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Wednesday, January 03, 2007

Números en pugna

Economía
Números en pugna

Los resultados económicos son la manzana de la discordia. Unos los tachan de inciertos y otros, viceversa; pero a la mayoría les importa un comino.

Federico Fornés, Ciudad de La Habana

miércoles 3 de enero de 2007 6:00:00

En Cuba, nada se parece más a la economía que sus propios precios: ambos están por las nubes.

Muchos creen que para 2007 las estadísticas podrían ser tan delirantes como ahora y que el estado de cosas será más o menos un calco. Es imposible —ripostan— cotejarlas por medios independientes.

"Cuba no falsea sus estadísticas, ni las manipula", alega el ministro de Economía, José Luis Rodríguez, al poner en blanco y negro el crecimiento del producto interno bruto de la Isla en 2006: 12, 5 por ciento.

La cifra encarama a la economía cubana "a la cabeza del crecimiento mundial", desplazando así a China, que hace cuatro años mantiene crecimientos superiores al diez por ciento y que se tiene como la economía más arrolladora del planeta.

"Las imprecisiones, los datos inexactos, enmascarados consciente o inconscientemente no pueden continuar", acotó tronante el general Raúl Castro ante el parlamento, poco después de escuchar el informe de Rodríguez.

¿Una podrida para el ministro? La pregunta suena chocante, pero en la calle la gente cuestiona hasta la saciedad los indicadores. Los números van por un lado, la vida por otro.

Comerse un cable

"Pueden decir lo que les dé la gana. El papel es el animal más fuerte: aguanta todo lo que le pongas", asegura riendo una ex maestra de educación primaria. "Realmente no les presto atención, son números al fin y al cabo".

Se dedica a repasar a una docena de muchachos de segunda enseñanza en su casa, "para que aprendan lo elemental que no le dan en la escuela". Cobra diez pesos por sesión de dos horas. Al mes obtiene un salario superior a los quinientos pesos, unos 20 convertibles.

"Aquí lo único que crece es la producción de cable. Esa no falla nunca", dice alguien a quien apodan el "pichao" —demente— por sus atrevidos comentarios de esquina. "Comerse un cable", en norma cubana, significa padecer penuria.

El espectacular "aumento" del PIB cubano se sustenta, según la CEPAL —Comisión Económica para América Latina— en la ampliación de las relaciones comerciales con Venezuela y China y, al igual que en 2005, en el crecimiento de la venta de servicios profesionales, especialmente de salud, a más de una treintena de naciones.

También influyó, siempre según datos oficiales, el incremento de las exportaciones de níquel y de medicamentos, y en menor medida el turismo, que apenas rebasó los dos millones de visitantes.

Las remesas desde el exterior, fundamentalmente de Estados Unidos, y que se calculan entre 800 y 1.000 millones de dólares, son excluidas por la aritmética oficial.

Hace dos años, La Habana diseñó su propio método para medir el PIB, aún no validado por organismos internacionales. El procedimiento incluye gastos sociales y subvenciones estatales a productos y servicios a la población. Es una manera de realzar la justicia social del sistema, alegan sus patrocinadores.

De cualquier manera, los impugnadores del 12, 5 por ciento encuentran un escollo en las explicaciones de Rodríguez.

"Si se excluyeran del cálculo de PIB los servicios y el comercio, la economía crecía un 9,51 por ciento, que es igualmente importante", dijo el también vicepresidente cubano.

La sátira se reactualiza

Tradicionalmente, las estadísticas cubanas, sobre todo las productivas, suelen ser pinchadas por la duda pública. Desde los años ochenta, la gente acuñó la frase de inflar globos para impugnar su credibilidad. Desinflarlos nunca ha sido menester de nadie.

Hasta en los periódicos de la época se hablaba del término en aras de atacar a una burocracia que sólo quería agradar a sus superiores con cifras que pecaban de inverosímiles. Uno de los ejemplos más escandalosos eran los datos de promoción docente en las escuelas en el campo. Casi todos superaban el 95 por ciento.

Los lectores se preguntaban dónde estaba el fraude, si en los porcentajes brindados por los directores o en las exámenes de los estudiantes.

Los propios medios de prensa hacían el juego y los planes productivos casi siempre se sobrecumplían en los informes publicados. El triunfalismo se tomaba como un vicio a corregir, pero al mismo tiempo no se hablaba en otros términos.

"Si quieren viandas, pescados, camarones, huevos y carne, vayan a comprarlos al noticiero de televisión", jaraneaban los cubanos hace unos años. La sátira se reactualiza. Ahora pueden reírse de lo mismo.

Algunos van más lejos y aseguran que hasta la velocidad de los vientos en los huracanes ha sido adulterada, alguna que otra vez, para justificar malas cosechas.

Los vituperios, sin embargo, no están en la boca de todos. Una farmacéutica estima creíble el 12, 5 por ciento de crecimiento. Pone un par de ejemplos: que ya no hay apagones y que los medicamentos faltantes son mucho menos que hace un par de años.

"No teníamos nada, estábamos en el piso , así que cualquier cosita hagamos representa mucho", comenta. Para ella el problema de fondo radica en los ritmos de crecimiento.

"Necesitamos saltos hacia delante, no pasitos como esta ahora. ¿Cuándo veremos de verdad una mejoría?", se pregunta y mira de soslayo a su pequeño hijo.

Un economista que trabaja en la red hotelera respalda la credibilidad de las cifras. "No creo que sean falsas. Lo que sucede es que no llegan a los bolsillos de la gente, porque apenas tenemos una economía de servicios y porque nuestra moneda es casi que papel mojado".

Julio Verne, 'El Puma'

Aunque la CEPAL registró para la Isla una inflación de 4, 2 por ciento, los cubanos no ven la luz al final del túnel. Los salarios son arenisca en poder del torbellino inflacionario.

Cheíto, un joven que trabaja en un centro nocturno, quemó sus ahorros de un año en un par de tenis de marca. Le costaron cinco veces su salario mensual. "Y gracias que mi vieja tiene lo suyo y no me pide nada", se ufana al decirlo.

El calzado que se vende en las tiendas pasa por una pirámide de impuestos. Al costo de compra se le suma el de acarreo, transportación, almacenaje y seguridad, y luego se multiplica por 340 por ciento.

Una vez en la peletería es posible que los propios dependientes le impongan "una multa" al precio de salida. Lo que el cliente se lleva para los pies no son zapatos, sino grilletes impositivos.

Los cubanos no demoran en mirar el lado cómico de los problemas y siempre están dispuestos a la carcajada. En los corrillos intelectuales al ministro de economía se le conoce como El Puma, en alusión al cantante venezolano José Luis Rodríguez.

Uno de los chistes es que el funcionario abre la nevera y ve multiplicados su jamón, su pescado y su whisky. "Sí, es cierto que crecimos", se dice a sí mismo con la parsimonia que nunca le abandona.

Otros son más fantasiosos y rebuscados. "Ya tenemos lo que faltaba a nuestro parnaso: un Julio Verne".

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