel Castro ha venido tomando desde hace un
año o año y medio pueden impedir el colapso del sistema y pueden
conseguir, al menos por algún tiempo, y no sabemos cuánto, garantizar la
continuidad de la estructura existente y de la presente dictadura en Cuba.
Polonia brinda ideas significativas, sugerencias significativas, y hemos
pedido a dos de nuestros distinguidos panelistas que dirijan su mirada a
la era previa al colapso, para ver después lo que Polonia enfrentó
después del colapso del comunismo. De modo que, en primer lugar, daré el
micrófono a Janusz Bugajski, quien ha estudiado el colapso del comunismo
y las razones por las cuales las cosas ocurrieron en Polonia de la
manera que lo hicieron. Después de escuchar sus observaciones, oiremos
los comentarios del Dr. Marek Chodakiewicz y de Antonio Jorge.
Finalmente, abriremos el micrófono a los comentarios y preguntas del
público.
Discusión de la mesa redonda
Janusz Bugajski
El sismo político que conmovió a Europa centro-oriental en 1989 marcó
tanto el final del estado comunista monopartidista como el comienzo de
una transformación comprehensiva de la estructura política y económica
de la región, así como de su posición estratégica. El catalizador de
esta transformación regional fue la propia Polonia, en la que ya en 1980
se habían desarrollado los ingredientes fundamentales para lo que yo
denominaré “demolución” (revolución democrática). Al evaluar los
catalizadores para esta “demolución” es importante examinar tanto el
nivel macro como el nivel micro: los factores externos y los factores
internos.
Factores externos
El régimen soviético se derrumbó en Europa oriental en 1989-1990 porque
los principios de unificación que existían en el sistema comunista
internacional habían expirado. Tal como dijera en una ocasión el
ex-Presidente de Lituania, Vitautas Landsbergis, no se trató tanto de
que Moscú diera inicio a un descongelamiento en la región, sino del
hecho de que “por fin el refrigerador se rompió”. Moscú se negó a
aceptar que Rusia había perdido la Guerra Fría y que le quedaban pocas
opciones fuera de evacuar sus fuerzas militares y permitir a los estados
satélites que restauraran su independencia. Según voceros soviéticos, el
Secretario General Mikhail Gorbachev “liberó” la región para animar la
cooperación política con Occidente. Sin embargo, tal política no se
implementó porque ocurriera una conversión instantánea al
anti-imperialismo o al gobierno democrático, sino porque un frío cálculo
puso de manifiesto que las cargas del imperio se habían vuelto demasiado
onerosas. Moscú no podía ya imponer su voluntad por la fuerza, porque
hacerlo resultaba cada vez más costoso y podía llevar a un derrumbe
soviético.
Otras causas concurrieron para la súbita desintegración del bloque
soviético. El comunismo soviético, tanto como ideología como en cuanto a
sistema de gobierno, estaba políticamente difunto y económicamente
exhausto. El “estancamiento” soviético no comenzó con Gorbachev, sino
que su comienzo puede rastrearse a los años de Brezhnev, de los 70 en
adelante. El poder global de Moscú era un espejismo que no podía
sostenerse sin un considerable crecimiento económico, que el sistema era
incapaz de generar. El liderazgo Gorbachev se dio cuenta de la necesidad
de reformas radicales para evitar un colapso económico y una posible
revolución social. Sin embargo, el líder soviético estaba convencido de
que podría salvar tanto la esencia del sistema como a la propia U.R.S.S.
mediante la restructuración económica. Se demostró abiertamente que
estaba equivocado, gracias a las aspiraciones y a la determinación de
ciudadanos y demócratas polacos y de otros países de Europa central.
Factores internos
La “demolución” de Polonia se desarrolló dentro de un ambiente en el que
la amenaza de intervención militar exterior era cada vez menor. Tuvo
origen en un amplio involucramiento público, y fue dirigido por actores
políticos que buscaban una transición suave del monismo al pluralismo.
Bajo muchos aspectos, fue la primera “revolución negociada”, cuyos
líderes se aprovecharon del profundo descontento social para presionar y
conseguir nuevos arreglos políticos, y a la vez evitaron arrestos
masivos o purgas de parte de los regímenes que iban de salida, y
proporcionaron un importante ejemplo para el resto de la región.
Un examen de la transición sistémica no debería hacer énfasis solo en
las condiciones “objetivas”, sean sociales o económicas, dejando de lado
o minusvalorando aquellos elementos políticos más inmediatos y altamente
pertinentes. Enfocarse simplemente en la crisis económicas en las
sociedades ”realmente socialistas” como si fuera el determinante
primordial del colapso del régimen comunista puede conducir a error. Las
economías centralizadas de Europa oriental habían estado “en crisis”
desde hacía varios años, a causa de la baja productividad de la
industria, el alto consumo de energía, la constante escasez de los
bienes de consumo y la ausencia de competitividad en los mercados
mundiales. Los líderes comunistas se las arreglaron para aislar al
público trabajador de los efectos plenos del fallo económico, y lo
hicieron bien sea pidiendo préstamos a Occidente, conservando la red
comercial COMECON para los productos domésticos de baja calidad,
aumentando la provisión de moneda, o tolerando y animando la expansión
del mercado negro para satisfacer la demanda pública. Muy posiblemente,
una crisis de gran envergadura podría haberse evitado por varios años más.
Al considerar la gama completa de catalizadores para la “demolución”, se
observan varios factores políticos y psicológicos que juegan un papel
relevante:
En primer lugar, los elementos para construir una estructura política y
social pluralista ya existían en Polonia durante los años ochenta. Estos
elementos incluían al Movimiento Solidaridad, que se había convertido en
un movimiento nacional de resistencia al comunismo, aunque obligado a
operar clandestinamente a partir de la imposición de la ley marcial; la
Iglesia Católica, que había proporcionado continuamente un refugio para
la autonomía social, cultural, intelectual y organizativa; un sector
agrícola privado, autónomo en su mayor parte; líderes críticos,
intelectuales y laborales, que se negaban a aceptar el monopolio
comunista y se dedicaron a crear métodos nuevos de lucha pacífica para
conseguir movilizar a la población.
En segundo lugar, una evidente pérdida de confianza en el régimen tuvo
lugar a finales de los años ochenta, en relación a la posibilidad de que
el status quo político pudiera ser conservado durante mucho tiempo más,
o la posibilidad de que el uso de la fuerza y la represión fuera capaz
de prolongar efectivamente el régimen comunista sin resultar en daños
para el gobierno. Al estimar los costos y beneficios, los líderes
comunistas clave de Polonia no estaban convencidos de que una represión
violenta recibiría el apoyo de Moscú, ni de que fuera a ser eficazmente
implementada por los jefes locales del ejército y la policía, ni que
esta represión fuera capaz de asegurar una tranquilidad social
prolongada. Después de todo, los efectos de la ley marcial para
paralizar la oposición social habían demostrado ser poco duraderos y no
habían conseguido estimular ningún tipo de recuperación económica ni de
reforma política aceptable.
En tercer lugar, las disputas y conflictos dentro del partido comunista
y el liderazgo gubernamental en relación a las políticas adecuadas para
enfrentar las presiones sociales y políticas eran evidentes. Las
diferencias eran notorias entre los partidarios de línea dura que
abogaban por la represión, y los reformadores que calculaban que llegar
a algunos compromisos con los líderes de la oposición era esencial para
preservar la estabilidad social y mejorar las perspectivas económicas
del país. La vacilación y la contemporización del gobierno, a su vez,
animaron a los activistas opositores a hacer presión para obtener
concesiones mayores. Una vez que se inició el diálogo entre el régimen y
los disidentes locales, se alejaron las perspectivas de una represión
violenta. Además, algunos sectores de la élite gobernante, fueran
personalidades profesionales, activistas locales, partidos satélite o
líderes juveniles, o bien declararon su neutralidad y consiguieron apoyo
del liderazgo del partido comunista, o apoyaron activamente la oposición
democrática, ya que habían concluido que un cambio revolucionario era
inevitable y era muy poco probable que se diera un regreso a la ortodoxia.
En cuarto lugar, en lo que las autoridades comunistas se mostraban
débiles y vacilantes, y mientras escalaba la ola de protestas públicas,
tuvo lugar una clara disminución de la conformidad social. Sectores cada
vez más amplios de la intelligentsia y residentes de las zonas urbanas
hicieron caso omiso de las políticas gubernamentales, y el “contrato
social” pasivo, mediante el cual se eliminaba el activismo independiente
a cambio de obtener la seguridad material, fue considerado como letra
muerta. En quinto lugar, las estrategias de los líderes de la oposición
demostraron ser muy eficaces para evitar la violencia y para establecer,
paso a paso, compromisos con las autoridades. La oferta de negociar una
transformación gradual del sistema político, y el rechazo de la retórica
violenta o vengativa, animó a los funcionarios partidarios de la reforma
a acceder, para poder salvar algunas de sus posiciones, ganar un mínimo
de legitimidad, y conservar cierta influencia política para sus
políticas liberales. Su abandono del comunismo monopólico a su vez
provocó cismas y grietas dentro de la élite gobernante, y contribuyó a
acelerar el proceso revolucionario. Las contra-élites disidentes, por su
parte, también fueron capaces de organizar un virtual liderazgo
alternativo y de movilizar a activistas con credibilidad y muy
respetados, dispuestos a ocupar los puestos gubernamentales vacíos. Este
estímulo, tanto para la estabilidad como para el cambio, contribuyó a
promover una serena y pacífica transición fuera del régimen comunista.
Si se tuviera que elaborar una comparación entre la transición
revolucionaria del monismo al pluralismo en Polonia y en Europa
oriental, habría que explorar cuidadosamente una serie de factores
comunes a cada país, y algunos peculiares a algunos de ellos. Se pueden
evitar las generalizaciones si se toma debida cuenta de las condiciones
económicas y las percepciones populares de las circunstancias materiales
relativas; el grado y la naturaleza de oposición política y de actividad
cívica autónoma; y la presencia de facciones al interior de los círculos
de gobierno en cuanto a sus planteamientos sobre la reforma política y
económica. La interacción de diversas fuerzas políticas debe ser
examinada también: desde el comienzo del diálogo entre el régimen y la
oposición; a través de los compromisos políticos iniciales; hasta la
remodelación de instituciones gubernamentales claves. En cada etapa, el
progreso de la democratización dependía de negociaciones exitosas y de
compromisos viables capaces de pacificar a la opinión pública y de
satisfacer las demandas de los disidentes, sin provocar la reacción de
la élite en retirada.
La ruptura del comunismo fue a la vez un acontecimiento revolucionario,
y parte de una transición de largo alcance. Efectivamente, sería difícil
demarcar en qué momento se completó la revolución o cuándo concluyó la
transición. Los acontecimientos fueron “revolucionarios” debido a la
naturaleza arrasadora de los cambios, que llevaron consigo una total
transformación de las instituciones políticas y económicas
fundamentales, y por el carácter repentino y la rapidez del colapso
comunista. A la vez, tuvieron carácter de “transición” en cuanto que los
sucesos revolucionarios fueron parte de un proceso de transformación
entre dos sistemas políticos y económicos claramente diferenciados. Sin
embargo, la transición no fue fácil de delimitar, ya que llevó consigo
dos procesos simultáneos: el derrumbamiento de estructuras existentes y
el surgimiento de otras nuevas. En algunos casos, instituciones tales
como parlamentos y gobiernos pudieron ser revividos y fueron capaces de
recibir una sustancia democrática. En otros casos, fue necesario
establecer nuevas instituciones, tales como partidos políticos o
sindicatos autónomos, como instrumentos de pluralismo.
Al evaluar el progreso y el completarse de la transformación política,
sería útil examinar los ingredientes vitales del proceso de transición:
la rendición del poder por parte del antiguo régimen en varios niveles
políticos y administrativos; la reestructuración o reconstrucción de
instituciones clave; la democratización del proceso participativo; y la
expansión y consolidación del pluralismo político. La transición al
pluralismo no podía ser totalmente prevista de antemano; el proceso tuvo
que improvisarse, y estuvo marcado por soluciones de compromiso, demoras
y renovados surgimientos de actividad. También afectó con intensidad
variable a las distintas instituciones políticas, ya que los actores
políticos intentaron beneficiarse de las reformas, fuera impulsándolas
hacia adelante, o bien intentando demorar el proceso. Las discusiones
giraron en torno a la rapidez de la transformación, la preservación de
coaliciones amplias que desbancaron al régimen comunista, y la división
de poderes y de responsabilidades entre los distintos cuerpos de gobierno.
Es difícil determinar en qué momento un antiguo sistema comunista se ha
convertido en una democracia estable y duradera. Mucho depende de la
regularización de los rasgos formales del régimen democrático,
incluyendo la celebración periódica de elecciones “libres y justas”,
generales y locales, la competencia abierta entre partidos políticos
rivales, y la democratización y despolitización de las instituciones
gubernamentales y públicas. No obstante, debe prestarse también atención
al alcance de la participación social, el grado de transparencia, y la
aprobación exitosa de legislación relevante.
