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Saturday, October 10, 2009

El abuelo, la nieta y el hospital

El abuelo, la nieta y el hospital
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - La nieta reflejó en su
rostro la satisfacción de quien encuentra agua en medio de un desierto,
cuando el chofer del taxi estatal le dijo que haría el recorrido hasta
Mantilla, un suburbio residencial al sur de la capital cubana, donde su
abuelo y ella viven. Sólo pidió al chofer que acercara más el carro a la
acera para que su abuelo pudiera montar y se lo agradeció.

El abuelo caminaba apoyado en dos muletas y expresaba con su
conversación un optimismo probado por sus noventa años de vida. Había
ido al hospital de 26 y Boyeros a una cita con el médico para tratarse
un problema renal.

Justo el día del cumpleaños 15 de una biznieta, le tocó su turno con el
especialista. Tenían que hacerle un nuevo examen clínico. Según contó la
nieta, salieron de su casa a las 6 de la mañana y arribaron al centro
hospitalario a las 7 y 15; confirmaron el turno y se sentaron a esperar.

Pasadas 3 horas, la enfermera apareció para decirles que no podían
hacerle la prueba al abuelo porque no había agua. La tormenta de
protestas del público en espera fue incorrecta, porque "la enfermera no
es quien pone el agua o la trae" -dijo el Abuelo sin mostrar agravio.
Pero la nieta no lo entendió así y no paró de decir horrores del
hospital y el servicio que presta a la población.

Aún cuando reconoció la actitud de la enfermera en cuanto a garantizar
los turnos para otro día, tampoco paró de enumerar las dificultades que
hay que enfrentar para trasladar a un paciente a cualquier hospital o
centro de salud, sobre todo si es una persona anciana con problemas para
caminar. "Esas son cosas que pasan a diario", sentenció el chofer.

No obstante, el buen humor del abuelo por el cumpleaños de su biznieta
nada pudo opacarlo, y una y otra vez interrumpió la diatriba de su joven
acompañante para pedirle que no olvidara llevar por la noche al evento
la camarita de sacar película, y auguró cuánto se divertirían con los
bailes de la festejada. "Será un evento internacional -pronosticó con
picardía-, sobre todo cuando aparezca el padre de la nena, que vino del
norte cargado de regalos que ella todavía no ha visto".
La insatisfacción por el tiempo perdido se mitigó por la promesa del
festejo de la noche. Para un abuelo de noventa añojos, la felicidad de
la biznieta quinceañera era más importante que un tratamiento médico.
"¡Ya he capeado tantos temporales en esta vida, que nada me intimida!"
-dijo al bajarse del auto, con la certeza de que nada ni nadie puede
vencerlo.

Cuba: El abuelo, la nieta y el hospital (9 October 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/octubre09/09_C_5.html

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