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Tuesday, January 02, 2007

La primera familia

POLITICA
La primera familia
Juan González Febles

LA HABANA, Cuba - Diciembre (www.cubanet.org) - En ausencia de Fidel
Castro, Cuba continúa siendo un íntimo y cerrado negocio familiar. Una
decena y un poco más de influyentes familias lo poseen todo. A la cabeza
de la primera familia, quedó Raúl Castro.

Sobre este particular, he escuchado a muchas personas referirse a la
condición sentimental del general de ejército y a sus profundos
sentimientos filiales. Esto serviría como contrapeso al generalizado
consenso sobre la alegada frialdad deshumanizada del Comandante.

Algo mejor, aunque aun muy insatisfactorio. No es halagador vivir bajo
el supuesto de que se ha mejorado porque el nuevo dictador es
sentimental y buen padre de familia. Volviendo al asunto de las
familias, el último congreso de la Federación Estudiantil Universitaria
(FEU) fue una velada exposición de la nueva situación.

Se rumora con insistencia una supuesta relación filial entre el primer
secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y el general de
ejército Raúl Castro. Por otra parte, nadie duda que el presidente de la
FEU, el delfín Lage Codorniú, tenga asegurado su lugar en el casting
político por venir. Será cuando pierda el cabello. Problema de tiempo… y
familia.

El último congreso de la FEU fue casi un asunto de familia. Por otra
parte, el país se encuentra parcelado para usufructo de estos selectos
clanes. Luego que Forbes destapara los millones de la curia castrista,
sobre esto, queda poco por decir. Aunque sobran los que dentro y fuera
de Cuba se desgastan en teorizaciones y razones políticas, la única
razón que sostiene el status quo actual es la inquietud de las familias
del poder, por su futuro y el futuro de sus intereses.

La primera familia no ve claro su futuro, las segundas, las terceras y
el resto, tampoco. El entramado de poder en Cuba permanece intacto desde
hace varias décadas. Luego que los afeites cosméticos marxistas cedieron
a la presión que representa un mundo que se hace pequeño y más
interdependiente, se vieron obligados a dar paso a la dolarización y los
mercados.

Crearon nuevos amarres y nuevas cadenas. Los negocios corporativos
conocieron gerentes y empresarios salidos de cuarteles y antros
represivos. Todas las oportunidades y garantías, de una forma u otra,
quedaron en sus manos.

Tanto la primera como el resto de las familias del poder en Cuba conocen
el pragmatismo que requiere la supervivencia básica. Por el momento, son
dos sus principios básicos. El primero no autorizar reformas de carácter
político, el segundo no permitir que se organice una oposición
coherente, que sea alternativa válida de poder político, con una
sociedad civil que la respalde.

En relación con las reformas, aprendieron de ellas todo lo que
consideran necesario de las experiencias de Europa del Este. Están
seguros de que si aflojan el dogal del pueblo, no podrán apretarlo más.
Consideran a las reformas, el principio del fín de su imperio absoluto.
No piensan ni por un instante someterse a la prueba que resultó fatal
para los sandinistas en Nicaragua y para Pinochet en Chile.

La primera familia deberá borrar toda referencia pública a sus pocos
proletarios millones. Negociar con los norteamericanos el cierre de
Radio y Televisión Martí es esencial. A cambio, pueden ser liberados
algunos o quizás todos los prisioneros de conciencia. Lo demás sería
sólo más de lo mismo: Mantener desunida e irrelevante a la oposición y
silenciar a la prensa independiente de Cuba. Esto sin prisiones y
presiones ostensibles.

En medios políticos oficiales se especula con eso. En el momento de la
verdad, cuentan con que los yanquis se darán por satisfechos si reciben
garantías serias en relación a una emigración controlada que se reduzca
progresivamente. Esto deberá dar paso a la eliminación del presidio
político.

La nueva situación mantendría más de un status quo: Primero, la
industria anti castrista continuaría moliendo. Segundo, podrá dársele
seguimiento indefinido a la defensa de una soberanía nacional,
alegadamente amenazada por una "mafia anexionista", con amplios e
ilimitados recursos. Todo claro está, más asordinado, más light, menos
antiimperialista y más a tono con un background suave de cuerdas y
tumbadoras, en vez de los platillos y redoblantes de sudorosas marchas
combatientes guerreras.

Al general Raúl Castro le disgustan las peroratas y los espectáculos
mediáticos. Le gustan la institucionalidad y los órganos colegiados. Fue
el más ortodoxamente soviético de los militares cubanos. Hoy día está a
la cabeza de la familia y debe hacerla evolucionar a formas superiores
de legitimidad política.

Curiosamente, algunos creen que al general Castro le agrada el rol de
ser quien firme el certificado de defunción para la dinastía fundada por
su hermano. Esto no es necesariamente así. Aspira a legitimidad y
continuidad institucional. Para ello, bien vale la pena desembarazarse
de la primogenitura revolucionaria. La cederá a Hugo Chávez que la
llevará con toda elegancia, como una medallita más, de su traje
polichinela bolivariano de camuflaje.

Nuestro tirano, castrense, martiano, filial y sentimental, aspira a
disfrutar de paz en familia y a pelear sus gallos los domingos. Esto,
sin disidentes ni exilados molestos, sin demandas altisonantes de
libertad política y por supuesto, sin tanta enemistad con el vecino del
norte. Lenta y organizadamente se dirige hacia su objetivo. Se impone
estar alertas.

jgonzafeb@yahoo.com

http://www.cubanet.org/CNews/y07/jan07/01a7.htm

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