La desintegración del régimen comunista consistió en una combinación de
concesiones hechas por la élite, presiones ejercidas por la oposición, y
un amplio apoyo público al cambio. En las etapas iniciales, el proceso
revolucionario fue impulsado sobre todo por grupos disidentes ubicados
fuera de los partidos en el poder, quienes mediante presión y persuasión
forjaron alianzas provisionales con elementos comunistas reformistas,
para conseguir la celebración de elecciones libres multipartidistas.
Estas revoluciones en gran parte pacíficas trajeron como consecuencia
una serie de reformas democratizadoras y liberadoras a lo largo de la
mayor parte de Europa oriental.
Las reformas más relevantes incluyeron el fin del monopolio político de
partido único, respeto por las libertades civiles y los derechos
humanos, cambios constitucionales fundamentales, una creciente apertura
en los medios de comunicación y la puesta en marcha de una reforma
judicial. Se llevaron a cabo elecciones competitivas a intervalos
regulares, e incluso a veces con gran frecuencia; los parlamentos y los
gobiernos se convirtieron en órganos realmente capaces de tomar
decisiones, y el pluralismo político y organizativo comenzó a florecer
en todas partes.
Las primeras elecciones generales celebradas a lo largo de Europa
central y oriental tuvieron más bien el carácter de plebiscito para
romper legítimamente la permanencia comunista en el poder. Fueron
ganadas por frentes nacionales de base amplia, o coaliciones
anticomunistas formadas por pequeños partidos o movimientos grandes. Sus
ideologías y programas con frecuencia no estaban claramente delineados
y, como ocurrió con Solidaridad en Polonia, invariablemente se
fracturaron al poco tiempo de asumir el poder. Estas coaliciones y sus
miembros estaban mal organizados para conseguir una duración, una
cohesión y una competencia programática sostenida. Se basaban
principalmente en un único punto: sacar a los comunistas del poder. Las
elecciones subsiguientes y la desintegración de los amplios movimientos
de oposición contribuyeron a cristalizar las formaciones políticas más
significativas, y ayudaron a crear un sistema político genuinamente
pluralista.
Marek Chodakiewicz
Como era de esperar, los postulados de tales grupos fueron completamente
ignorados en 1989, cuando Polonia fue ganando gradualmente espacio para
maniobrar en los asuntos internos e internacionales. Sin embargo, la
nación ha dado pasos enormes desde entonces. La democracia opera tanto
en el nivel nacional como el nivel de las bases. La ley ha sido
liberalizada, y también lo han sido los mecanismos para exigir su
cumplimiento. La prensa es libre. Existen élites pluralistas en los
campos político, social, cultural y económico. Se han multiplicado las
oportunidades educativas, con el surgimiento de numerosas escuelas
privadas a lo largo del país, y los contactos con el mundo libre han
continuado sin impedimento. Ha sido reformada la economía; los comercios
están llenos; la inflación se mantiene en un mínimo; los inversionistas
extranjeros miran a Polonia favorablemente. Las fronteras de Polonia,
miembro de la OTAN y de la UE, parecen estar seguras.
Ante este panorama, entonces, podría parecer que no hay motivo de queja.
Sin embargo, existen elementos negativos en la transformación de Polonia.
Participación democrática
En primer lugar, la participación democrática está disminuyendo- sólo
alrededor de la mitad del electorado acude a votar. Esta tendencia puede
rastrearse a la primavera de 1989, cuando los comunistas y sus
colaboradores izquierdistas en Solidaridad concluyeron un acuerdo para
compartir el poder, el denominado Acuerdo de la Mesa Redonda, en el que
cualquiera, fuera de ellos mismos, quedaba excluído de la escena
política legítima. En consecuencia, en junio de1989 los comunistas y los
izquierdistas de Solidaridad hicieron creer a la gente que estaban
participando en una elección libre. De hecho, fue una elección sumamente
injusta, en la que solamente el 35% de todos los escaños parlamentarios
estaba en juego. El Acuerdo de la Mesa Redonda prácticamente aseguró que
estos escaños fueran a parar a manos de los colaboradores izquierdistas.
El resto de escaños le fueron garantizados a los comunistas y a sus
títeres en el llamado “Partido Campesino Unido” y “Partido Democrático”.
El parlamento, así “elegido” , se apresuró a nombrar al dictador
comunista de Polonia de aquel momento, el General Wojciech Jaruzelski,
como Presidente de la nación.
Como las elecciones aparentes no consiguieron resolver los problemas
sociales, políticos y económicos de Polonia, y difuminaron la línea
entre las víctimas y los victimarios, la gente se ha mantenido cada vez
más alejada de las urnas. En consecuencia, el electorado disfruta
participando en el juego de “sacar a los sinvergüenzas”, haciendo
regresar a los antiguos comunistas al poder cada cuatro años, y
sacándolos fuera cuatro años después. Sencillamente, el acuerdo de 1989
creó un sistema permanentemente desestabilizado, en el que las mayorías
parlamentarias son prácticamente imposibles de alcanzar para los
anti-comunistas. Una vez más, solo un proceso de des-comunización
hubiera podido evitar ésto.
Las leyes y los mecanismos de exigir su cumplimiento
En segundo lugar, la liberalización de las leyes y de los mecanismos
para reforzar su cumplimiento ha traído como resultado una virtual
parálisis del poder judicial y de la policía de Polonia. En su mayoría,
los jueces comunistas no sufrieron purgas. Aunque muchas veces
estuvieron involucrados en transgresiones e incluso en crímenes del
sistema anterior, ahora se han apresurado a establecer sus credenciales
“liberales” y “democráticas” mediante la tolerancia a criminales, el
irrespeto a los derechos de las víctimas y, ocasionalmente, participando
en graves actos de corrupción así como de confraternización con la mafia.
Aunque los corazones de los jueces post-comunistas sangraron sobre
muchos criminales comunes, en particular un compañero del partido
cleptócrata, se abstuvieron de aplicar esta tierna sensibilidad a las
víctimas del comunismo. Durante años, miembros de la policía secreta
culpables de asesinato y tortura no fueron castigados. Se burlaban
públicamente de sus víctimas y del sistema democrático de Polonia.
Incluso demandaron a los académicos por difamación.
Los medios noticiosos televisivos del estado fueron sometidos a censura,
por ejemplo para excluir las imágenes de las viudas llorosas en la
masacre de la mina de carbón “Wujek”, realizada por la policía
antimotines comunista en 1981, cuando los culpables fueron repetidas
veces declarados inocentes. Incluso hubo problemas con la rehabilitación
de los héroes del movimiento clandestino anti-Nazi, que también luchó
contra los comunistas y fueron asesinados judicialmente por ellos. Las
víctimas señalaron con frecuencia que existían no solo conexiones
ideológicas sino también lazos de parentesco entre los jueces que
llevaban los casos en los años 1990 y sus antecesores de la policía
secreta, responsables de falsas acusaciones y prisión, tortura y
asesinato de los independentistas en los años 1940 y 1950.
Esto explica en parte por qué la policía, solo parcialmente purgada, se
ha mostrado lamentablemente abierta a la laxitud y la corrupción. En el
mejor de los casos, hasta hace poco tiempo, gran parte de la fuerza de
policía daba la impresión de estar en “una huelga a la italiana”, no
interfiriendo con quienes quebrantaban la ley. Algunos policías se han
unido activamente al bajo mundo del crimen, donde se dice que muchos
ex-miembros de la antigua policía secreta comunista desarrollan sus
actividades.
En consecuencia, la percepción popular es que los comunistas están
todavía a cargo de la policía y del poder judicial. Esta situación se
vio fuertemente reforzada por el hecho de que la élite izquierdista de
Solidaridad y los comunistas simplemente modificaron la Constitución
dada por Stalin en 1952 (modificada en 1976) y anunciaron que podía ser
apta para la Polonia libre. De esta forma ignoraron completamente los
requisitos legales de una nación moderna, y la sensibilidad de las
víctimas del comunismo. Se suponía que esta sería una medida
provisional, para cubrir un vacío antes de que se aprobara una
“verdadera” constitución. El Parlamento posterior al dominio comunista
tardó cinco años en votar la actual Constitución ( 2 de abril de 1997).
Su principal propósito fue el de salvaguardar el sistema desbalanceado
que había sido establecido en 1989. De hecho, la Constitución en su
forma original tenía tantos fallos que gran parte de la misma es
incompatible con los requerimientos de la UE, y ha tenido que ser
sometida a un proceso de ajuste, que todavía no ha concluido.
Por supuesto, existía otra posible solución. Sólo habría sido necesario
restablecer nuevamente la Constitución de abril de 1935. Habría sido un
símbolo de gran significado, subrayando la continuidad de la libertad
desde la Polonia de antes de la guerra, hasta la actual. Con su fuerte
autoridad, enmendada para acomodarse a tiempos más democráticos, la
Constitución de abril habría ayudado al advenimiento de una era de
estabilidad, en medio de un sistema político temperamental.
Habría sido también prudente restaurar algunas de las leyes polacas
vigentes antes de la guerra, incluyendo, por ejemplo, la ley bancaria,
que contenía una cláusula contra la flotación de cheques, un vacío legal
que ha sido convenientemente empleado por los cleptócratas ex-comunistas
y otras fuerzas nefastas para saquear el tesoro nacional. Naturalmente,
incluso las mejores leyes fallan si hay pocos en la élite que creen en
ellas. Esto no habría ocurrido con una completa des-comunización.
Economía
En tercer lugar, la recuperación económica de Polonia no ha sido una
historia de éxitos uniformes. Inicialmente, el colapso de la burocracia
estatal y la laxitud en el cobro de impuestos crearon inadvertidamente
condiciones propicias para el crecimiento y florecimiento de los
servicios del pequeño y mediano sector privado en particular. Sin
embargo, pronto las regulaciones gubernamentales y la excesiva carga
impositiva cortaron el esfuerzo orgánico de las bases para la
automovilización económica. Muchas empresas quebraron; muchas
descendieron al turbio mundo de las economías grises y negras.
Es más, el desempleo ha permanecido bastante estable, en un 18%, por más
de una década. El desempleo se distribuye en forma dispareja por
regiones, y algunas áreas reportan que más de un 30% de la población
está desempleada. El desempleo oculto pasa en su mayor parte
inadvertido. Una tasa de desempleo tan increíblemente alta sugiere
fuertemente que se trata de un problema estructural, y no relacionado
con los ciclos del mercado. Lo anterior puede en gran parte rastrearse
hasta el hecho de que las reformas económicas de Polonia fueron
diseñadas por ex-comunistas, marxistas y partidarios de un gobierno
global. En lugar del equipo del Cato Institute, los “gurus” que llegaron
a Polonia fueron expertos extranjeros tales como Jeffrey Sachs, de
Harvard, quien nunca ocultó su inclinación hacia el estado proveedor
socialista de Suecia. En modo alguno era éste un paradigma para ser
aplicado a Polonia, en medio de sus esfuerzos para desvincularse de los
tentáculos del primo más malévolo de Suecia: el estado proveedor
estalinista. En otras palabras, el mercado libre de Polonia sufre a
causa de demasiadas soluciones marxistas, en particular el estatismo.
Más aún, el hecho de que la dominante ala izquierda de Solidaridad y los
antiguos líderes comunistas se hayan puesto de acuerdo en aceptar esta
tremendamente injusta e ineficaz “solución” económica de desempleo
estructural, lleva a pensar con razón que gran parte de la élite polaca
ha pasado por encima del bienestar de la población. Lo anterior excluye
a los conservadores y a los populistas, la mayoría de los cuales son,
desgraciadamente, bastante estatistas. Una des-comunización habría hecho
disminuir esta tendencia.
Medios
En cuarto lugar, y de nuevo a resultas del Acuerdo de la Mesa Redonda,
hasta hace bastante poco tiempo los medios de comunicación eran el
dominio casi exclusivo de los post-comunistas, ex-comunistas,
izquierdistas y liberales. El monopolio fue roto gracias a la aparición
de un periódico populista, una estación de radio y una de televisión por
cable católicos, dirigidos por los Padres Redentoristas. Los recién
llegados son estridentes porque tienen la declarada misión de destruir
el consenso de las élites de 1989. Aparte de lo anterior, el internet ha
creado una esfera de libertad que el Acuerdo de la Mesa Redonda no podía
prever. Tanto en la red informática, como en los medios de comunicación
integristas católicos, el libre mercado ha asestado un golpe a los
excomunistas y a sus seguidores. Simplemente, las audiencias votaron a
favor del pluralismo informativo. Si hubiera existido una
des-comunización desde el principio, el cambio de los medios se habría
nivelado y se habría eliminado la necesidad de estridencias populistas.
