CORRUPCIÓN
La conjura de 'La Divina Pastora'
MIRIAM CELAYA | La Habana | 30 Sep 2013 - 6:48 am.
La oscura corporación Gaviota, perteneciente al ejército, hace y deshace 
sin rendir cuentas a nadie. En el Morro habanero ha despedido a todos 
los trabajadores de un restaurante tras la llegada de 'un inversor', 
miembro de la casta verdeolivo.
Un título tan cursi podría parecer sacado de la más mediocre novela 
negra, sin embargo, se refiere a hechos reales: el restaurante La Divina 
Pastora, perteneciente a la corporación Gaviota, del Ministerio de las 
Fuerzas Armadas Revolucionarias (Minfar), enclavado en áreas del Parque 
Histórico Morro-Cabaña, en La Habana, ha sido cerrado para iniciar un 
proceso de licitación. Sus trabajadores han quedado "disponibles" en la 
"bolsa de trabajo", en espera de una futura "reubicación". Son las 
nuevas víctimas de otra conjura de la mafia verdeolivo.
Ninguno de ellos vio venir el golpe. Frustrados y profundamente 
preocupados por la pérdida de sus ingresos y la angustia del desempleo, 
los 23 trabajadores han dirigido cartas de reclamación a diferentes 
instancias, incluyendo el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social. 
Hasta el momento no han recibido respuestas.
No obstante, muchos de ellos se resisten a asimilar lo ocurrido, sin 
comprender que la conspiración estaba cuidadosamente planificada en 
detalle por los jerarcas de uniforme. Hay quienes, ingenuamente, creen 
que todavía hay esperanzas de solución. Pero la suya es una batalla 
perdida: desde un principio la suerte estaba echada y su destino 
sellado. Los intereses económicos de la cúpula militar no se detendrían 
por nimiedades tales como respetar los trabajos de un puñado de 
individuos perfectamente prescindibles.
La conjura
Meses atrás comenzó a rumorearse que La Divina Pastora estaría entre los 
restaurantes que formarían parte del experimento piloto de las 
cooperativas no agropecuarias que se proponía desarrollar el Gobierno, 
inmerso en sus controvertidas "reformas". En un inicio, los trabajadores 
se preocuparon ante la posibilidad de que esto provocara un plan de 
despidos para lograr una mayor rentabilidad y eficiencia, propias de una 
empresa cooperativa; pero bien pronto se entusiasmaron ante la 
perspectiva de trabajar de manera autónoma e incrementar los ingresos 
personales, incluso sin incurrir en el riesgo de las ilegalidades que 
pululan en todos los establecimientos estatales, en particular los que 
operan con moneda convertible, como es el caso.
Para mayor ventura, "desde arriba" se les aseguró que no habría 
despidos. Esto disipó las reservas iniciales y provocó las expectativas 
de los que pensaban que sería un nuevo y ventajoso comienzo en un 
restaurante de posición privilegiada, justo a la entrada de la bahía de 
La Habana, en la fortaleza de La Cabaña, al otro lado de la ciudad: una 
vista panorámica de la capital y una plaza frecuentada por numerosos 
turistas extranjeros.
La primera sorpresa sobrevino cuando en una Mesa Redonda de la TV, 
dedicada al tema, un periodista declaró que "los trabajadores de La 
Divina Pastora" no querían cooperativizarse. Atónitos ante semejante 
calumnia, éstos escribieron al programa, reclamaron al Instituto de 
Radio y Televisión y elevaron su queja por escrito a las más diversas 
instancias. Los medios oficiales no rectificaron el error y con el paso 
de los días incorporaron el incidente como un pequeño desliz 
involuntario, quizás debido a una desinformación o confusión de los 
responsables del programa.
Poco después el presidente de la corporación Gaviota, en persona, se 
presentó conciliadora y paternalmente en el restaurante ante los 
trabajadores y, entre otras cosas, les explicó que la cooperativa sería 
algo positivo, favorable para todos, y que formaba parte fundamental de 
las transformaciones económicas que constituían imperativos para el 
país. Era un plan priorizado del Gobierno, ineluctable. Así, pues, 
debían elegir a cuatro de ellos, en representación de todos, para que 
recibieran un seminario acerca de lo que sería la empresa cooperativa y 
las características del proceso de transformación al nuevo modo de 
explotación del restaurante.
Los representantes elegidos, en efecto, pasaron su seminario y pusieron 
el mayor empeño en actualizarse sobre el asunto, mientras las 
expectativas de sus compañeros subían de punto ante la inminencia del 
cambio.
El golpe
Un primer impacto contra las ilusiones llegó cuando, en otra reunión, a 
los empleados aspirantes a cooperativistas se les habló de impuestos y 
de cifras concretas. Eran sencillamente astronómicas. Según los 
parámetros que se les impondrían, tendrían que abonar, además de todos 
los impuestos por disímiles conceptos, 40 CUC por cada metro cuadrado de 
superficie ocupada, incluyendo las áreas de parqueo, las cuales —por 
razones obvias— no generan los mismos ingresos que el salón-restaurante 
propiamente dicho.
