De la vaca, ni el rabo
Lunes, Septiembre 30, 2013 | Por Alberto Méndez Castelló
PUERTO PADRE, Cuba, septiembre, www.cubanet.org – Rabos de vacas al 
precio de un peso y unos pocos centavos en moneda nacional, vendieron 
esta semana en algunas carnicerías de Puerto Padre. La alegría de 
quienes los alcanzaron era manifiesta. Pero los rabos duraron lo que el 
consabido merengue en la puerta de una escuela.
Tales apéndices son vendidos generalmente en moneda dura, en las Tiendas 
Recaudadoras de Divisas (TRD), donde un rabo de res, de tamaño medio, 
vale lo que no gana un albañil trabajando todo un día para el Estado.
Y ni qué decir que al precio oficial -de poco más de dos pesos por 
litro-, un vaquero tendría que entregar al Estado más de sesenta litros 
de leche para comprar en una TRD un kilogramo de carne de vaca, que, a 
la tasa de cambio de pesos convertibles por moneda corriente, cuesta más 
de doscientos veinticinco pesos.
Acabo de conversar con el periodista José Luís Ramos, de Radio Martí, a 
propósito de la alarma epidemiológica existente aquí. Le decía que a mi 
juicio, más que todos los riesgos epidemiológicos posibles, preocupa la 
irresponsabilidad cívica con que el Estado nos obliga a vivir cada día, 
esa cuota de veinticuatro horas de incertidumbre, que hemos estado 
obligados a pagar durante más de cincuenta años continuos.
"24 horas en la vida de un guajiro cubano" es un reportaje de 1955, de 
la periodista Marta Rojas, referido por el periódico Granma, el pasado 6 
de abril. Cuenta ella que aquel día de 1955, su entrevistado, el 
campesino Alfredo Vera, con esposa y seis hijos, ganó dos pesetas en las 
cinco primeras horas de trabajo. Con eso compró media botella de 
creolina para curar a su caballo de garrapatas, un jabón, una latica de 
aliño para la comida, (la Sra. Rojas le llama sancocho) café, azúcar, 
especias, sal, un pedazo de bacalao y unas galletas.
Convengamos que dos pesetas de 1955, en Cuba y en buena parte del mundo, 
tenían el poder adquisitivo que hoy no tienen dos dólares. Pero no se 
trata de eso. El hecho incuestionable es que al campesino le bastaron 
cinco horas de trabajo para adquirir alimentos y aseo para ocho 
personas, y además medicina para curar a su caballo. Actualmente, en 
Cuba el bacalao es una comida para elegidos y no para campesinos. No se 
trata de añoranzas ni de sublimar un pasado de por sí perfectible. Pero 
media botella de un buen insecticida sistémico para librar de plagas a 
un animal, bien puede costar mil pesos, poco más de dos salarios 
mensuales, según el promedio nacional.
En un momento triste de nuestra historia, José Martí recordó al general 
Máximo Gómez aquella gran diferencia entre un país y un campamento 
militar. Más que en un cuartel, Cuba fue transformada en un campo de 
trabajos forzados, y sabido es que, a la fuerza, ni los bueyes producen. 
A quienes un día bastó el trabajo de algunas horas para alimentarse con 
bacalao importado de Terranova, hoy no les alcanza ni para el rabo de 
las vacas cubanas. Y no es que así está Cuba: es que por acción u 
omisión esto hicimos de Cuba los cubanos.
Source: "De la vaca, ni el rabo | Cubanet" - 
http://www.cubanet.org/articulos/de-la-vaca-ni-el-rabo-2/
 
 
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