La Elite
En quinto lugar, en lo que se refiere a la élite, es cierto que es
pluralista. Sin embargo, es un pluralismo sesgado, construído a partir
de los hechos de 1989 mencionados anteriormente, para beneficiar a los
ex-comunistas y sus aliados izquierdistas. Simplemente, casi cualquiera
que se declare en oposición a sus soluciones y reclamos es excluído de
la corriente general y reducido a la penuria. No había ningún terreno de
juego limpio en ningún área, menos todavía en las finanzas. Los
comunistas y sus colaboradores se apoderaron de los bancos y de las
empresas industriales en una orgía de desfalcos probablemente inferior
sólo a la revolución cleptocrática rusa de los 1990.
Y, lo que es más importante, en Polonia no tuvo lugar la restitución de
la propiedad. En su lugar, se dio la “privatización”. Los principales
beneficiarios de lo anterior fueron los ex-comunistas y sus aliados.
Muchas de las propiedades privatizadas de esta manera habían pertenecido
a la antigua élite de antes de la II Guerra mundial, dentro y fuera del
país, que tiende a ser conservadora. La antigua élite tuvo que dedicarse
a litigar sus derechos indudables en tribunales post-comunistas, donde
la mayoría de los jueces han sido menos que partidarios de la idea de
que las víctimas de las expropiaciones nazis y comunistas deben ser
justamente compensadas.
Si no hay restitución de la propiedad, no existe una élite adinerada que
se incline hacia la tradición y el conservadurismo. Y también a causa de
lo anterior, aunque no solo por ésto, hasta hace poco tiempo las fuerzas
conservadoras permanecieron marginadas en los medios. Una de las razones
fue que el esquema de distribución de los medios de 1989 favorece a
comunistas e izquierdistas. Más aún, el populismo vociferante no atrae a
muchos conservadores, y de este modo, algunos han elegido permanecer
dentro del círculo mágico de publicaciones académicas de baja
circulación y baja distribución, la mayoría de ellas de aparición
irregular, cuando no efímeras. Sin acceso a los medios ni a las
finanzas, los conservadores con frecuencia no logran ganar las mentes de
la intelligentsia, que se inclina hacia el liberalismo proporcionado por
ex-comunistas, exdisidentes del comunismo y otros izquierdistas. Así,
los conservadores parecen ser incapaces de agrandar su base mucho más
allá del nacionalismo católico, que queda entre una versión más bien
pragmática y una integradora.
El atractivo de los conservadores está también limitado en el frente del
libre mercado. Y Occidente prefiere negociar con los que tienen el
poder: los ex-comunistas y sus colaboradores. Incluso cuando ingresó al
país capital extranjero, se inclinó por contratar para sus puestos más
elevados a gente bien conectada en el sistema; por lo tanto, de nuevo, a
los post-comunistas y sus aliados encubiertos o descubiertos. Sin
embargo, muchos profesionales jóvenes, talentosos y con educación
encontraron los muy deseados empleos en compañías extranjeras. Por la
alta tasa de desempleo, sin embargo, los jóvenes tienden a conformarse,
más que a rebelarse. Una vez más, los jóvenes no tuvieron posibilidad de
crear el sistema, incluyendo el ambiente laboral global, sino que más
bien tuvieron que acomodarse a él. De modo que se acomodaron, sin lograr
identificarse plenamente con el sistema. Una descomunización habría
incluído un sentido de participación y creación de un sistema nuevo.
Educación
En sexto lugar, el aumento de oportunidades educativas no se tradujo en
una mejora de la calidad de la educación. Lo anterior se refleja en la
mala calidad de la instrucción, los débiles controles sobre la
producción intelectual de profesores y estudiantes, y en la corrupción
general. El hacer trampa y plagiar el trabajo de otros son situaciones
muy frecuentes, y existen también muchos casos de soborno: dar dinero
para obtener calificaciones altas, e incluso diplomas universitarios. No
hay todavía plena libertad de investigación. Algunos archivos todavía se
mantienen fuera del alcance de los investigadores independientes; las
denominadas “leyes de privacidad” elaboradas por los comunistas protegen
a toda suerte de maleantes, incluyendo a asesinos de la policía secreta
comunista. Todo esto no se había revelado hasta hace poco tiempo. Y casi
invariablemente, la vieja guardia académica ha estado involucrada en los
escándalos. Después de todo, no hubo purgas en las universidades de
Polonia. Los profesores que fueron comunistas se han disfrazado ahora de
liberales, y despachan su marxismo envuelto en ropaje liberal. Más aún,
la vieja guardia académica se ha clonado y ha seguido otorgando las
plazas a mediocres. Después de todo, los salarios universitarios son
relativamente bajos y los graduados más brillantes continúan hacia el
mercado laboral, donde hay mayor libertad y más dinero. Lo mismo puede
decirse de todos los centros académicos, incluso de los nuevos, y de
todos y cada uno de los departamentos de las Universidades polacas. Una
vez más, una des-comunización habría hecho frente a una gran parte de
problemas en el campo de la educación.
Seguridad
En séptimo lugar, en lo que se refiere a la seguridad de Polonia, las
cosas no son tan florecientes como parecen. Aquí también los antiguos
comunistas se opusieron fuertemente a la entrada de Polonia a la OTAN.
Más tarde, pragmáticamente siguieron la corriente, y Polonia fue
admitida. Sin embargo, hasta hace poco tiempo, los postcomunistas
dormían placidamente porque la mayoría de los oficiales de alto rango
habían sido entrenados por los soviéticos, y habían sido miembros del
partido comunista. Los oficiales jóvenes habían recibiedo entrenamiento
en Occidente, incluyendo los Estados Unidos, y vieron con frecuencia que
sus carreras eran marginadas, si no decididamente liquidadas. De la
misma manera, los servicios secretos, tanto civiles como militares, son
en gran parte depósitos de dinosaurios post-comunistas entrenados por la
KGB. Sus actividades nefastas e ilegales, que incluyen mantener
contactos con la ex-KGB y sus sucesores, dedicarse al contrabando de
armas, y manipular la economía, han sido bien documentados. En
particular, el sector de energía polaco se ve afectado por su pesada
mano, unida en un afectuoso abrazo con los políticos post-comunistas
dentro del país, y las fuerzas post-soviéticas en el exterior. Las
propuestas para nombrar al General Stanislaw Maczek, el más antiguo de
los comandantes supervivientes de las Fuerzas Armadas Polacas en el
exilio, por razones simbólicas, para realzar la discontinuidad entre la
Polonia totalitaria y una nueva Polonia, fueron despachadas con risas
cínicas. (De la misma manera, el esfuerzo para alistar a otros expertos,
incluyendo diplomáticos de antes y durante la guerra, fue recibido con
burlas, a pesar de su obvia utilidad para el estado). Más aún, existen
incontables agentes, sobre todo antiguos agentes de la policía secreta
comunista en los medios de comunicación, en la Iglesia, en la academia,
en el parlamento y otras instituciones estatales. Hasta ahora han usado
sus púlpitos, invocando frecuentemente la caridad cristiana, y asumiendo
siempre los elevados e imparciales tonos de una sublime moralidad, para
predicar contra el despido de los agentes y la descomunización de la
nación. Sin embargo, sólo a través de la des-comunización se aliviaría
el problema de falta de seguridad en Polonia.
Por último, aunque también es importante, lo que Polonia necesita es un
rejuvenecimiento moral. Es curioso que en la patria del pasado Papa, el
relativismo moral es el arma que ha funcionado mejor para beneficiar a
los comunistas y a sus aliados. La ambigüedad del Acuerdo de la
primavera de 1989, la corrupta sacralidad de la “elección” parlamentaria
de junio de 1989, y el enorme éxito financiero de los comunistas y sus
colaboradores es un pecado que clama al cielo. Dios intervendrá, sin
duda. Sin embargo, una concienzuda des-comunización, dentro de los
límites de la ley, está haciendo falta desde hace mucho tiempo en Polonia.
Continuidad o discontinuidad
Para resumir, cuando Polonia recobró su independencia después de 1989,
el nuevo estado era, en su mayor parte, una continuación legal de la
antigua “República popular”. Después, los antiguos comunistas reforzaron
su control en los bancos, los medios y las grandes industrias,
privatizándolas en una orgía cleptocrática de adquisiciones. Más aún, un
vínculo nefasto se estableció entre la nueva clase “capitalista” y la
policía secreta comunista, algunos de cuyos miembros continuaron
operando en los servicios secretos de la Polonia democrática, mientras
que otros se vincularon al mundo de los negocios o a la mafia. Por
último, aunque no en importancia, los comunistas pronto se reagruparon,
se vistieron de “democrátas sociales” y se convirtieron en uno de los
partidos políticos más importantes en el Parlamento, eligiendo una
mayoría y un presidente cada cuatro años. Sus fondos inicialmente
provenían de la KGB, pero pronto los cleptócratas locales empezaron a
cooperar generosamente para ayudar a sus antiguos camaradas. De este
modo, aunque con los labios decían defender la democracia y la libertad,
los antiguos beneficiarios de la dictadura comunista han permanecido en
el poder en todo menos en el nombre. Han sido los verdaderos ganadores
en el proceso de transformación. A resultas del Acuerdo de 1989, el
sentido elemental de rectitud y justicia está ausente del sistema
político, social, cultural y económico de Polonia.
Evolución o contrarrevolución
Este lamentable estado de cosas tiene mucho que ver con la manera
evolucionista de restaurar la libertad en Polonia. En particular,
refleja el arreglo para compartir el poder que los comunistas negociaron
con disidentes izquierdistas en la primavera de 1989. Y no debería haber
sido así. Negociar con los comunistas, sí. Pero sacrificar el más
sagrado principio de democracia, elecciones libres e independientes, en
el altar de la eficacia ha funcionado mal para Polonia. Después de todo,
los tiranos no tienen el derecho de disfrutar los beneficios de la
libertad después de mantener a la nación bajo el terror durante medio
siglo. La libertad no debe ser solo un disfraz para su continuada
ascensión en el mundo de la política y de la economía.
Ningún acuerdo con los comunistas debía haberse mantenido tan
religiosamente como ha ocurrido con el Acuerdo de la Mesa Redonda. En
primer lugar, en la tradición occidental, ningún contrato establecido
bajo presión es válido, y los comunistas eran el partido que tenía el
monopolio del poder y del terror. En segundo lugar, el partido comunista
de auto-disolvió en el invierno de 1990, y sus amos soviéticos, en el
otoño de 1991. Por lo tanto, ningún contrato puede permanecer en
vigencia si una de las partes del acuerdo deja de existir.
Sin embargo, los colaboradores izquierdistas se adhirieron a la letra
del Acuerdo de la Mesa Redonda mucho después que se hubiera convertido
en letra muerta. ¿Por qué? Porque, a pesar de sus declaraciones
democráticas, los colaboradores izquierdistas encontraron conveniente
mantener el sistema. De este modo se pudieron enriquecer y afincar su
propia posición en la política del momento. Es más, para evitar la
subida de la Derecha, era necesario mantener fuertes a los comunistas, y
hacer coaliciones formales e informales con ellos.
Occidente contempla
Este fraude colosal no podría haberse perpetrado sin la colaboración
activa de Occidente. En particular, el Departamento de Estado de los
Estados Unidos y la Embajada de los Estados Unidos en Varsovia jugaron
papeles lamentables en este acuerdo. Los norteamericanos apoyaron
fuertemente el trato entre los comunistas y sus colaboradores
izquierdistas, y garantizaron su perpetuación. El resultado en el corto
plazo fue una aparente abdicación del poder por los satélites del
Kremlin en Varsovia. El resultado a largo plazo fue el
reatrincheramiento de los antiguos comunistas en el poder político y
económico.
Para expresarlos en términos simbólicos que un norteamericano común
pueda entender: ¿cuántos se alegrarían si el General Augusto Pinochet
fuera nombrado de nuevo como Jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, por
el gobierno izquierdista que esté en el poder? ¿Por qué permanecer como
espectadores, o más aún, por qué aplaudir, como lo ha hecho más de un
intelectual de Occidente, por ejemplo Timothty Garton Ash, quien
recientemente ha alabado la farsa electoral de 1989, como “elecciones
semi-libres”? ¿Condonarían Garton Ash y sus secuaces un trato similar
con los nazis? ¿O, por ejemplo, entre los demócratas y los republicanos
en Estados Unidos? En cualquier caso, los comunistas ahora pueden
disfrutar de igual protección bajo la ley, que es de lo que privaron a
sus víctimas durante cincuenta años.
Una democracia falsa
Lo cierto es que el trato se llevó a cabo, y su fantasma está todavía
amenazando a Polonia diecisiete años después. Esta es la razón por la
cual la nación ha invertido una parte tan considerable de su energía en
recobrar su pasado y penetrar en los archivos comunistas, en particular
en los depósitos de la policía secreta.
Lo anterior no equivale a afirmar que no debía haber existido ninguna
negociación con los comunistas. Si uno estaba pendiente de lo que sin
intención dejaba caer Gorbachev, era obvio que algo se tramaba. Sin
embargo, suscribir cualquier acuerdo era dar la ventaja a los
comunistas. Y Jaruzelski y sus camaradas no tenían en mente ningunas
soluciones democráticas. Lo que querían, por el contrario, era jugar el
juego de la misma manera que se había hecho entre 1944 y 1947.
