Obama: el realismo político y la lucha por la libertad
By FRANK CALZON
Me pregunto si es posible que el carismático presidente Barack Obama
--ahora premiado con el Nobel de la Paz-- haya adoptado el modelo de
``realismo político'' de Henry Kissinger para dirigir la política
exterior, un modelo que rebosa pragmatismo, pero carece de pasión por la
libertad y los derechos humanos.
Consideremos lo siguiente: el pasado abril, China dijo que el presidente
Obama no debería reunirse con el Dalai Lama durante la visita de éste a
Washington. Aparentemente, los asesores presidenciales estuvieron de
acuerdo en que la reunión pondría en riesgo las relaciones con China. El
Dalai Lama visitó Washington, pero no se reunió con el Presidente. Es la
primera vez en 18 años que el Dalai Lama no es invitado a la Casa Blanca.
El 6 de octubre, el Boston Globe informó que el Centro de Documentación
para los Derechos Humanos en Irán avanzaba en sus investigaciones sobre
los abusos a los manifestantes después de las elecciones en aquel país,
pero que por primera vez desde su fundación el gobierno de EEUU le
negaba financiación. Suzane Moloney, una ex funcionaria del Departamento
de Estado ahora en la Brookings Institution, dijo en junio que ``lo
mejor que podemos hacer por la democracia iraní es no hacer nada y dejar
que los iraníes resuelvan las cosas entre ellos''.
Los fondos norteamericanos para ayudar a la sociedad civil en Egipto se
han reducido a un quinto de lo que eran hace un año. Hace unos meses, el
presidente Obama defendía en El Cairo la democracia y las reformas
políticas. Hoy, funcionarios del gobierno egipcio y líderes de la
oposición concuerdan en que ahora para Washington es más importante la
estabilidad política que el apoyo a las reformas democráticas. No ha de
sorprender a nadie que el presidente egipcio, Hosni Mubarak, anunciara
que su hijo será su sucesor.
¿Y sobre Cuba? El presidente Obama eliminó las restricciones a las
remesas y los viajes de los cubanoamericanos a la isla; y al mismo
tiempo le pidió a Raúl Castro que excarcelara a los presos políticos. El
general dijo que no. Por otro lado, en junio, el National Endowment for
Democracy anunció un premio para cinco disidentes cubanos y el
Washington Post reportó que, aunque los premiados o sus representantes
en años anteriores se habían reunido con el Presidente, este año ``no
fueron invitados a la Casa Blanca''.
En febrero, un informe del Comité de Relaciones Exteriores del Senado
dijo que, cuando funcionarios del Congreso les preguntaron a altos
funcionarios cubanos qué podía hacer Estados Unidos para mejorar las
relaciones, los cubanos ``expresaron su preocupación con los programas
de la Agencia para el Desarrollo de EEUU para promover una transición a
la democracia en Cuba''.
Más recientemente, la subsecretaria adjunta para América Latina del
Departamento de Estado viajó a Cuba, donde se reunió con disidentes y
funcionarios del gobierno; pero en un gesto que retrotrae la política
norteamericana muchos años, los disidentes cubanos no fueron invitados a
la recepción diplomática en su honor, para no ofender a los funcionarios
cubanos presentes. Ojalá que esa medida no refleje la opinión de
funcionarios en el gobierno que dicen que es un error o ``un
subterfugio'' que los diplomáticos americanos promuevan la democracia o
los derechos humanos.
Pero aún hay más. Después de las objeciones de Moscú, Estados Unidos
canceló el emplazamiento de los misiles negociados con Polonia y la
República Checa. Washington notificó la decisión a esos gobiernos
mediante una simple llamada de teléfono. ¿Sorprende que haya europeos
que piensen que la decisión de la Casa Blanca, independientemente de lo
que se diga ahora, se hizo para no ofender a Moscú, sin tener en cuenta
la vulnerabilidad de los que un día estuvieron bajo la dominación soviética?
a historia dirá si la causa de la paz y la seguridad de Estados Unidos
ha avanzado gracias al premio Nobel y a la política de acomodo de
Washington hacia regímenes hostiles. Pero no hay duda de que en el
pasado la política de apaciguamiento hacia los dictadores ha contribuido
al sufrimiento de millones de seres en todo el mundo y a la pérdida de
vidas norteamericanas.
El presidente Obama se concentra hoy en asuntos de gran importancia:
Irak y Afganistán, la crisis económica, la reforma de la salud y el
esfuerzo por mantener el apoyo demócrata a su agenda. Como candidato,
Obama despertó la esperanza del pueblo norteamericano; como presidente
inspira y hace crecer la esperanza en todo el mundo. El reconocimiento
del Nobel de la Paz refleja esas esperanzas. Pero también establece el
reto de volver a comprometer el liderazgo de Estados Unidos en la causa
de los derechos humanos y la libertad en todo el mundo.
Director ejecutivo del
Centro para Cuba Libre.
FRANK CALZON: Obama: el realismo político y la lucha por la libertad -
Opinión - El Nuevo Herald (16 October 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/566932.html
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