Con los Olivas Ya Hemos Topado
2006-06-07
He subido al desván de mi casa, gateado, hurgado en un par de cajas y...
acertado. En un portarrollos he encontrado las ponencias que
investigadores cubanos presentaran, ha 12 años a esta parte, en el 48vo
Congreso Internacional de Latinoamericanistas (ICA, acorde a las siglas
en inglés), celebrado en Estocolmo y Uppsala entre el 4 y 9 de julio de
1994. Sus autores: Alina M. Fernández Arias, Evelio Barrios Oliva y
Carlos Oliva Campos. Este último, el mismo que ofreciera una charla
pública en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad
de Estocolmo el pasado 22 de mayo.
Mas lo cierto es que mi ascenso a la tapiada torre de mi fortaleza, la
había motivado otra intención. Lo que pretendía originalmente era (y aun
lo es) aunar -paralelismos mediante- el coloquio del historiador Calos
Oliva con la de sus compatriotas que a mediado de los 90as, cuando la
crisis cubana arreciaba, hicieran puerto en el paradisíaco país escandinavo.
Sin embargo, al ojear en mi oficina el programa (que todavía lo
conservo) del citado congreso, tropiezo entre los ponentes cubanos con
el nombre de Carlos Oliva Campos. Así que la subida a la inhóspita
buhardilla adquiría ahora un sentido más: reencontrarnos con el
investigador que le propusiera recientemente a este su compatriota un
diálogo entre sordos.
Ciertamente, yo me había quedado pensativo cuando Mona Rosendahl, hoy
directora del Instituto de Estudios Latinoamericanos, al presentar a su
huésped en la conferencia Latinoamérica: Entre el ALCA y el ALBA,
advirtiera que éste ya había visitado Suecia hace más de diez abriles atrás.
Por supuesto que 12 años, son más de una década, y ya el Sr. Oliva pasó,
como quien esto escribe, de los ligeros a los pesados (como me hiciera
notar un amigo). Así que no pude reconocer en él aquel hombre de porte
flácido, bigotes azabaches, tajante raya a la derecha y traje
pulcramente vestido que tratáramos en el verano del 94. Mas vaya y él me
reconoció a mí, pero prefirió no mostrarlo…
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Retornemos pues la película. Aún sin permiso de residencia en Suecia, me
carteé con el Dr. Jan-Åke Alvarsson, entonces Director del Instituto de
Antropología Cultural de la Ciudad de Uppsala. Hasta él me llevó un
latinoamericanista arraigado en Suecia, el Sr. Oscar Agüero, persona que
todavía recuerdo con aprecio. La hoja en que me respondiera el Sr.
Alvarsson el 6 de junio del 2003, era el pliego oficial que promovía el
Congreso de Latinoamericanistas a celebrarse añada más tarde. Lo
anterior, unido a las circulares que me enviara el Sr. Agüero, despertó
mi interés por la reunión científica.
En lo que fuera un cambio radical en mi estatus y el de los míos, acabo
casi de abandonar un campamento de refugiados en el centro de Suecia y
de asentarme en Vaxholm, idílica ciudadela en los extramuros de
Estocolmo. Se me ha concedido la residencia permanente tras alrededor de
dos años de incertidumbre en calidad de asilado político. Mi carta
siguiente al Sr. Alvarsson, que creo solamente quedó en el borrador que
archivé, no era esta vez para indagar la probabilidad de continuar
estudios en el país receptor, más bien para investigar las posibilidades
de participar en el ICA en condición de invitado…
No vacilo en inscribirme en el Congreso Internacional de
Latinoamericanistas. La inscripción costaba 3 mil coronas suecas, toda
una fortuna para un refugiado recién establecido. Recuerdo que mi
comuna, no sé si por consideración o por estimulación, accedió a
cubrirme la mitad del monto. La otra corría por mí, pues a la sazón no
tenía ni pertenecía a ninguna institución que pudiera subvencionarme
dicha cuota. (Por cierto, me sucedieron cosas interesantes y
sorprendentes a raíz de aquel alistamiento, pero siento no es oportuno
aún contarlas. La historia para que sea Historia necesita del factor
tiempo).
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Margareta af Uggla, Ministro de Relaciones Exteriores de Suecia, ha
estado en la inauguración del ICA en la Universidad de Uppsala, la
soleada mañana del 4 de julio de 1994. Consecuente con la línea del
Gobierno conservador, aprovecha la tribuna para criticar la carencia de
derechos humanos en Cuba. No obstante, su voz no sería secundada por
muchos durante la conferencia científica (tampoco cuando dicho Gobierno
sucumbiera, por la vía electoral, par de meses más tarde, dándole paso a
uno socialdemócrata con fuertes simpatías castristas).
Para mi asombro y satisfacción, entre la antropología de urgencia, la
cosmogonía indígena y el sincretismo religioso afroamericano, había
espacio en el ajustado programa para un seminario especial dedicado a
Cuba. Patrocinado por el citado Instituto de Estudios Latinoamericanos
de la Universidad de Estocolmo, el mismo sería moderado por Beatriz
Díaz, del Centro de Estudios sobre el Desarrollo, Universidad de La
Habana, y Mona Rosendahl, de la entidad anfitriona. Al margen de la hoja
que anunciaba dicho seminario anoté “OJO”.