En aquellos momentos, los comunistas y sus aliados se unieron a el
sector colaboracionista del campo independiente, en su mayoría
izquierdistas y liberales, para constituir un falso gobierno de
coalición. Sostuvieron elecciones falsas. Después, gradualmente, una vez
exterminados los luchadores de la libertad en los bosques y en el
terreno político clandestino, se volvieron contra los izquierdistas
no-comunistas y liberales, los cuales fueron pronto aplastados en lo que
fue un clásico ejemplo de las despreciables “tácticas de salami”. La
colectivización, los arrestos en masa, los campos de trabajo, las
cárceles y la pacificación del área rural vinieron a continuación. Lo
anterior se unió con la acostumbrada represión marxista en los medios y
en la academia. Al menos hasta 1949, la mayoría de expertos occidentales
fueron engañados, pensando que “las democracias populares” de Stalin
eran sustancialmente mejores en términos de libertad que la que habían
tenido esos países antes de la Segunda Guerra Mundial.
Este fue precisamente el paradigma que los comunistas intentaron recrear
en 1989. Se mantuvieron bien atrincherados en la policía secreta y el
ejército, así como en la infraestructura financiera e industrial del
estado. Falsificaron las elecciones de junio de 1989. Solo la implosión
de la Unión Soviética evitó que Jaruzelski y su equipo asumieran plenos
poderes sin el disfraz de liberales.
Una lección para Cuba
¿Cómo se traduce todo esto en la desastrosa situación cubana? Es obvio
que un arreglo negociado sería favorecedor. Sin embargo, la libertad no
viene sin un precio. Ahora que la amenaza nuclear ha quedado fuera de
escena, una invasión militar llevada a cabo por los exilados sería
factible, aunque no probable. Otra opción es una revolución dentro de la
propia Cuba. Puede ser violenta y, si tuviera éxito, quedarían muy pocos
comunistas con los que negociar. Puede también ser no violenta, lo cual
por supuesto es preferible.
Sea cual sea la manera en la que Cuba recobre su libertad, necesita de
la experiencia de los exilados. Han pasado sus vidas en un país libre,
están más preparados intelectualmente para comprender ciertos procesos
generales de desarrollo y reconstrucción que los cubanos que han tenido
la desgracia de pasar toda su vida bajo el totalitarismo. Los exilados
también tendrán que ayudar a preparar una constitución democrática para
la isla. Tendrán que redactar leyes, incluyendo la ley crucial sobre la
descomunización, que representa simbólica y prácticamente el final de la
violencia totalitaria. Tendrán que proporcionar el soporte financiero y
los conocimientos necesarios para que la economía cubana pueda volver a
funcionar. Los empresarios tendrán que controlar la natural tendencia de
las corporaciones a contratar altos ejecutivos entre quienes tienen
lazos con el pasado.
Los ex-comunistas no deben tener absolutamente ningún poder en la
política, la cultura o la economía. A lo más, los ex-comunistas pueden
ser usados como expertos técnicos. Debe haber un serio esfuerzo para
emplear a los verdaderos disidentes (a los que hay que examinar, para
determinar si colaboraron con la policía secreta comunista), aunque sea
dándoles puestos simbólicos. Los cubanos de la isla deben sentir que la
nueva Cuba es suya, y no un trasplante extranjero, incluso si los
“extranjeros” son cubanos de Miami. Conviene recordar que herir el
orgullo es fácil.
Más aún, las entidades caritativas privadas y eclesiales deben ser
apoyadas y animadas a construir la sociedad civil. Otras iniciativas de
base beneficiosas deben apoyarse en la educación, los deportes y el
bienestar social.
Debe mantenerse la ley. Los culpables, en particular los policías
secretos comunistas, deben ser llevados rápidamente ante la justicia.
Las universidades deben ser purgadas, y debe prohibirse a los marxistas
e izquierdistas extranjeros que impongan más totalitarismo en Cuba,
disfrazado de liberalismo. Los exilados cubanos deben asegurarse de
administrar los recursos del gobierno federal de los Estados Unidos lo
más posible, excepto en lo referido a las reformas del ejército y de los
servicios secretos. De otro modo, el involucramiento del gobierno
federal norteamericano equivaldrá a que Cuba sea secuestrada por la
“corrección política”, particularmente la del Departamento de Estado. No
obstante, deben aceptarse becas y préstamos federales para que los
estudiantes cubanos estudien en el exterior. Por otra parte, las
fundaciones del exilio cubano y las principales familias deben suscribir
becas para tal propósito, y deben darlas a los mejores estudiantes de
Cuba. También, las fundaciones privadas deberán seleccionar académicos
con una trayectoria claramente favorable a la lucha de Cuba por su
libertad, y deben costear su permanencia docente en las universidades
cubanas.
Realmente hay mucho que hacer. Cuando llegue la libertad, que no ocurra
que los cubanos y sus amigos estén desprevenidos. !Viva Cuba libre!
Antonio Jorge
Haré algunos comentarios sobre las presentaciones del señor Bugajski y
el Profesor Chodakiewicz. Para comenzar, en relación al primer orador,
fue obviamente una presentación muy interesante. Nos dio suficientes
razones para explicar, en términos de factores externos e internos,
macro y micro, por qué lo que ocurrió tenía que ocurrir. En un cierto
sentido, fue una visión retrospectiva de la historia. En otro sentido,
fue una casi hegeliana visión, en su explicación exhaustiva de los
factores, que explican lo que realmente ocurrió. Por lo tanto, fue muy
interesante desde el punto de vista intelectual.
También hizo énfasis en el carácter de único del proceso polaco, y
pienso que esta irrepetibilidad fue subrayada aún más por el documental
que vimos, y por los sucesos históricos que ocurrieron en el caso de
Polonia y cómo, poco a poco, fueron desembocando en el resultado final
ocurrido a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa.
Concluyó con una pregunta inquietante, una pregunta extremadamente
interesante sobre Cuba: de qué forma ocurrirá la transición y cuáles
serán las características del proceso. Nos deja esa pregunta para
meditar sobre ella. Yo trataré de referirme a ella muy brevemente, ya
que el Profesor Suchlicki ha expresado sus propias ideas sobre el tema.
A continuación escuchamos la presentación del Profesor Chodakiewicz, a
mi modo de ver mucho más normativa y cargada de juicios valorativos. En
otras palabras, claramente tiene una postura propia, y declara con mucha
fuerza cuál es su postura y cuáles son sus juicios de valor. Esta es una
cuestión normativa, es una cuestión subjetiva, es una cuestión ética y
moral si se quiere, hay juicios políticos, morales, y debo decir desde
ahora que comparto su postura.
Pero ahora, en un plano más objetivo, pienso que es importante resaltar
dos cosas. En primer lugar, cada proceso de transición es único. Yo he
estudiado la transición desde 1989, he publicado sobre el tema y también
he enseñado un curso sobre transición desde ese mismo año en la
Universidad Internacional de la Florida (FIU). Estoy algo familiarizado
con el proceso de transición de los países de Europa central y oriental
y de las repúblicas de la antigua Unión Soviética, y debo decir que cada
caso es distinto. De modo que, en consecuencia, no podemos imitar
mecánicamente ningún proceso de transición para el caso de Cuba, porque
no funcionará. Cuba, por su parte, es un tipo de sociedad muy distinta a
la sociedad de Europa central o de Europa oriental, o a la de cualquiera
de las repúblicas de la antigua Unión Soviética. Existen razones
geopolíticas y geoeconómicas en el caso de Cuba, que la convierten en un
caso muy singular, y ésto debe enfatizarse desde el primer momento.
Sin embargo, existen algunas similitudes; esas similitudes son sobre
todo las que se relacionan con las características estructurales de un
sistema social y económico. E Existen algunos elementos que todas las
transiciones tienen más o menos en común, y todos podemos aprender del
éxito o fracaso de tales elementos. Me referiré a algunos de los que, a
mi modo de ver, constituyen éxitos de la transición polaca que deben ser
subrayados. Es el país que ha crecido más en Europa oriental. De hecho,
en 1989 Polonia era la única nación del antiguo bloque socialista cuyo
nivel de producto interno bruto (PIB) se ubicaba por encima del que
tenía antes de la transición. Actualmente, según todos los índices de
crecimiento, la economía polaca se ubica en 150-160 en su índice del
PIB, relativo a la ubicación que tenía en 1989, muy por delante de la
República Checa, no digamos de Hungría o de aquellos países orientales
como Rumanía y Bulgaria. De modo que Polonia ha sido exitosa,
extremadamente exitosa en la realización de esta transición.
Pero permítanme referirme a aquellos elementos que considero comunes,
aquellos aspectos de los cuales nos podríamos beneficiar para el caso de
Cuba. En primer lugar, pienso que todos los países de Europa oriental,
incluyendo a Polonia en este caso, comparten una condición fundamental:
a pesar de la gradualidad de la transición política en Polonia, si
tomamos en consideración las reformas económicas que comenzaron en 1956
en el momento de la Revolución en Hungría, y después en 1970-1971,
1981-1982, los procesos de reforma de mediados de los ochenta, después
1984-85, y finalmente en 1989-1990, a pesar del elemento de gradualidad,
el hecho es que al final -y desearía hacer énfasis en ésto- cuando se
celebraron elecciones, el partido comunista quedó fuera. Al final, el
control monolítico que ejercía el Partido comunista llegó a su final. Y
lo mismo puede decirse de todos los otros países de Europa oriental y
central. No existe transición si el Partido comunista está en el poder.
Esto no es una posición subjetiva, no es una posición ideológica, no es
un asunto de preferencia política personal, es un hecho que ha sido
probado una y otra vez.
Por ejemplo, hubo un economista polaco muy conocido, que era también
profesor en la Universidad de Chicago, que se llamaba Oscar Lange.
Después de la Segunda Guerra Mundial regresó a Polonia y fue presidente
del Buró Central de Planificación. Desarrolló una serie de modelos para
un socialismo de mercado intentando cambiar el sistema socialista sin
eliminar las características básicas del socialismo marxista -ésto es,
que el estado sea dueño del sector de la industria pesada y de las
principales industrias del país, a la vez que se mantiene el control
estatal sobre el sistema político. Todos los modelos fallaron, y no por
falta de intentos.
Hungría lo intentó después de János Kádár en 1956. Incluso en la
República Checa bajo Husak, donde se hizo el mínimo de reformas, se
intentaron algunos. Algunas personas no saben que después de la muerte
de Stalin, incluso en la Unión Soviética, con el advenimiento de
Khurshchev, y más adelante con Brezhnev, Andropov y con todos los demás,
se intentaron esas reformas, y todas fallaron. Tal como indicó el primer
orador, prácticamente después de la década de 1960 y a principio de los
años 1970, tuvo lugar un estancamiento de la economía soviética. Comenzó
un declive gradual a partir de 1953, y hacia mediados de los años
setenta había quedado estancada, lo cual es una de las razones
mencionadas por él, como elementos que contribuyeron a fin de cuentas al
derrumbe de la Unión Soviética, por la incapacidad de ese país para
seguir manteniendo su rol como potencia mundial.
Pero ahora lo que trato de decir, regresando a mi primer punto, es que
no existe una verdadera transición si el Partido comunista no es
eliminado del poder. Ciertamente se necesita un sistema político
pluralista para poder tener una economía de mercado, y para tener sobre
todo un tipo de sistema libertario que sea respetuoso con la iniciativa
privada, que respete los derechos básicos de los ciudadanos. De modo que
considero que es ésta una cuestión muy importante para todos aquellos
entre nosotros que crean que es posible una transición con los
comunistas en el poder: no es posible. Ha sido probado por la historia
que es totalmente imposible. Lo repito: no se trata de una cuestión de
preferencia personal, no es una postura ideológica, no es simplemente
una posición normativa de mi parte. Es algo que la historia ha probado
una y otra vez.
Otro punto de gran interés sobre la transición polaca, que pienso que
debemos tomar en cuenta, es el carácter gradual del proceso. Polonia
intentó la terapia de choque en los años 1989-1990, especialmente por
sugerencia de economistas norteamericanos, principalmente de Harvard
como Jeffrey Sachs, pero demostró ser un verdadero desastre, y ustedes
saben que si se observa el verdadero producto, los índices de
producción, los índices de desempleo de Polonia, según tengo aquí, vemos
que demostró ser un verdadero desastre. Solamente después de adoptar
políticas de estilo gradualista comenzó Polonia a recuperarse. El
carácter gradual es algo que es realmente inevitable en un proceso de
transición. Cualquier tipo de cambio instantáneo provocado por una
terapia de choque, en el cual se modifican todos los elementos del
sistema social y económico, llevaría a un serio desastre. De hecho, es
interesante notar que hacia 1990, con la excepción de Polonia, y solo
marginalmente Hungría y la República Checa, la mayoría de aquellos
países que habían intentado otros caminos hacia la transición ni
siquiera habían recuperado los niveles de producción que tenían en 1989.
