Sociedad
Contra el muro del castrismo
Otra forma de disentir: Nuevas redes sociales comercian, prestan libros
y acompañan enfermos para romper el monopolio del Estado.
Jairo Ríos, Ciudad de La Habana
miércoles 7 de junio de 2006 6:00:00
Celebración del Día de los Reyes Magos en una biblioteca independiente
de la Isla. (BIBLIOCUBA.ORG)
La casa es sencilla, con paredes de ladrillo rojo al descubierto y su
techumbre de tejas criollas. No aparece por ningún lado la opulencia. La
riqueza de los que viven en ella está en la discreción con que lo están
haciendo todo.
En momentos en que el régimen arrecia contra la disidencia interna,
contra el flagelo de la corrupción estatal y hasta engulle a algunos de
los hasta entonces monigotes "intocables", una red de abejas humanas y
hormigas con ánimos de gigantes se apresta a sobreponerse al "gardeo" de
la cada vez más macabra presión por parte de la Seguridad del Estado.
La liebre saltarina
A la casa traen carne de res, tan prohibida en la Isla como en Bombay,
pero por razones muy diferentes. La traen en pequeñas cantidades, acaso
medio quintal que es repartido en pequeñas bolsas de nylon, en porciones
de dos o tres libras, a lo sumo cinco. Hasta aquí pudiera parecer que es
un simple tráfico, pero lo curioso del caso es que antes del sacrificio,
el animal es supervisado por un veterinario que certifica que la res
está en completa salud.
Ya comer carne de res en algunos lugares no ofrece peligro, cierto es
que cuesta unos pesos de más, pero se asegura el mercado, se mantienen
los clientes, y niños y ancianos comen del nutritivo alimento.
Hay "entidades" o personas que a título personal están asumiendo la
tarea de romper los cercos de la desidia institucionalizada, oficial. A
la casa llegan partidas de jabones, detergente y otros artículos de aseo
personal que "entran" primero al mercado negro que a la red estatal
recaudadora de divisas. Este es un caso en que la iniciativa individual
hace impenetrable el control policial, y en el peor de los casos les
pone orejeras y lentes oscuros a los ojos y oídos de quienes deben vigilar.
Otro caso recurrente es el del patrocinio, supervisión y acompañamiento
de las iglesias a las zonas de desbalance social. Aquí es la Iglesia
Católica la que lleva la mayor experiencia, aunque se sabe de las
gestiones de algunas denominaciones evangélicas. La Iglesia Católica, a
través de su organización Cáritas-Cuba, distribuye medicinas, alimentos
y artículos de aseo personal con gran regularidad y eficacia, a pesar de
las trabas gubernamentales, aunque con (un poco) menos presión que las
iniciativas individuales.
Sucede que varias personas llevan años intentando establecer un comedor
o restaurante familiar para ancianos y personas desvalidas, pero hasta
ahora ha sido infructuoso el acercamiento y nulo entendimiento con las
autoridades locales. En algunos casos, los gobiernos locales (Poder
Popular) han hecho menos resistencia, pero tampoco han brindado todo el
apoyo que ellos mismos desearían con tal de quitarse de encima la lluvia
de quejas y malestares que se les arrima cada día.
Comedores sociales y miniguarderías infantiles: una vasta red de
voluntarios para el acompañamiento de enfermos, minusválidos, niños y
ancianos en estado de postración son una faceta de ese empuje que el
Estado no puede controlar en su totalidad.
El patito feo
El lado más arduo es, sin dudas, el de la disidencia y la oposición. Si
al gobierno le importa menos de dónde entra el dinero manejado por
organizaciones internacionales como Cáritas-Cuba, OPS/OMS, ONU y otras
más que el destinado a ayudar a sobrevivir a la oposición, no es por una
simple lógica de autodefensa.
El temor del gulag tropical viene por la fuerza que puedan tomar sus
opuestos. La desarticulación malvada de una biblioteca independiente, lo
mismo en Marianao, Camagüey o Gibara, ha hecho a muchos a volver a
reunir igual o mayor cantidad de bibliografía sin mucho ruido,
tragándose el nombre y los apellidos de la nueva institución y
ofreciendo en silencio los servicios de préstamos de libros,
videocasetes, discos y revistas con materiales diversos sobre democracia
y transición, así como consultas bibliográficas y hasta una arriesgada
prestación de fotocopia e impresión de documentos, en caso de contar con
el equipamiento.
Son las nuevas redes sociales, las que ante la embestida policíaca han
escogido el silencio a la promoción debida y merecida. El estado de
terror declarado contra la disidencia ha llevado a muchos a desconfiar
del prójimo. Pero ya son varios los casos en que los miembros de alguna
organización clandestina recibe la voz de alerta, venida de las mismas
entrañas de los cuarteles y lo toman en realidad como un aviso a tiempo
y no como una intimidación de rutina.
La condolencia o la misericordia o el cansancio o los restos de dignidad
(o todo junto) llevan a la colaboración. Los más radicales pegarán el
grito en el cielo, pero los casos están, la Cuba cotidiana está llena de
ejemplos. Las personas que dan estos testimonios, aunque se nieguen a
poner la cara, existen y así lo atestiguan.
Unos se oponen al linchamiento y otros al repudiable acto de repudio,
unos a la marcha burlesca ante la tribuna y otros ante los tediosos
discursos televisivos, hay quien se opone al aplauso y elige el silencio.
La grieta en el muro no sólo es tras el primer martillazo. El rasguño
constante también lo ayuda a caer.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/cuba/articulos/contra_el_muro_del_castrismo
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