Secuestro y muerte de Rotilla
Jueves, Septiembre 26, 2013 | Por Ernesto Santana Zaldívar
LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -En este mes de agosto
tampoco hubo Festival Rotilla, que debió haber cumplido quince años,
pero que en 2011 fue convertido en un invento anodino, Verano en
Jibacoa, sin la menor trascendencia y sin la enorme convocatoria de
público del evento original, hermoso proyecto secuestrado y ultimado con
total premeditación por el Ministerio de Cultura.
Esta es la historia que relata Ni rojo ni verde: Azul, documental de 35
minutos rodado en 2011 por Matraka Producciones, editado en 2012 y que
en este año comenzó a ser difundido. En abril hubo una presentación en
Estado de SATS, con la asistencia de los realizadores del filme y de los
organizadores del Rotilla Festival.
Dirigido por Sandra Cordero y Hanny Marín, y producido por Diddier
Santos, en el documental aparecen entrevistados, entre otros, Michel
Matos (director del festival), Arturo de Fe (gestor de su organización y
seguridad), Adrián Monzón (director de Talento Cubano), el artista
Ismael de Diego, Raudel Collazo (del grupo de rap Escuadrón Patriota),
Aldo Rodríguez (El Aldeano), Luis Eligio de Omni, Darsi Fernández
(delegada de la SGAE en Cuba), el escritor y cineasta Eduardo del Llano
y el director de cine Fernando Pérez.
Ni rojo ni verde…es un filme de primera calidad, empezando por la forma,
que es por donde hay que empezar, pues por bueno que sea el tema no se
concibe un documental solo con cabezas parlantes. Y esta producción
suma, a los atinados testimonios personales, elocuentes escenas del
propio festival, de otras películas o de archivo, pero, sobre todo, una
enriquecedora labor de animación y gráfica y una ágil edición de Abel
Álvarez y David Nicle.
En el filme, Michel Matos nos cuenta cómo una fiesta playera entre
amigos, en 1998, fue semilla de lo que, tras seis años como festividad
para unos cientos de personas, llegaría a convertirse en celebración de
muchos miles. El proyecto comenzó a crecer cuando los organizadores se
relacionaron con estudiantes de cine y olfatearon otras dimensiones.
Luego, el cineasta alemán Dirk Boll los ayudaría a realizar una gira con
cientos de conciertos por todo el país para una "alfabetización de la
música electrónica", que resultaría en un largometraje. Fue la primera
oportunidad de trabajar con un presupuesto y entender el mecanismo que
permite obtener fondos de fuentes externas.
Sin embargo, el gran salto fue cuando conocieron a los organizadores del
Exit Festival, que los llevaron a Serbia para que aprendieran a
organizar ese tipo de eventos y profundizaran en las responsabilidades
que implica. Con un presupuesto mayor , nació la productora Matraka, que
realizaría el Rotilla Festival, además de conciertos, documentales y
exposiciones, empeñada en colaborar con la creación cultural cubana.
Como explica Arturo de la Fe, Rotilla se convirtió en un escenario
alternativo para que los artistas mostraran libremente su trabajo y
muchos de ellos hicieron sus primeras presentaciones ante una audiencia
de más de cinco mil personas. Pero con el multitudinario éxito del año
2010 las autoridades, que ya recelaban, pasaron a la hostilidad abierta.
Según Michel Matos, lo normal era que, unos tres meses antes de comenzar
cada edición, se comenzaran los trámites con el gobierno sobre propuesta
artística, presencia policial, logística, etc. Sin embargo, cuando
empezaron esas gestiones en 2011, Noel Soca, director de Recreación y
Cultura de la provincia de Mayabeque, les comunicó en un parqueo,
informal y grotescamente, que el festival quedaba en manos de las
instituciones oficiales.
Una semana después, expulsados, por no haber sido invitados, de una
reunión en el Ministerio de Cultura donde se decidía el destino del
festival, los organizadores comprendieron que se planeaba el robo del
evento desde las más altas esferas culturales. Si siempre habían tenido
que lidiar con censuras, condicionamientos y fuertes presiones, ahora se
hallaban ante un ataque directo del gobierno, cuyas autoridades, como es
frecuente en tales casos, nunca explicaron cara a cara cuál era el
problema y se limitaron a crear una campaña de opinión. Según refiere
Matos, "algunos funcionarios especulaban que nuestros fondos provenían
de grupos interesados en desestabilizar la revolución", y, por otro
lado, la Seguridad del Estado los señalaba como posibles víctimas de una
manipulación exterior a través de los fondos recibidos".
En julio de ese año, los organizadores hicieron una declaración en la
que denunciaban el secuestro del Festival Rotilla y anunciaron que
iniciarían acciones legales contra el Ministerio de Cultura. Además,
intentaron llegar a la playa donde se celebraba el espurio evento,
mostrando el letrero Rotilla Festival Edición Robada en los pulóveres,
pero la policía no los dejó pasar de Guanabo. Para colmo, la misma
prensa cubana que los había enaltecido como "la mayor celebración de
cultura alternativa organizada de manera independiente en Cuba", ahora
enmudecía ante el atropello y las denuncias correspondientes y se
referían a Verano en Jibacoa como si el Rotilla Festival nunca hubiera
existido.
Por su parte, los funcionarios culturales perpetradores del secuestro se
quejaban de que la prensa extranjera "hubiese manipulado los hechos", al
tiempo que afirmaban en la Mesa Redonda televisiva que los jóvenes del
país gozaban de "una política cultural inclusiva, abierta a todas las
posibilidades" y que "ningún proyecto interesante de un joven creador
debía ser rechazado".
Ismael de Diego habla en el documental de cómo acaba marginado un
artista joven cuando intenta defender sus necesidades individuales como
creador, porque "no tengo manera de enfrentarme a un sistema que lo que
me ha enseñado hasta el día de hoy es que yo no soy nada y que el
sistema lo es todo".
En la presentación del documental en Estado de SATS, ya Michel Matos
(asegurando que ellos tienen planes para hacer revivir el festival,
aunque no sea en la misma playa), expresaba que no veía más salida que
continuar siendo independientes y que no se podía jugar el juego
impuesto por las autoridades: "Tenemos que jugar nuestro propio juego,
pensar desde nuestro propio pensamiento y no temer a hacer alianzas con
actores internacionales, con sedes diplomáticas, con grupos comerciales
del exterior: alianzas que nos den fuerza, porque hay que ser realistas:
la sociedad civil sin fuerza económica es débil; si no tiene
equipamiento, ni recursos, ni conexiones, ni tecnología, es muy débil".
Dotados de una energía y de una resolución que parecen indoblegables,
estos jóvenes siguen adelante con su anhelo de continuar trabajando por
la cultura de su país, aun contra el acoso y la hostilidad
gubernamentales, porque, como reza la frase escrita con que concluye Ni
rojo ni verde: Azul, "un instante de oscuridad no nos dejará ciegos".
Source: "Secuestro y muerte de Rotilla | Cubanet" -
http://www.cubanet.org/articulos/secuestro-y-muerte-de-rotilla/
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