De modo que es extremadamente importante enfatizar el elemento de
gradualidad, no la terapia de choque.
Un tercer punto que considero muy importante, y del cual podemos
aprender de Polonia es el hecho de que Polonia fue el primer país que
estimuló la fundación, el establecimiento y el crecimiento de empresas,
pequeñas y medianas. En su mayor parte, el crecimiento de la economía
polaca no se debe a la privatización de empresas, no se debe a las
antiguas, ineficientes empresas que habían sido desarrolladas durante el
período comunista. La mayor parte del crecimiento del PIB y del empleo
se debe a las nuevas pequeñas y medianas empresas. Polonia ha
desarrollado más de un millón de empresas pequeñas y medianas, y este es
el secreto del éxito polaco. Yo he estado abogando una y otra vez para
que hagamos lo mismo en Cuba.
Otro punto que es extremadamente importante, e incidentalmente, muy
buenos economistas polacos lo han puesto de relieve, -entre ellos
principalmente en mi opinión Gregor Kolodko, al que considero un gran
economista-, han explicado en detalle por qué lleva tiempo para que los
sistemas financiero y bancario de un país socialista se desarrollen. La
última cosa que una economía de mercado nueva logra desarrollar son los
intermediarios financieros, y los sistemas bancarios y financieros,
porque son tipos de instituciones muy complicadas y difíciles que
necesitan una gran dosis de apoyo en términos de nuevas instituciones,
en términos de leyes, etc. De modo que en Polonia inicialmente, y yo
abogo porque ocurra lo mismo en Cuba, debemos buscar el financiamiento,
el financiamiento estatal, de empresas pequeñas y medianas, mediante los
bancos estatales de desarrollo, como en BANCFAE en Cuba, el Banco de
Fomento Agrícola Empresarial, y el Banco de Desarrollo Económico y
Social, que ya existían en Cuba y eran altamente exitosos antes de la
revolución comunista.
Otro punto de gran interés, aunque quienes aboguen por un sistema
económico de tipo laissez-faire no estarán muy de acuerdo, pero que ha
conservado la paz social en Polonia y yo diría que en toda Europa
oriental, es que es necesario preservar una red de seguridad social, no
importa cuál sea el costo; aunque desde un punto de vista puramente
económico esto no parezca la manera más eficiente de proceder. Pero a
fin de cuentas, como dijo Janos Kornak, el gran economista húngaro, es
más importante preservar la democracia y la libertad que la eficiencia
económica. De modo que si existe la posibilidad de elegir, uno mejor
intenta mantener la libertad y la democracia, más que maximizar la tasa
de crecimiento del Producto Interno Bruto. De modo que es importante,
por lo tanto, no liberalizar completamente el mercado laboral: es
necesario dar salarios mínimos, es necesario tener una buena red de
seguridad social, es necesario tener un estado protector. No se puede
simplemente cambiar esto de repente en una economía empobrecida y
populista, como es el caso de Cuba, donde la tasa de desempleo se ubica
probablemente en torno al 28-30 por ciento actualmente. No se puede
hacer eso. De modo que ésto es sumamente importante.
Otra lección es el método de privatización seguido por Polonia, que ha
sido más eficiente que el de Hungría o el de la República Checa, por
ejemplo. Yo considero que los métodos de privatización más efectivos
fueron los de la República Democrática Alemana, la antigua Alemania
oriental y Polonia. ¿Por qué? Porque hicieron posible la emergencia de
una nueva clase empresarial y negociante. No es deseable la propiedad
difusa. No es deseable dar cupones a todo el mundo, porque eso no es
efectivo. Ningún sistema de mercado, ninguna economía puede trabajar
sobre este fundamento. No se necesita que haya millones de dueños
minoritarios con cupones privados en sus manos. Lo que se necesita es la
restructuración corporativa, las empresas eficientes, y se necesita
gente que sepa cómo manejar esas empresas eficientes.
En otras palabras, se necesita un buen sistema gerencial y
administrativo. Y para eso hay que tener propiedad unificada. Si se
desea beneficiar a los trabajadores, hay que hacerlo de otras maneras:
que haya salario mínimo, que tengan la oportunidad de participar en la
propiedad de bonos del estado, si se desea. Hay muchas, muchas maneras
en las que se puede compensar a los trabajadores, pero al mismo tiempo
es necesario contar con una clase empresarial competitiva y eficiente, y
para este efecto, considero que la transición polaca ha sido muy
efectiva, porque promovió ésto en vez de patrones de propiedad difusa,
que pueden encontrarse en el caso de la República Checa, lo que condujo
a la colusión en empresas de inversión y bancos, o el caso de la Unión
Soviética, que es todavía peor, porque se ha creado una mafia y una
corrupción que parece no tener final.
Nuevamente, podríamos seguir en el tema, pero yo sólo deseo decir que
estas dos presentaciones han sido extremadamente interesantes. En el
caso del Sr. Bugajski, creo que fue una presentación muy académica en
términos de su visión histórica retrospectiva y su explicación de cómo
ocurrieron las cosas, lo que considero que fue extremadamente
interesante; y en su caso, Profesor Chodakiewicz, me siento muy afín a
sus puntos de vista y deseo que, en efecto, la Cuba del futuro sea tal
como usted lo ha expuesto en su presentación. Muchas gracias.
Preguntas y Respuestas
Jaime Suchlicki
Encuentro esta discusión muy interesante, iluminadora, pero
desilusionante. Y mi desilusión aparece porque yo había esperado que de
esta discusión surgiera algo del estilo de ¿Cómo crear una “Solidaridad”
en Cuba? ¿Cómo conseguir que la Iglesia se involucre más? ¿Cómo lograr
que el Papa se involucre más con Cuba? ¿Cómo logra que el gobierno de
Estados Unidos realmente haga cosas para minar al gobierno cubano, no
poniendo un cartel en la Sección de Intereses de Estados Unidos, sino
haciendo las cosas que hicieron en Polonia, en Checoeslovaquia y en
otros lugares en los 1980? ¿Y cómo se logra que la comunidad
internacional permanezca activa en el intento de socavar y debilitar al
régimen de Castro? Y yo querría comenzar la discusión preguntando a mis
tres distinguidos colegas cómo vamos a lograrlo.
Antonio Jorge. Profesor Suchlicki, en respuesta a su muy provocativa
pregunta, sugeriría que tenemos aquí a la persona perfecta para
contestar a esas preguntas, el Sr. Adolfo Franco.
Adolfo Franco. Permítanme decir solo un par de cosas. En primer lugar,
estoy de acuerdo en que las presentaciones fueron muy iluminadoras, y
muy buenas. Aprecio a Jaime, pero tengo que estar en desacuerdo con él.
Estamos haciendo en Cuba precisamente las mismas cosas que hicimos en
los años ochenta bajo la Administración Reagan. Y este Presidente está
comprometido con los mismos principios. Amigos, no invadimos Europa
oriental, no impusimos ningunas sanciones contra Europa oriental,
incluso cuando se declaró la ley marcial en Polonia en 1981,. De modo
que deseo decirles que aquello que defendíamos en los 1980, lo que el
Presidente Reagan defendía, y el Vice-Presidente Bush, el padre del
Presidente, era una transformación pacífica en Europa, y la animamos
sobre todo mediante la información y las imágenes de video: la
información a través de Radio Libre Europa, Radio Libre, el bloqueo a la
información, y estamos trabajando muy duro en Estados Unidos para romper
el bloqueo cubano [sobre la información] de distintas maneras.
Defendemos principios, luchamos cada año en Ginebra contra el récord de
derechos humanos de Cuba, condenamos a Cuba en cada una de las
oportunidades en los foros internacionales, el Presidente se refiere
constantemente a ella, defendemos un sistema internacional de leyes y
principios. Es un país con el que no estamos de acuerdo, un país que
viola los derechos humanos, tal como lo hace Corea del Norte y otros
países del mundo.
De modo que disiento de lo dicho. Considero que nuestro programa
consiste en algo que el Profesor Suchlicki y la Universidad de Miami
realmente hacen a diario. Y es apoyar los esfuerzos al interior de Cuba
mediante la diseminación de la información, dando una voz a los
disidentes en Cuba, decir lo que afirmó Alexander Solzhenitsyn: el
elemento más importante que lo sostuvo en el “gulag” fue el hecho de que
Occidente nunca lo olvidó. Pero la transición, tal como han señalado
muchos de los presentadores, está teniendo lugar dentro de Cuba. Será
dirigida por cubanos. No será dirigida por la comunidad de Miami, y
ciertamente no será dirigida por la burocracia en Washington.
De modo que esta es mi respuesta a la pregunta. Continuamos, el
Presidente está convencido de que bajo su administración tendrá lugar
una transición, nos ha encargado de hacer todo lo que sea posible para
prepararnos. Estoy de acuerdo con lo que los oradores han expresado
sobre la necesidad de prepararse para la libertad, y esto es exactamente
lo que el gobierno de Estados Unidos y ciertamente la comunidad cubana
se está preparando para hacer, dar esa ayuda cuando Cuba se transforme a
sí misma de un totalitarismo en una sociedad libre; estamos preparados
para ayudar mientras Cuba alcanza esa responsabilidad de ser un país
libre. Pero puedo decirles que nuestro gobierno está plenamente
comprometido con esto, y está aplicando toda la presión y toda la ayuda
que puede, día a día. Gracias.
Jaime Suchlicki. Adolfo, le agradezco sus comentarios. Aunque estoy de
acuerdo que mucho se está haciendo, creo que puede hacerse mucho más y
sé que Ud. no puede decir ésto públicamente, pero en el caso de Europa
del este, nos dedicamos a operaciones clandestinas significativas; la
CIA se involucró en apoyar a grupos, en dar financiamiento. En el caso
del avión que se supone que esté transmitiendo TV Martí a Cuba, ha
tomado tres años de duras luchas, y todavía no está en el aire. Llegará,
y sé que llegará, pero según voy envejeciendo me siento más frustrado, y
estoy reflejando mi frustración y mi descontento con la lentitud de esta
administración, y de otras administraciones que no han hecho nada. Y
ésta está haciendo algo, y yo sé que su programa tiene el aval de muchas
cosas que se están haciendo en Cuba, pero yo querría ver más cosas
hechas, y más rápido.
Marek Chodakiewicz. Bien, el plan es realmente sencillo, el plan es
apoyar al luchador por la libertad. De eso se trata, es éso lo que se
hizo bajo Ronald Reagan. El problema en Cuba es que Castro sabe que la
mejor manera de defenderse es atacar, y el Profesor Suchlicki mencionó
la militarización, que es muy similar a lo que ocurrió en los años
finales de Ceausescu en Rumanía, así como de lo que ocurrió en Corea del
Norte en los años 1990. Simplemente hacer más fuerte la presión sobre la
población, hacer los controles aún más totalitarios de lo que nunca se
había imaginado impide que el luchador por la libertad se sienta
alentado. La gente se ve forzada a operar como una unidad en todas
partes, desde el nivel de los pueblos hasta las cuadras de la ciudad.
También en Cuba, a diferencia de Polonia, que es básicamente toda polaca
y católica, existen tensiones entre los grupos étnicos. En Polonia, los
comunistas animaron a los proletarios y los campesinos a afirmarse
contra todos los demás, y a ésto se llamó “promoción social”.
En Cuba, con frecuencia los comunistas usan este mismo sistema para
instigar el odio entre la población negra, contra todos los demás. De
modo que, aunque los negros cubanos viven en un infierno, no tienen
comida, no tienen libertad, pero piensan: “oye, no estamos tan mal,
porque podemos ir contra los otros”. Creo que la clave es la Iglesia,
pero pienso que tendrían que resucitar a Bartolomé de las Casas. Gracias.
P:¿Qué harían los Estados Unidos si, a pesar de que los cubanos estén
deseosos de un cambio, viene Hugo Chávez y apoya un régimen totalitario?
Janusz Bugajski. Estuvimos discutiendo este tema antes de la reunión. La
pregunta que me hago –y no conozco la política de Latinoamérica tan bien
como conozco la de mi región de Europa central y oriental- es la
siguiente: ¿qué implicaciones tiene para Cuba la elección de Hugo Chávez
y el creciente poder que la izquierda ha adquirido mediante elecciones?
¿Está dando a Fidel Castro y a su posible sucesor la oportunidad de
prolongar su vida? En otras palabras, ¿se trata del regreso del
socialismo? Sé que están pagando sumas enormes para mantener la economía
cubana a flote. ¿En qué nueva constelación nos encontramos, y de que
modo respondemos a ella, no sólo frente a Cuba, sino frente al resto del
continente? ¿Qué roles pueden jugar no sólo los cubanoamericanos, sino
también otros latinoamericanos? ¿Existe la necesidad de algún tipo de
coalición anticomunista formada por los exilados de las futuras naciones
cautivas de Latinoamérica, si estos regímenes izquierdistas no sólo son
regímenes electorales, sino que dicen que estas son las últimas
elecciones, en otras palabras, que comienzan a consolidar un tipo de
control permanente sobre la sociedad? Es una pregunta que tengo para el
futuro, tanto de la capacidad de supervivencia del régimen comunista,
como de la respuesta a las nuevas configuraciones políticas de América
Latina.