Y esa era la menor de las cifras que escucharían: para iniciar la 
cooperativa se imponía que aportaran un adelanto de 116 mil CUC, un 
monto definitivamente alucinante. Cundió una sensación de irrealidad que 
se expandió como un cuerpo sólido en medio de la reunión y arrancó un 
clamor general. Aquello debía ser un error, no podía ser serio. Con 
seguridad alguien se había equivocado. ¿De dónde podrían obtener ellos 
una cifra tan elevada de dinero? Pero no, la cifra había sido asignada 
ya por los especialistas y la directiva de Gaviota. ¡Ah, compañeros, hay 
que pedir un crédito bancario y acordar con éste los plazos de 
devolución y los intereses!
Se decidió que una representación de los trabajadores iría al Banco a 
solicitar el préstamo y acordar las condiciones. Nadie quería 
descorazonarse.
El Minfar: ¿un paraíso fiscal en sí mismo?
La amable empleada del Banco no entendía qué era lo que solicitaban 
aquellas personas. ¿De qué crédito estaban hablando?, ¿sobre qué fondos 
creían que podían acceder a un préstamo, en especial tan elevado? De 
hecho, les explicó, La Divina Pastora jamás había ingresado un centavo a 
las arcas del Banco. Es más, Gaviota misma no había realizado ingreso 
alguno en todos sus años de existencia, por ningún concepto, como si de 
una entidad fantasma se tratara. ¿Y entonces, qué podían hacer los 
trabajadores? La gentil empleada bancaria no sabía; solo conocía lo que 
no podían hacer: obtener crédito.
Ahora bien, más allá del drama de un colectivo de trabajo, esto lleva a 
consideraciones de otra naturaleza en un país donde, al menos de jure, 
se está librando una batalla tenaz contra la corrupción y las 
ilegalidades, para lo cual el General-Presidente ha creado una 
implacable Contraloría provista de los más rigurosos registros, que 
opera a través de un inflexible cuerpo de inspectores en coordinación 
con la PNR. Los carretilleros, merolicos, pequeños comerciantes y toda 
suerte de timbiricheros podrían dar fe de los frecuentes operativos e 
inspecciones fiscales a que son sometidos regularmente y del monto de 
las multas que se imponen, además de otras reconvenciones ante la menor 
violación (o sospecha de ella) en que incurran.
Pero, asumiendo como cierto que no existen rastros visibles de los 
movimientos financieros de la corporación "estatal" Gaviota en el Banco 
(también estatal), si se ignoran sus ingresos e inversiones y sus 
cuentas son absolutamente desconocidas, ¿cómo se aplicarían a ella los 
chequeos de contraloría? ¿En virtud de qué derechos 
supra-constitucionales estaría una corporación militar exenta de 
escrutinio fiscal? ¿Acaso se podrían considerar sus finanzas como 
"información sensible" y por tanto, secreta, solo por ser una entidad 
económica del Minfar, aunque eminentemente capitalista?
Y se trata ésta de una corporación que agrupa tanto restaurantes como 
hoteles en diferentes locaciones turísticas del país, bases de 
transporte, tiendas y otros establecimientos, es decir, con ingresos 
significativos, y en la que —además— laboran miles de trabajadores 
civiles que pagan seguridad social y cobran salarios, vacaciones y otras 
prestaciones como la maternidad, las licencias médicas, etc. ¿No existe 
un registro bancario de los cobros e ingresos de ellos por estos conceptos?
Sin dudas, hay decenas de preguntas sin respuestas en este como en otros 
macronegocios de la élite verdeolivo. Sabemos que dicha élite no 
mercadea con timbiriches. Al menos nadie ha visto a ningún militar de 
charreteras arrastrando una carretilla de viandas, hortalizas y frutas 
por nuestras calles, ni vendiendo bisutería u otras mercaderías 
corrientes en pequeños locales; la humildad solo es buena en los 
discursos. Todo sugiere que en Cuba circulan tres monedas: dos de ellas 
visibles, el CUC y el CUP, y una invisible e irrastreable, el capital de 
los monopolios militares.
Por eso no es de extrañar que, ante la evidente incapacidad financiera 
de los trabajadores de La Divina Pastora, y ante sus quejas y 
reclamaciones, nuevamente se presentó ante ellos el señor director de 
Gaviota, esta vez ceñudo, autoritario e investido de todos los poderes, 
y les espetó sin ceremonias que las cifras asignadas por concepto de 
impuestos sobre el espacio, así como el capital inicial, "no eran 
negociables". Telón.
Epílogo
A los atribulados trabajadores les fue informado que el viernes 20 de 
septiembre de 2013 el restaurante quedaría cerrado y se procedería a su 
licitación. Porque resulta que ya hay (en realidad siempre hubo) un 
inversor con capital disponible para asumir la "cooperativa". Como 
habrán adivinado los lectores, se trata de un miembro prominente de la 
casta de los ungidos que seguramente no precisó de un crédito bancario 
ni de una declaración de ingresos para colocar el dinero requerido.
En cuanto a los trabajadores, bien, gracias, cada uno en su casa 
procurando tragar el buche amargo. Quizás se estén preguntando de qué 
valió que durante años pagaran puntualmente sus cotizaciones al 
sindicato, que asistieran a las marchas "revolucionarias" convocadas por 
el mismo poder que ahora los desalojó, y que —procurando "no señalarse"— 
obedecieran mansamente y sin rechistar cada orientación de las alturas. 
Por el momento, solo esperan que alguien les explique a qué se refería 
el presidente de Gaviota cuando les dijo que "nadie quedaría desamparado".
Source: "La conjura de 'La Divina Pastora' | Diario de Cuba" - 
http://www.diariodecuba.com/cuba/1380516499_5304.html
 
 
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