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Thursday, October 15, 2009

Bajo un mismo techo

Publicado el jueves, 10.15.09
Bajo un mismo techo
By OSCAR PEÑA

En estos 50 años el régimen de La Habana siempre ha temido al más mínimo
contacto entre cubanos del bando oficial con la disidencia y el exilio.
Incluso hasta no hace mucho se aterrorizaban hasta por el contacto entre
familiares. Y es por esas vivencias que no acabo de entender a los que
en el exilio copian los métodos verdeolivo y también están en contra de
los contactos, las visitas y los diálogos entre nacionales. Se ha hecho
todo --por las direcciones históricas de allá y de aquí-- para dividir
al pueblo cubano de manera irreconciliable, pero la calidad humana del
cubano ha sido más fuerte y los ciudadanos cubanos dentro y fuera de
Cuba están ganando esa batalla. El pueblo está volviendo a reencontrarse
y va aprendiendo a no dejarse manipular por ninguna de las partes
extremistas. En los países como Cuba, que han sido subyugados por
regímenes absolutistas que cierran todos los caminos y veredas a sus
pueblos, las relaciones afectivas entre personas son armas de lucha.

Aparte de ser un crimen humano, es un error político obstaculizar el
contacto entre familiares y nacionales. El miedo debe dejarse sólo a la
parte que considere no tiene ideas y razones y no sea de mente amplia y
democrática para debatir y saber convivir con la opinión diferente. El
cierre de La Habana se entiende; el de algunos en Miami, no. Son los
totalitarios los que tienen miedo a la transmisión del virus democrático
a los suyos. Mantener una posición filosófica en las filas del exilio,
la disidencia y la permanente invitación a la apertura, al debate, la
cooperación hacia la nación cubana y la reconciliación nacional es un
misil de lógica y humanismo que desarma moral y políticamente al
adversario. Proyectarse en la misma posición intransigente del régimen
es desesperanzar al pueblo cubano al dejarlo sin alternativas.

Otro error político es tratar de obstaculizar o condenar las relaciones
de gobiernos extranjeros con las autoridades de Cuba. Primero porque no
está en nuestras manos controlar las acciones de otros, ni hacer que
coincidan siempre con las nuestras, y segundo porque lo más adecuado e
inteligente es ganarnos con tacto y razones la solidaridad y cooperación
de los diferentes países para que sus relaciones con el gobierno de Cuba
--acorde con los intereses de cada país y con las prácticas del mundo
moderno-- sirvan para ayudarnos a ir convenciendo a las autoridades de
Cuba de lo necesario de que ellos mismos comiencen los cambios y
reformas que el país necesita y el pueblo desea. Y es por ello que veo
con muy buenos ojos que Bisa Williams, la vicesecretaria del
Departamento de Estado, haya visitado Cuba y tenido contactos con el
gobierno y la disidencia. Si alguna preocupación tengo en este episodio,
y es de lamentar porque también es parte de Cuba y de su solución, es
que no haya tenido contacto con representativos del exilio. Cabe
preguntarse: ¿sabrán predecir la posición inamovible y las propuestas no
modernas y poco viables de los rectores políticos del exilio? Es motivo
para encender un bombillo rojo de alarma porque puede ser que las
torpezas políticas de algunos líderes exiliados sean las que excluyan a
esta importante plaza y a la mayoría cubana de ella de la problemática
de nuestro país.

También es un error político enjuiciar a la oficina de intereses de
Estados Unidos en La Habana porque invitó a más de 200 intelectuales
cubanos a una recepción en su sede para presentarles a la nueva
encargada de asuntos culturales de Estados Unidos en La Habana. Hace muy
bien Washington en tener relaciones con todos los nacionales y con todas
las tendencias. Aparte de ser una forma de desbaratar la desinformación
negativa del régimen sobre Estados Unidos, tiene que acabar de
entenderse por los cubanos que dentro y fuera de Cuba están enfrascados
de buena voluntad en lograr que Cuba cambie que ello sólo será con el
concurso de todos los cubanos. Incluyendo a los que están hoy dentro de
las estructuras del régimen. Y si alguna observación se les puede hacer
a Estados Unidos y a España, principales baluartes de solidaridad y
relaciones internacionales con el pueblo cubano y su apertura, es que no
inviten a sus sedes sólo a la parte oficial, o a la disidencia, como han
hecho por separado, sino a todas juntas. Ayudarían con ello a los
cubanos a aprender a relacionarse, conversar y discutir civilizadamente
sin necesidad de matarse. Incluso hasta exiliados deberían ser invitados
a las recepciones en La Habana. Todas las partes de Cuba bajo un mismo
techo. Es una forma de comenzar.

oscarpena.cuba@att.net

OSCAR PEÑA: Bajo un mismo techo - Columnas de Opinión sobre Cuba - El
Nuevo Herald (15 October 2009)
http://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/columnas-de-opinion/story/566089.html

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