Jaime Suchlicki. Obviamente, Venezuela es el caso en el que se ve un
intento del gobernante para perpetuarse en el poder, minando las
instituciones democráticas venezolanas, y para responder a su pregunta,
ciertamente el apoyo de Venezuela hará que se retrase una transición en
Cuba, y no solo por los fondos que proporciona, sino también porque
provee de otros mecanismos que permiten que Cuba continúe. Estoy menos
preocupado por la posibilidad de que los militares venezolanos
intervengan Cuba, pero estoy preocupado por la homogeneidad del ejército
cubano. El hecho de que parecen estar unidos en torno a Raúl, detrás de
Raúl; están manejando la economía; no quieren soltarla. ¿Cómo quitar a
los militares de la economía, y hacer que regresen a los cuarteles? Es
un problema grave. Estoy preocupado porque estamos esperando a que Fidel
se muera a ver qué pasa, y tal vez no pasa nada.
P: Hemos visto hoy diversas transiciones, y yo se que usted, Profesor,
ha dicho –y muchos de nosotros lo queremos también- que usted desea la
transición perfecta para Cuba. Pero yo tomaré cualquiera de ellas.
Tomaré cualquiera que no sea lo que tenemos ahora. De modo que, ¿no
debería ser la estrategia la de promover cualquier transición,
promoverlas todas, para ver cuál de ellas son los cubanos capaces de
realizar? Y entonces, el resto queda abierto a debate, el resto queda
para pensar, y evaluar y conducir esa transición en la dirección
correcta. Mi preocupación, y me gustaría oir su respuesta, es cómo
comenzarla, no tanto cómo va a concluir.
Antonio Jorge. Querría decir algo en relación a éso, pero también
algunas observaciones sobre los comentarios del Sr. Franco. En efecto,
yo creo que es muy importante, como señaló Jaime, pensar sobre la manera
de provocar la transición en Cuba, cómo precipitar o acelerar que
ocurra. Una de las cosas que considero más importantes es precisamente
articular, con la ayuda de los cubanos en Cuba y de los cubanos en
exilio, un plan de transición, económico y social. Eso, Sr. Franco, no
se está haciendo con la participación activa de cubanos en Cuba y
cubanos en Miami. ¿Por qué? La transición política se aceleraría, creo
yo, y se haría realidad en la medida en que se pueda convencer al pueblo
cubano que existe un futuro, en la medida en la que se les pueda dar una
guía, un plan en el que colocar sus esperanzas. En otras palabras, la
lucha contra Fidel Castro no puede ser totalmente negativa: todos
sabemos quién es Fidel Castro; conocemos todos los aspectos negativos en
relación a Fidel Castro. Pero eso no nos dice nada sobre el futuro del
pueblo cubano; hay que darles esperanza, hay que darles fe, hay que
darles una guía sobre el futuro de Cuba. Cuba tiene que ser, como dijo
Martí, “con todos y para el bien de todos”. Pero esa Cuba tiene que ser
construida, y eso es algo que debe hacerse con la participación de los
cubanos en Cuba y en Miami, y en todo el mundo. De modo que en la medida
en que la Administración desea ayudar a los cubanos, pienso que en esa
medida debería tener en mente que los cubanos deberían estar
involucrados muy activamente en el diseño de su propia transición. Y
eso, en sí mismo, será un estímulo para aquellos miembros del ejército,
aquellos militares que rodean a Castro; si se les ofrece a ellos, al
resto de la población en Cuba, sean quienes sean, una visión de lo que
Cuba sería en el futuro sin Castro. No podemos permitir que Castro
juegue con los temores del pueblo cubano, con los temores de que si el
régimen castrista cae, los cubanos de Miami llegarán y devastarán la
isla. Hay que tener una visión racional de lo que va a ocurrir. Y pienso
que es parte de la transición política, y es algo que puede hacerse, es
algo de naturaleza pacífica, y no lleva consigo riesgos de ningún tipo.
No compromete al capítulo tres o cuatro de la ley Helms-Burton, ni
provoca la indignación de la Unión Europea. No se trata de nada de este
género; es algo muy racional, y de hecho, es una forma barata de
promover la transición. Pero para hablar con franqueza, y estoy hablando
como individuo, me estoy desasociando de cualquier punto de vista
institucional. Yo no creo que ésto pueda hacerse sin la participación
activa del pueblo cubano.
P.- Yo querría saber quién financió al Movimiento Solidaridad, y de qué
forma se hizo?
Janusz Bugajski. Tal vez yo puedo intentar contestar esta pregunta. Fue
complicado; en parte fue autofinanciada. Cuando se legalizó, cuando
algunas de sus operaciones fueron legalizadas a finales de los años
ochenta, asumieron el papel de un sindicato, hasta que fue prohibido
bajo la ley marcial impuesta un año después. De modo que fue a través de
un proceso normal de financiamiento, cuotas, los bienes que adquirieron
como legítimos representantes de los trabajadores. Esto ocurrió durante
el primer período de legalidad, que duró más o menos desde septiembre u
octubre de 1980 hasta que fue prohibida en 1981, y sus bienes fueron
entonces congelados. Había contribuciones sociales, había dinero que
venía del exterior, enviado por la comunidad de emigrados. Había muchos
canales de apoyo; algunos de carácter no financiero. Algunas
contribuciones eran maquinaria, diversos tipos de apoyo diplomático,
apoyo moral.
Marek Chodakiewicz. Las cuotas sindicales eran una cosa, pero incluso
antes de existir Solidaridad, la intelligentsia disidente simplemente
unió sus recursos para producir hojas informativas. También hubo
familias de emigrados que enviaban dinero y ayuda antes de Solidaridad,
en la década de los setenta. La mayor parte del movimiento clandestino
no operaba con dinero de la CIA. Se trataba de donaciones voluntarias
hechas por los ciudadanos, por la base, así como por la Iglesia y por la
Diáspora polaca. Sin embargo, el centro, en cuanto al liderazgo se
refería, tenía acceso a dinero proveniente de una serie de fuentes,
incluyendo la AFL-CIO, de modo que existía una variedad de fuentes, pero
reducir la ayuda al movimiento disidente, bloquear sus operaciones es
simplemente poco inteligente. Yo no sé lo que está ocurriendo en Cuba,
pero yo puedo decirles, por mi experiencia con los servicios secretos:
prefieren gente mala, porque la gente mala es más fácil de controlar. No
están tan interesados en los disidentes, a menos que estén en
combinación con la policía secreta.
P: ¿De qué forma el pueblo cubano podría hacer lo que el pueblo polaco
hizo, para apoyar a los disidentes en Cuba?
Marek Chodakiewicz. En Polonia ésto pudo ocurrir en gran parte gracias a
la Iglesia. Desafortunadamente, Solidaridad fue secuestrada en gran
medida por antiguos trotskystas, estalinistas, etc. En cuando a la base
se refiere, era nacionalista y católica. Y hay que empezar en la base.
Janusz Bugajski. Solidaridad era un movimiento nacional amplio, e
incluyó a todos, desde antiguos comunistas, sindicalistas socialistas no
comunistas, pasando por todos los grados de centristas, conservadores,
liberales, gente muy religiosa, hasta nacionalistas. Fue un movimiento
enorme. Pero mi pregunta es: ¿puede Cuba crear un movimiento tal en pro
de una causa determinada, que no sea solo contra algo? Todo el mundo
está contra el comunismo, pero ¿en favor de qué están? ¿Quién puede
movilizarlos? Se necesita, sí, movimiento de masas, pero se necesita
también liderazgo.
Antonio Jorge. Ese era el punto que yo estaba destacando antes.
Necesitamos movilizar al pueblo cubano, no solo en favor de los ideales
anticomunistas; eso ya está conseguido. Pero la sociedad de Cuba es una
sociedad pobre y depauperada, Cuba es una sociedad subdesarrollada que
necesita restructuración, necesita desarrollo, necesita transición. Y no
tenemos ese tipo de programa. Necesitamos ese tipo de programa. Esto
podría energizar al pueblo cubano y le daría una agenda positiva, no
solo el elemento negativo sino el elemento positivo. Porque todos
tenemos que vivir para el mañana, necesitamos tener algo para el mañana,
necesitamos tener fe en el futuro, y para tener fe, necesitamos algo en
lo cual tener fe. Y ésto es precisamente lo que nos falta.
P. ¿Qué podría hacerse para que la Iglesia se comprometiera más en Cuba?
Marek Chodakiewicz. La Iglesia es una institución jerárquica, de modo
que en teoría se pueden emitir mandatos desde arriba. Claramente, el
episcopado cubano no está preparado para algo como ésto. Sin embargo,
sin provocar un cisma, se puede reforzar los párrocos, y construir a
partir de ahí.
P. ¿Cómo reaccionaría Estados Unidos a un cierre total de la inmigración?
Jaime Suchlicki. Estados Unidos está en el proceso de examinar la ley de
inmigración. Están preocupados por la inmigración ilegal no regulada. No
tolerarán inmigración ilegal, de modo que no veremos otro Mariel.
También desearían normalizar el proceso entre Cuba y los Estados Unidos.
Que eso significara el final de la política de “pies secos-pies
mojados”, o el final del acuerdo migratorio, no lo sé, porque no
represento al gobierno norteamericano, pero se están teniendo
discusiones sobre qué hacer en relación a estos temas.
Hay algunas personas que creen que si se termina la política de
“pies-secos, piesmojados”, si los cubanos no pueden llegar a Estados
Unidos, y si no tenemos un acuerdo migratorio, entonces la olla se
derramará en Cuba. En el punto opuesto, algunos consideran que es
inhumano, cruel, y que atraería más gente. Esta comunidad está dividida
entre quienes llegaron hace menos tiempo y les gustaría que su familia
saliera, y los que han estado aquí durante mucho tiempo, y querrían
cerrar la puerta. De modo que se trata de un tema muy divisivo y
complicado, que no tiene una respuesta sencilla.
Para tratar de responder su pregunta sobre una rebelión en Cuba, dudo
que los Estados Unidos intervengan militarmente en Cuba, a menos que
exista una amenaza de expansión cubana hacia otros lugares. Los Estados
Unidos se preocuparán de que la comunidad cubana en Miami se comprometa
y se incorpore a la acción desde Miami a Cuba. Habrá asuntos sobre
ingreso clandestino de armas, sobre la emigración. Pero si la olla
hierve en Cuba, dudo que los Estados Unidos coloquen a los Marines en
Cuba, a no ser que sepa que Cuba tiene armas bacteriológicas y químicas,
que Cuba tiene armas nucleares, o que Cuba representa una amenaza para
otros países. Por menos que eso, dudo que los Estados Unidos pusieran
Marines en Cuba.
Janusz Bugajski. Si se me permite añadir algo, depende de qué ocurra con
el levantamiento. Cuando se dice levantamiento, se quiere decir
desórdenes, tal vez saqueos, frustración general, pero dependa de lo que
se sepa. Si hay violencia, si el régimen comete asesinatos en masa, si
hay grietas en las fuerzas de seguridad… Este podría ser el principio de
un proceso. No es algo por lo que yo abogaría, ya que el escenario ideal
fue el que vimos en Europa oriental y central, con una transición
pacífica, incluso los comunistas retienen ciertas posiciones o ciertos
intereses, pero se dan pasos adelante, mediante cada elección.
En Cuba yo no podría decir si hay suficiente peso específico, si el
liderazgo emergerá de un movimiento de masas. Si se trata de un
movimiento de masas muy disperso, amorfo, sin un contraliderazgo, el
régimen simplemente podría eliminarlos. El liderazgo es siempre muy
importante, especialmente en momentos de crisis. De modo que es una
pregunta que hago a la comunidad cubana. Yo no lo sé.
Mariusz Brymora. Me gustaría decir que aunque no estoy de acuerdo con
todas las opiniones que han sido presentadas por los panelistas, porque
podemos discutir si es mejor una terapia de choque o un proceso gradual
de transformación como el que tuvimos en Polonia, pero querría llamar su
atención a tres cosas. Una de las cosas que yo esperaba y que no escuché
es el hecho de que, con anterioridad a Solidaridad, había algo que
faltaba: y es la cooperación entre los trabajadores y la intelligentsia.
Y pienso que fue por primera vez en 1980 y 1981 que Solidaridad, o sea,
los trabajadores que tenían poder fueron apoyados por quienes tenían el
conocimiento, y por aquellos que, desde el primer momento, en los
astilleros, cooperaron con ellos. Esto es aparte del gran papel del
Papa, el gran papel de la Iglesia y todos los demás factores mencionados
aquí que no debemos olvidar.
