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Sunday, June 04, 2006

Europa ante la represion en Cuba

Europa ante la represión en Cuba

VACLAV HAVEL

Este año se cumple el tercer aniversario de la oleada de represión en la
que el régimen de Fidel Castro detuvo y condenó a largas sentencias de
cárcel a 75 de los principales disidentes cubanos. Poco después, muchos
amigos y yo creamos el Comité Internacional para la Democracia en Cuba.

La valentía de quienes encontraron su conciencia social, superaron el
miedo y se alzaron contra la dictadura comunista sigue fresca en mi
memoria. Me recuerda el tintineo de las llaves que sonaron en la plaza
Wenceslas de Praga --y después en el resto de lo que entonces era
Checoslovaquia-- en el otoño de 1989. Por eso hice sonar llaves durante
la conferencia para solicitar la democracia en Cuba que nuestro comité
organizó en Praga hace tres años. Quería llamar la atención de la
comunidad internacional sobre la situación de los derechos humanos en
Cuba, para apoyar a la oposición de ese país y animar a todas las
fuerzas prodemocráticas. La Unión Europea introdujo entonces sanciones
diplomáticas, aunque en su mayoría simbólicas, contra el régimen de
Castro. Sin embargo, poco después se impuso una postura contraria. La UE
inició un diálogo con el régimen cubano, suspendió condicionalmente las
sanciones, e incluso varios países democráticos dejaron claro a los
disidentes que no eran bien recibidos en sus embajadas. Cobardes
acuerdos y coartadas políticas --como tan a menudo ocurre en la
historia-- derrotaron a una posición de principio. A cambio, el régimen
cubano hizo un gesto falso y liberó a un pequeño número de presos de
conciencia --la mayoría torturados y gravemente enfermos--, los que el
régimen más temía que murieran en sus famosas prisiones.

Quienes vivimos en las nuevas democracias poscomunistas europeas
experimentamos acuerdos políticos similares cuando vivíamos tras el
antiguo telón de acero. También conocemos de memoria el argumento de que
las políticas europeas no han provocado ninguna detención masiva en
Cuba. Pero la democracia ha dado signos de debilidad y a su vez el
régimen cubano ha adaptado sus tácticas. Organizaciones respetadas como
Reporteros sin Fronteras y Amnistía Internacional han recogido amplias
pruebas de violencia e intimidación contra los librepensadores cubanos,
que pueden esperar un tipo de sonido distinto al del tintineo de llaves.
A menudo, su caso no acaba en los juzgados sino en los hospitales.
Grupos de ''combatientes por la revolución'' --en realidad, la policía
secreta cubana-- atacan brutalmente a sus adversarios políticos y los
acusan de delitos absurdos en un esfuerzo por intimidarlos o por
obligarlos a emigrar. En la isla, esos acosos planeados se denominan
``actos de repudio''.

La violencia política que produce la impresión de mero delito callejero
nunca es fácil de probar, al contrario que las sentencias a varios años
de cárcel, y por tanto no recibe la debida atención mundial. Sin
embargo, miles de ex presos políticos de Europa Central y del Este
pueden atestiguar que la patada de un policía secreto en la calle duele
tanto como la patada de un guardia tras las puertas de una cárcel. La
víctima de peleas callejeras y de amenazas contra la familia organizadas
por el Estado experimenta la misma impotencia que alguien acosado
durante una investigación de la seguridad estatal. En años recientes, a
muchos políticos europeos que han intentado observar la situación sobre
el terreno se les ha prohibido la entrada.

Aparentemente algunos europeos ven a Cuba como un país lejano por cuyo
destino no necesitan interesarse, porque tienen sus propios problemas.
Pero lo que los cubanos soportan hoy forma parte de la historia europea.
¿Quién conoce los tormentos infligidos al pueblo cubano mejor que los
europeos, que dieron vida al comunismo, lo exportaron al mundo, y
después lo pagaron muy caro durante muchas décadas? La humanidad pagará
el precio del comunismo hasta que aprenda a hacerle frente con toda la
responsabilidad y la decisión políticas. Tenemos muchas oportunidades de
hacerlo en Europa y en Cuba.

© El País (Madrid)

http://www.miami.com/mld/elnuevo/14728562.htm

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