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Sunday, October 18, 2009

Santiago, el mito de Fidel

Santiago, el mito de Fidel
ESTEBAN VILLAREJO | SANTIAGO DE CUBA

Titular: «Muerto Fidel Castro». ¡Cómo habría cambiado la historia si esa
portada del diario cubano «Ataja» del 29 de julio de 1953 hubiese sido
cierta!. «Muerto Fidel Castro, peleando contra el ejército».
Pero no fue así, y ese ejemplar periodístico que hoy se exhibe con
orgullo castrista advierte al visitante que la muerte de Fidel (o más
bien su capacidad para esquivarla) es el pedestal sobre el que se
asientan su mito y su dictadura. Es el Cuartel Moncada, en Santiago de
Cuba, donde el mito tuvo su génesis.
Llegamos en bicitaxi. Ante la fachada, frente a la placa conmemorativa,
tres policías se cobijan en la única sombra del lugar. Uno hojea el
«Granma». El segundo, el también oficial «Juventud Rebelde». El otro,
amodorrado en su silla. Ni preguntan.
Marcas en la fachada
Decenas de proyectiles decoran la fachada: «Son las balas del ataque de
Fidel, quien lideró, junto a su hermano Raúl y Abel Santamaría, el
asalto a la segunda guarnición más importante del Ejército de Batista»,
explica la guía que se ofrece a acompañarnos en la visita. «La asonada
resultó ser un fiasco y Fidel huyó. Tres días después se le daba por
muerto ya que los soldados que le acorralaban tenían la orden de
ejecutarlo».
Sin embargo, gracias a la mediación del teniente Sarría, quien le
conocía de la Universidad de La Habana, Fidel regresó a la vida: «Las
ideas no se matan», dice la leyenda que espetó Sarría a sus subordinados
cuando le capturaron. Una frase martilleada hasta la saciedad por el
régimen comunista en sus innumerables carteles propagandísticos
apuntalados por toda una isla a cuya capital llega esta noche el
ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, quien se entrevistará
con su homólogo, Bruno Rodríguez.
La visita al «sancta sanctorum» del castrismo es un recorrido por la
mitología revolucionaria cubana: desde la construcción del cuartel por
los españoles en 1859 -con el nombre de Reina Mercedes-, a la historia
final del desembarco del «Granma» y posterior triunfo revolucionario
seis años después del ataque fallido al Moncada. Todo ello con la
simbología típica del régimen: utilización del mensaje de José Martí,
Camilo Cienfuegos como hombre íntegro, el Che revolucionario... y
consignas mil.
Abandonamos lo oficial. Y es nuestro bicitaxista, Mario, quien nos
cuenta su versión pedalada a pedalada: «Todo acabó cuando cayó la URSS.
Antes se sobrevivía, si no te metías con él [rehusa nombrar a Fidel],
ahora se malvive. La economía es un desastre, y este año el peor. La
felicidad murió en Cuba, amigo». ¿Por qué no menciona a Fidel o Castro?
«Tú eres turista, español y puedes... yo nací en un régimen del miedo a
hablar y ya sabes...».
Segunda parada «mitológica», el museo Abel Santamaría otrora hospital
Saturnino Lora donde Fidel Castro pronunció su histórico alegato de
autodefensa «La historia me absolverá».
La toga de Fidel sigue intacta en una vitrina, la máquina de escribir,
las mesas, las sillas, incluso un sorprendente esqueleto para la típica
lección de anatomía. Todo ello con cierto aroma rancio que corta la
respiración. «Todo está como el día del juicio», advierte un guía bien
entrenado para recitar las proezas de la revolución cubana.
«...Condenadme, no importa, la historia me absolverá». Fin de la visita.
Ancianos vendedores de maní, colas enormes para tomar un helado en la
famosa heladería Coppelia, estudiantes debidamente uniformados, más
colas para todo (por ejemplo, el servicio de autobuses), atronadores
cláxones de vehículos de los años 50 -buicks, chevrolets. cadillacs- y
un bullir incesante nos adentran en el casco viejo de la ciudad. El
bicitaxista ya cobró su carrera de 5 CUC por una hora de servicio (3,75
euros al cambio).
Estamos ya en otro epicentro del castrismo, el parque Céspedes donde se
ubica el ayuntamiento santiaguero desde cuyo balcón, el 1 de enero de
1959, Fidel Castro proclamó el triunfo de su revolución. «Prohibido el
acceso». ¿Es este el mismo edificio desde el que Hernán Cortés dirigió
la alcaldía?. «Prohibido el acceso», de nuevo repiten los policías del
«Minir», como se conoce en Cuba al Ministerio de Interior.
En un lateral, algunos turistas observan desde el hotel Casagranda el ir
y venir cubano. Parapetados de mojitos, pizzas o estrambóticos
capuchinos. A salvo de calor y alquitrán.
El médico español
En la plaza está Alfredo, es un economista jubilado, pedigüeño de la
zona que advierte nuestro interés por la balconada azul del discurso de
Fidel. «Todo se acabará cuando mueran los del desembarco del Granma»,
nos interpela haciendo referencia al yate que trajo a Fidel y otros 81
expedicionarios de su exilio mexicano en diciembre de 1956. ¿Y cuántos
quedan? «Fidel y Raúl». En septiembre murió Juan Almeida, el hasta ahora
tercer superviviente.
De nuevo el pedestal del mito. La rumorología de una isla que espera el
día. El titular. «Tú que eres español... ¿Es verdad que un médico de
España operó a Fidel y que éste tiene el estómago con tubos de
plástico?». Buff... un titular difícil de confirmar.

Santiago, el mito de Fidel - Internacional_Iberoamerica - Internacional
- ABC.es (18 October 2009)
http://www.abc.es/20091017/internacional-iberoamerica/santiago-mito-fidel-20091017.html

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