Pienso también que una afirmación muy verdadera dicha aquí es que cada
transformación es única, y es por eso que yo no aconsejaría seguir el
camino de Polonia, porque es único, como dije, sino más bien estudiarlo
y tomar ésto y lo otro que se pueda usar y usarlo, porque nadie más
puede seguir un camino idéntico.
Lo último que me viene a la mente es que una de las cosas en las que hay
que trabajar ahora es preparar al pueblo para el sacrificio, porque una
transformación como ésta requiere sacrificio. Polonia no estaba lista
para ésto; en Polonia ocurrió de la noche a la mañana. Durante años,
luchamos en la vida diaria con cientos de cosas para los que no
estábamos preparados, porque requerían con frecuencia sacrificios, y
cualquier transformación requerirá sacrificios de la gente corriente, de
modo que pueden trabajar en preparar a la gente para ésto. Gracias.
Antonio Jorge. Solo quisiera recordar al señor Brymora que cuando empezó
a ocurrir la transformación en Polonia, el ingreso per cápita de ese
país se ubicaba en torno a los cuatro mil dólares, y en Cuba el ingreso
per cápita es de menos de doscientos dólares. La sociedad cubana es una
sociedad depauperada. Es una sociedad en la que impera la miseria. No se
le pueden pedir más sacrificios al pueblo cubano. La primera cosa que
hay que hacer en Cuba es aumentar inmediatamente el nivel de consumo de
bienes básicos, porque no se le puede pedir al pueblo afrontar otro
período de austeridad, ni se deben inaugurar políticas de austeridad,
estabilización, lo normal según el Consenso de Washington, el Fondo
Monetario Internacional, el consenso normal del Banco Mundial. No se le
puede pedir a un pueblo que recibe sus alimentos mediante una tarjeta de
racionamiento que dura solamente para diez días al mes, y que
proporciona solamente 1,500 calorías diarias.
Y en relación a la terapia de choque, no sabemos si la industria
eléctrica polaca está todavía en manos del estado. Eso es gradualismo.
Ni siquiera han privatizado hasta ahora su tendido eléctrico. De modo
que deseaba mencionarlo de pasada.
Jaime Suchlicki. Bien, este seminario probablemente ha hecho surgir más
preguntas que respuestas. Esa es la función de la academia, y este es el
objetivo de contemplar las distintas transiciones. Hicimos uno sobre la
República Checa, hemos hecho éste sobre Polonia, y esperamos hacer más
en el futuro. Así que deseo agradecer a los panelistas por esta tarde
tan estimulante.
Gracias a todos.
Intervención del Presidente Lech Walesa.
Muchas gracias, damas y caballeros, pero debo pedirles que guarden
algunos aplausos para más adelante. Si desde ahora recibo demasiados
aplausos, puede ser que me sea difícil ganarlos para más adelante.
En primer lugar deseo agradecerles su invitación. Me pregunto por qué
quieren hablar con un político. Yo me dejé convencer en dos ocasiones de
reunirme con un político, y no me dejaré convencer para reunirme con un
tercero. Por supuesto, era en los tiempos comunistas, de modo que esos
políticos eran sumamente aburridos. En aquellos tiempos yo no pensaba
que me convertiría en un político y que la gente llegaría a hablar
conmigo. Pero he aprendido a ser breve y mantenerme enfocado en el tema.
Si las primeras tres filas comienzan a quedarse dormidas, terminaré pronto.
Mi ejercicio de la política ha sido diferente al de otros, porque no me
gustan los políticos. Yo no deseaba ser un político, pero soy un
político, y tengo que caerme bien a mí mismo. Vengo a ustedes desde el
centro de Europa. Quizás muchos de ustedes no sepan dónde está nuestro
país. Yo he venido al centro de una superpotencia. He venido aquí para
decirles algunas verdades, porque hay algunos puntos del planeta que han
sido especialmente tocados por la historia. Y mi país es uno de esos
lugares que ha atravesado experiencias dolorosas. Nuestra ubicación
geográfica era difícil, y nos ha creado muchos obstáculos. Y esas
experiencias generaron un cierto sentido entre la gente, un sentido de
oportunidad y un sentido de amenaza que los mayores recuerdan y los más
jóvenes pueden conocer a través de la lectura.
Polonia, antes de la Segunda Guerra Mundial, trató de alertar al mundo.
Hablamos sobre ello: la Segunda Guerra Mundial se aproxima. Pero el
mundo decía: “es un asunto local. Ninguno de nosotros moriremos por
Danzig”. Solo cuando los nazis se acercaron a París y bombardearon
Londres la gente se acordó de Danzig, y de nuestras advertencias. Pero
para entonces, ya era demasiado tarde.
Hacia el final de la guerra, fuimos los únicos que alertamos al mundo
sobre el comunismo y sobre Stalin. Preguntamos: “¿Qué están haciendo los
grandes y poderosos del mundo? No hay derecho a dejar que Stalin
esclavice a la mitad del mundo”. Y ven lo que el mundo nos hizo. El
mundo rompió relaciones diplomáticas con el legítimo gobierno de
Polonia, y reconoció el gobierno establecido por Stalin. Y tuvimos que
luchar durante cincuenta años para librarnos de ese yugo. Queríamos
democracia, pero no podíamos defendernos del sistema. Perdimos toda
nuestra sangre y nuestra fuerza durante la guerra.
El sistema comunista era especialmente inapropiado para Polonia. Cuando
Stalin logró controlar a Polonia, con frecuencia hacía bromas sobre
ésto. Incluso Stalin decía:” el sistema comunista le queda a los polacos
como le queda una montura a un cerdo”.
Llevó cincuenta años corregir los errores de esos tiempos. Durante los
años cuarenta y cincuenta, luchamos con armas de fuego contra los
comunistas. Pero esos militantes anticomunistas fueron aniquilados con
la ayuda soviética. Perdimos. Entonces comenzamos una lucha empleando
huelgas y demostraciones callejeras. En 1968 protestaron los
estudiantes, los trabajadores lo hicieron en 1956, 1970 y en 1976. Todas
esas protestas fueron acalladas. Digo todo ésto porque sé que Cuba está
luchando también, y me gustaría que Cuba prestara atención a lo que
hicimos nosotros. Como ven, durante todos esos años perdimos nuestras
batallas. Pero por ensayo y error, nos dimos cuenta de cuáles eran
nuestras oportunidades de victoria. Ya desde 1980, sabíamos el camino
para superar el comunismo: no batallas individuales, sino tratar de
organizar a toda la nación.
Los comunistas , por su parte, tampoco dormían. La policía no dormía.
Continuamente trataban de separarnos, cada vez que intentábamos
organizarnos. Al mismo tiempo, continuamente nos decían: “queridos
polacos, no tienen ninguna oportunidad de ganar”. La gente nos decía:
“miren, hay más de doscientos mil soldados soviéticos en el propio
territorio polaco, y más de un millón de soldados soviéticos
permanentemente estacionados alrededor de las fronteras de Polonia, y
los misiles soviéticos están en torno a nosotros”. De modo que podía
decirse que no había oportunidad de victoria. Seguimos preguntando a los
grandes líderes mundiales, preguntamos a presidentes, a primeros
ministros y a otros jefes de estado: ¿Existe una oportunidad? ¿Nos
ayudarán? Sí, trataron, y nos ayudaron un poco. Pero nadie, y fíjense
que les digo, nadie en el mundo de entre todos esos grandes líderes nos
daban ninguna oportunidad de ganar. Analizaban nuestros métodos de lucha
usando sus bases de datos; preguntaban a sus computadoras: “¿Existe
alguna manera de derrocar al sistema?” Y cuanto más grande la
computadora, más rápidamente venía la respuesta: no hay ninguna
oportunidad. Supondría un conflicto nuclear. No es factible.
Yo buscaba gente que estuviera dispuesta a pelear durante veinte años.
De cuarenta millones, solo diez personas, imagínense. Y había otros, tal
vez cinco o diez grupos más como el mío en Polonia. En otros países
comunistas era todavía peor. En algunos países, no había ningún tipo de
resistencia. La gente simplemente no creía que hubiera oportunidad de
ganar. Incluso si peleamos, peleamos por pan. Dejamos para más adelante
la lucha por la libertad. Esperábamos condiciones más favorables.
Pero nadie esperaba o predecía una cosa, y nadie se dio cuenta de que el
Segundo Milenio del Cristianismo estaba concluyendo, y un polaco se
convirtió en Papa. Nadie podía predecirlo. Y un año después de ser
elegido Papa, regresó a Polonia de visita. El mundo entero estaba
mirando a Polonia, qué estaba pasando dentro de ese país comunista.
Prácticamente la nación entera estaba participando en reuniones con el
Papa, incluyendo ateos, la policía política, incluso los comunistas.
Aprendieron cómo persignarse. El Santo Padre no intentó animarnos a
hacer nada. No estaba creando ninguna conspiración. Pero todos los que
escuchaban miraban a su alrededor y veían cuántos millones éramos. Y
cada uno de nosotros se hacía una pregunta privada: “Somos tantos. Todos
creemos. ¿Por qué, entonces, tenemos comunismo en Polonia?”
De modo que en primer lugar, despertó al pueblo polaco, y no solo el de
Polonia. Esas pequeñas organizaciones, incluyendo la mía, pudimos
hacernos cargo durante ese momento. Un año después de la visita del
Papa, de diez miembros yo había pasado a tener diez millones de
miembros. Y yo llevé a esos diez millones a la huelga; negociamos, y
ustedes conocen el resto de la historia. Por supuesto, los soviéticos
estaban prestando mucha atención. Hubo un atentado contra la vida del
Papa. Y las demás naciones se estaban despertando, y los soviéticos
entraron en pánico: “¿Qué hacer, qué hacer para salvar el sistema?”
Y alguien allí se acordó de que existía este activista político que
estaba diciendo calladamente a sus camaradas que el comunismo necesita
reformarse, de otro modo no sobrevivirá el siglo XXI. De modo que
trajeron a aquel activista a Moscú, y para sorpresa suya, lo eligieron
para ser Primer Secretario. El mismo no se lo podía creer. Y entonces
propuso cambiar el comunismo a través de la perestroika. Propuso esos
cambios como una forma de salvar el comunismo. Y nosotros le seguíamos
diciendo: “sí, siga tratando de reconstruirlo”, porque nosotros sabíamos
muy bien que el comunismo no era reformable, de modo que queríamos que
excavara alrededor de los cimientos, de modo que la casa se cayera, y
eso fue exactamente lo que pasó. El reformador no tuvo éxito en nada. No
pudo reformar el comunismo. No pudo reformar la Unión soviética ni el
Pacto de Varsovia. Un completo fracaso. Pero éste fue su éxito.
Les digo ésto para que no se desanimen por ningún fracaso. Si un fracaso
se orienta en la dirección correcta, puede resultar un triunfo a fin de
cuentas. Y ésto es lo que ocurrió con Gorbachev. Por supuesto, no se
trata solo de una historia agradable. En un momento dado, un grupo de
gente se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Se dieron cuenta de que
el comunismo estaba a punto de caer, y cuando Gorbachev se fue de
vacaciones fuera de la ciudad, su Primer Ministro alterno y el jefe del
gobierno, sacaron los tanques a las calles y trataron de emplear la
fuerza para detener las reformas. Pero tuvimos mucha suerte. Se encontró
otro político ruso, que se subió a uno de esos tanques y dio un buen
discurso y detuvo a los tanques. Su nombre era Boris Yeltsin.
Señoras y señores, si alguien quisiera adjudicar un porcentaje a quienes
contribuyeron más a la caída del comunismo, tendríamos que dar más del
50% al Santo Padre, y 30% a Solidaridad y a Lech Walesa. Podría
atribuirme más, pero me arriesgaría a tener problemas con él
todopoderoso, de modo que no lo digo.
Toda esta narración histórica ha sido contada de modo que se dieran
cuenta, de modo que puedan ver si esto le sirve a otro país, a otra
lucha. Con la caída del comunismo, terminó toda una época: una época de
divisiones, de bloques y sistemas y estados. Esta era la época de la
tierra; estábamos peleando por tierra. Movíamos las fronteras sobre las
tierras, nos manteníamos subyugando naciones. Al caer el comunismo,
terminó también esta época.
Ha comenzado una nueva época: una época de intelecto, de información, de
internet y globalización. Cuando me di cuenta de que esta nueva época
había comenzado, que no vale la pena luchar por tierra, que con el
intelecto uno puede comprar cualquier cosa en el mundo, entonces me di
cuenta que toda la instrumentación de la época anterior –las Naciones
Unidas, la Unión Europea, la OTAN, todas esas estructuras fueron creadas
para esa época previa. Pero para esta época, en la que no estamos
luchando por tierra, cuando hablamos de globalización, tenemos que
proponer distintas estructuras y distintas formas de actuar. Es por ésto
que tenemos una pregunta frente a todos nosotros: ¿Qué sistema económico
debemos usar durante la globalización? Porque mientras existió el
comunismo, hubo dos superpoderes, dos bloques. Ahora existe solo un
superpoder. Aquellos dos bloques se balanceaban mutuamente, se
penetraban mutuamente. La situación, de alguna manera, era predecible.