Programado para el miércoles 6 de julio, en la habitación D 315 de
Frescati, inmueble de la universidad capitalina, el seminario contaba
con 8 ponentes de los cuales, el plato “fuerte” lo representaba el
elenco cubano. Nada más y nada menos que cinco estudiosos de
instituciones afines a la Universidad de la Habana: Evelio Barrios
Oliva, del Centro de Estudios Sobre Estados Unidos (CESEU), con la
ponencia El proceso de reformas económicas. Una evaluación preliminar;
Carlos Oliva Campos, CESEU, El conflicto entre Cuba y Estados Unidos y
su impacto en la situación interna; Elena Díaz, del Centro de Estudios
sobre el Desarrollo, FLACSO, Política norteamericana hacia Cuba: efectos
en la calidad de vida; Alina Fernández Arias, del Centro de Estudios
Europeos, Las relaciones Cuba-Europa en los años noventa y la aludida
Beatriz Díaz, Participación popular en el periodo especial.
Por el título de las ponencias, la procedencia académica y dependencia
ideológica de los ponentes, ya usted se puede imaginar a dónde fueron a
parar los tiros. Así que cuando el proyectado panel de discusión echó
andar con participantes e invitados, no dudé en levantar la mano.
Hicimos entonces lo que hiciéramos apenas dos semanas atrás y haríamos
en cualquier otra oportunidad; sacamos a la luz la necesidad del respeto
a los derechos humanos de los cubanos y de democracia para el pueblo de
Cuba. No tenemos constancia registrada, claro, de lo dicho, como tampoco
de lo hecho, al no ser la serenidad nocturna y diurna de nuestra
conciencia, y pueda que la hostigada memoria de alguno de los allí
presentes.
(Éramos, dígase de paso, el único exiliado cubano en aquella sala entre
aquel público; y si arriba y ahora faltamos a la máxima martiana de que
"no se ha hecho la pluma tan necesaria a otras faenas, para que los
hombres la empleen en hablar directa o indirectamente de si propios", es
solamente porque a veces, por desgracia, se hace imprescindible subrayar
que nuestro activismo, por no hablar de civismo, antecede a nuestro
alineamiento a organización o estructura alguna de la emigración
política cubana, de Suecia como de cualquier otro punto geográfico del
orbe).
Recuerdo como si fuera hoy, que, “abusando” de las reglas del juego, fui
literalmente zarandeado por mis compatriotas academicitas. Pero
igualmente se me ha cosido en las orejas de la memoria, parafraseando a
Miguel Ángel Asturias, el joven investigador íbero –¡qué lástima no
salvar su nombre para la posteridad!- que, con estas u otras palabras,
le transmitiera a los “compañeros cubanos” que dejaran de auotengañarse,
que Franco también llamaba a la oposición con epítetos como
“grupúsculos”, pero que si estos no se habían convertido en grupos y
luego en organizaciones partidistas, era justamente por la represión
imperante entonces en el país; y que esos mismos “grupúsculos”, una vez
asomada la democracia a la península, supieron consolidarse en
verdaderos partidos políticos…
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Pero, apartando la indolencia ante la falta de democracia y el irrespeto
a los derechos humanos en nuestra patria y el inevitable sentimiento de
vergüenza ajena, ¿qué fue lo que más me impresionó de aquellas ponencias
presentadas en el seminario especial La situación actual en Cuba:
desafíos y alternativas, obligándome incluso a almacenarlas por más de
un decenio? Pues, la carencia en ellas de un mínimo viso de
cientificidad. En fin, la misma impresión que me causó la reciente y
manada charla del Sr. Oliva Campos en el Instituto de Estudios
Latinoamericanos de la metrópolis sueca.
Casi en contra de mi voluntad he releído las tres ponencias que obran en
mi poder –la de Evelio Barrio Oliva, la de Alina Fernández Arias y la de
Carlos Oliva Campos (las restantes por lo visto nunca fueron
repartidas). Difícilmente se encuentre en las mismas pizca de
metodología científica. La insuficiencia de los pasos sistemáticos del
ciclo investigativo se pone de manifiesto, por ejemplo, en la ausencia
de interrogantes lógicamente formuladas, de un aparato conceptual
definido, de hipótesis verificables, así como en análisis e
interpretaciones del objeto de estudio totalmente incontrolables y
arbitrarios.
Muchos son los métodos científicos que el investigador tiene a su
alcance y elige para encuadrar su labor investigativa –el inductivo, el
deductivo, el hipotético-deductivo, así como otros basados en
definiciones, clasificaciones, estadísticas, etc.-, pero ninguno de
ellos se vislumbra en los papeles de los dizque científicos sociales
cubanos. Como tampoco aparece una sola referencia o cita a otro colega
del mundo, a ninguna teoría, tradición o escuela científica. Aquello es
sarta de párrafos más mal que bien hilvanados, que no debería otorgarle
a sus fabricadores ni siquiera el título de científicos vocacionales,
mucho menos el de profesionales.
Todo lo anterior legitima por supuesto el cuestionamiento ya adelantado
por redactores de este medio informativo, sobre los verdaderos fines de
charlas y ponencias de esta índole en recintos académicos de sociedades
democráticas. Olivas del patio bien podrán embadurnar a quienes en el
Occidente libre se dejen embadurnar. A nosotros, exiliados cívicamente
comprometidos, nos compete empero denunciar toda vez que los Olivas
traten de apuntalar, parapetados tras sermones academicistas, al régimen
(de verde) olivo.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=5700
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