¿Pero cuál debe ser hoy en día el papel del único superpoder? No hay
ninguna duda de que los Estados Unidos es una superpotencia en temas
económicos, en temas militares, pero ¿son los Estados Unidos un líder
moral y político? Yo no lo creo. Ese tipo de liderazgo es el más
importante. De modo que tenemos algo sobre lo que conversar. Tenemos
muchas preguntas, y tenemos que encontrar las respuestas a muchas preguntas.
Somos una generación victoriosa. Tenemos oportunidad de conseguir la paz
del mundo.
Preguntas y Respuestas
P: Si usted pudiera tener un evento como éste de hoy en Cuba, ¿qué le
diría al pueblo cubano?
R: Bueno, ya les he hablado dos veces, no directamente sino a través de
la televisión y entrevistas y no sé si mi consejo podría ser útil para
los cubanos, a causa de las condiciones específicas en Cuba. Y dentro de
esas condiciones específicas, es necesario encontrar la solución. Tengo
la sospecha de que Estados Unidos está tratando de preservar a Cuba como
museo del marxismo. Pero la gran diferencia entre Cuba y otros países
comunistas es que Castro es uno de las mayores figuras de nuestro
tiempo. Es muy inteligente, y domina a los cubanos usando su intelecto.
Ha sido increíblemente demagógico. Se mantiene sacando argumentos viejos
y los vuelve a usar. Continuamente juega ese juego. Si ustedes quieren
ganar, tienen que hablar de programas y preparaciones, tienen que ganar
intelectualmente.
Por ejemplo, yo no he visto ningún plan para el desarrollo urbano de La
Habana después de que caiga Fidel Castro. Planes que muestren cómo se
verá La Habana cinco años después de la caída del comunismo. Hay que
enseñarle a la gente y decirle, específicamente: ganarás el doble, el
mundo entero vendrá a los hoteles, centros de salud y playas en las
vacaciones, y se verán muchos beneficios. Pero ustedes no viven así
porque él no les deja beneficiarse de todo lo que podría estar
ocurriendo. Hay que hablarles en forma específica.
Digamos que hay cinco cubanos en los Estados Unidos que proponen
proyectos de construcción y desarrollo específicos sólo para cuando Cuba
sea libre. [Sobre esa plataforma], yo haría campaña contra Castro y
ganaría. No usaría la fuerza contra él, usaría el intelecto. No les voy
a dar más consejos específicos, porque sé que Castro está escuchando.
Recuerdo que una persona me preguntó en una entrevista: ¿Usted ve
algunos Lech Walesas en Cuba?” Y yo le contesté: “Hay demasiados Lech
Walesas en Cuba”. Esta es parte del problema. Uno. Solo uno. Durante un
año. Después de un año, pueden hacer un cambio, pero durante un año debe
haber solo un líder. Un hombre bueno durante un año, para promover
programas y propuestas, cómo será el país, cuánto más dinero la gente
podría estar ganando, cosas con las que se puedan identificar.
Miami es muy bonito, pero Cuba es todavía más bonita. Y cuánto más
dinero podría generar, con magnífico ambiente para recreación, qué
magníficos hoteles y restaurantes podrían tener. Vendrían americanos,
europeos y asiáticos desde todo el mundo a Cuba, y gastarían su dinero.
Soluciones específicas para el desarrollo urbano generan planes de cómo
podrá emplearse la gente.
Castro ha estado advirtiendo al pueblo que, después de él, habrá
desempleo. Esta es su demagogia. Se sirve de las frustraciones de la gente.
SOBRE LOS PARTICIPANTES
(en orden de presentación)
Adolfo Franco. Adolfo A. Franco prestó juramento el 31 de enero del 2002
como Administrador Adjunto para América Latina y el Caribe de la Agencia
de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Antes de
ingresar a USAID, Adolfo Franco se desempeñó como asesor de la mayoría
en el Comité Interno de Relaciones Internacionales. De 1999 al 2000 fue
Presidente de la “Inter-American Foundation (IAD)” (Fundación
Interamericana), un organismo gubernamental independiente dedicado a la
promoción del desarrollo de las bases populares en todo el hemisferio
occidental. Antes de convertirse en su Presidente, desempeñó varios
cargos de alto nivel en la IAF, incluso Vicepresidente Ejecutivo,
Director de Asuntos del Congreso y Asesor General, desde 1985.
A comienzos de los años ’80, fue un miembro asociado en los Estudios
Jurídicos de Cole & Corette, en Washington, D.C. y Shughart, Thompson &
Kilroy en Kansas City, Missouri.
El señor Franco es un miembro de los Colegios de Abogados del Distrito
de Columbia, de Missouri y del Colegio Interamericano de Abogados.
Nacido en Cárdenas, Cuba, el señor Franco posee un título de Graduado y
una Maestría en Historia, de la Universidad de Northern Iowa, y el
título de abogado de la Creighton University School of Law, donde fue
miembro de la “Creighton Law Review” (Revista de Derecho de Creighton),
graduándose cum laude.
Jaime Suchlicki. Profesor Emilio Bacardí Moreau de Historia y Director
del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos y del Proyecto
sobre la Transición en Cuba en la Universidad de Miami.
Fue el Director Ejecutivo fundador del Centro Norte-Sur. Durante la
pasada década fue también editor del prestigioso Journal of
Interamerican Studies and World Affairs. Es el autor de Cuba: From
Columbus to Castro (2002), actualmente en su quinta edición, y es
editor, junto con Irving L. Horowitz, de Cuban Communism (2003). Es
también el autor de México: De Monctezuma a NAFTA (2001). Es un
consultor de gran prestigio tanto en el sector privado como el público
sobre Cuba y asuntos latinoamericanos.
Janusz Bugajski. Director, Proyecto Nuevas Democracias Europeas y
Programa Académico de Europa, del Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales.
Anteriormente fue analista de investigación para Radio Libre Europa en
Munich. Ha trabajado como consultor sobre asuntos de Europa oriental
para la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID), el Departamento de Defensa, El Instituto Republicano
Internacional (IRI), el Instituto de Libre Unión Comercial (AFLCIO), el
Buró Internacional de Investigación y Cambio (IREX), y la cadena
televisiva BBC en Londres. Sus publicaciones más recientes incluyen:
Cold Peace: Russia’s New Imperialism (Praeger, 2004), Parties of Eastern
Europe: A Guide to Politics in the Post-Communist Era (M.E. Sharpe,
2002), Toward an Understanding of Russia: New European Perspectives
(Editor) (Nueva York, Council on Foreign Relations, 2002), Ethnic
Politics in Eastern Europe: A Guide to Nationality, Policies,
Organizations and Parties (M.E. Sharpe, 1994), y Nations in Turmoil:
Conflict and Cooperation in Eastern Europe (Westview, 1992 y 1995). Este
último fue seleccionado por Choice como libro académico relevante. Ha
publicado artículos en numerosas revistas, incluyendo Orbis, y
contribuye también en varios periódicos nacionales y extranjeros. En
1994, fue seleccionado por Gale Research para ser incluido en Autores
Contemporáneos, y en 1998 recibió el Premio al Servicio Público
Distinguido del Departamento de Estado, USAID, USIA y la Agencia de
Control de Armas y Desarme, en reconocimiento a su contribución a los
asuntos internacionales. Preside el programa de Estudios sobre Europa
Sur-Central (Balcanes) para Funcionarios del Servicio Exterior de
Estados Unidos en el Instituto de Servicio Exterior del Departamento de
Estado de los Estados Unidos, y ha testificado frente a varios comités
congresionales, incluyendo la Comisión de Helsinki, el Comité de
Relaciones Exteriores del Senado, y el Comité de Apropiaciones para la
Defensa. Bugajski tiene un M. Phil. en Antropología Social de la Escuela
de Economía y Ciencia Política de Londres.
Marek Jan Chodakiewicz. Profesor de Historia en el Instituto de
Políticas Mundiales. Anteriormente fue profesor asistente de historia de
la cátedra Kosciuszko de Estudios Polacos en el Centro Miller de Asuntos
Públicos en la Universidad de Virginia, y profesor visitante de
historia, en la Universidad Loyola Marymount en Los Angeles. El Dr.
Chodakiewicz es autor de numerosas obras, tanto en inglés como en
polaco. Fue editor del boletín de la cátedra: Nihil novi.
Además de sus artículos sobre temas populares y académicos, sus
publicaciones incluyen The Massacre in Jedwabne, July 10, 1941: Before,
During, After (2005), Between Nazis and Soviets: Occupation Politics in
Poland 1939-1947 (2004) y After the Holocaust: Polish-Jewish Conflict in
the Wake of World War Two (2003). El Dr. Chodakiewicz es coeditor de
Poland’s Transformation: A Work in Progress (2003) y de Spanish Carlism
and Polish Nationalism: Borderlands of Europe in the Nineteenth and
Twentieth Centuries (2003). Tradujo y editó la correspondencia de la
familia Ulam de Lwów al matemático Stanislaw Ulam en Harvard desde 1936
hasta pasada la Segunda Guerra Mundial. En 2003, el Dr. Chodakiewicz
ganó el Premio Literario Josef Mackiewicz por su Ejszyuszki: The
Background of Events, and Epologue of Polish-Jewish Relation in the
Eastern Borderlands, 1944-45. En 2004 coeditó una selección de discursos
de Ronald Reagan, publicada como My Vision of America en polaco. El Dr.
Chodakiewicz obtuvo un B.A. de la Universidad Estatal de San Francisco
en 1988, un M. Phil en 1992, y un Ph.
D. en el 2001 de la Universidad de Columbia.
Lech Walesa. Director de la Fundación del Instituto Lech Walesa.
Lech Walesa nació el 29 de septiembre de 1943 en Popowo, Polonia. Cursó
estudios primarios y vocacionales antes de asumir la posición de
ingeniero eléctrico en los Astilleros Lenin en Danzig, Polonia, en 1966.
En 1970, Walesa estaba entre los participantes en las demostraciones del
astillero. Seis años más tarde fue despedido de su trabajo por su
participación en protestas contra el gobierno por la subida de los
precios de los alimentos, y emergió como activista sindical
anti-gubernamental. Walesa fue arrestado varias veces entre los años
1976 y 1980 por sus actividades disidentes.
El 14 de agosto de 1980, los trabajadores tomaron el control de los
astilleros y exigieron la reinstalación de Lech Walesa, quien había
escalado la verja de los astilleros para unirse a los trabajadores que
estaban dentro. Walesa dirigió el Comité de Huelga Interfábricas. El 31
de agosto de 1980, Walesa y el primer Premier Alterno, Mieczyslaw
Jagielski, firmaron un acuerdo que daba a los trabajadores el derecho de
organizarse libre e independientemente. En septiembre, Solidaridad se
constituyó oficialmente en Danzig, y Walesa fue elegido director. El
papel de Walesa en las negociaciones, y como director de Solidaridad le
consiguió reconocimiento nacional e internacional inmediato.
En 1981, sin embargo, el Premier polaco, General Wojciech Jaruzelski,
impuso la ley marcial y Solidaridad fue declarada ilegal. Walesa fue
arrestado, y durante los siguientes siete años estuvo o encarcelado, o
seguido de cerca por la policía secreta, o fue acosado. Recibió el
Premio Nobel de la Paz en 1983. Walesa envió a su esposa Danuta a Oslo
para aceptar el premio, temeroso de que las autoridades no le dejarían
regresar a Polonia si salía del país.
En diciembre de 1988 estaba claro que la inquietud, la insatisfacción
social y las condiciones económicas no podían continuar. Enfrentado a
una fuerte presión, Jaruzelski finalmente estuvo de acuerdo en entrar en
conversaciones con la todavía ilegal Solidaridad a principios de 1989.
Después de históricas “conversaciones de la Mesa Redonda”, las dos
partes firmaron un acuerdo de 400 páginas sobre arrasadoras reformas
políticas y económicas que reconocía oficialmente a Solidaridad. En
junio de 1989, en las primeras elecciones libres celebradas en el bloque
comunista, Solidaridad ganó el máximo número de escaños en ambas ramas
del Parlamento. Junto a dos partidos más pequeños, constituyó el primer
gobierno no-comunista del bloque soviético. Seis meses después, se
desplomó el Muro de Berlín.
En 1990 Walesa se convirtió en Presidente de la República de Polonia.
Condujo el país a través de la privatización industrial, en el primer
conjunto de elecciones parlamentarias libres de Polonia en 1991, y en
las relaciones internacionales con los reción emergidos esstados de
Europa central y del este, así como con los consolidados poderes
occidentales.
Walesa es autor de A Way of Hope , 1987; The Struggle and the Triumph,
1991; y Everything I do I do for my Country, 1995.
Actualmente Walesa dirige la Fundación del Instituto Lech Walesa,
establecida en diciembre de 1995. Está casado y tiene ocho hijos.
http://www.lanuevacuba.com/archivo/transicion-polaca-cuba.htm
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