Ileana Pérez Nápoles, Jóvenes sin Censura
LAS TUNAS, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Por los años 80, en un
discurso conmemorativo del 26 de Julio, Fidel Castro declaró que Cuba
sería una potencia médica mundial. En Las Tunas se inauguró una facultad
de medicina y una politécnica, y a lo largo y ancho del país se
construyeron numerosos hospitales y policlínicas.
Los cubanos estaban orgullosos con el potencial que se vislumbraba. No
se daban cuenta de que el objetivo real no era garantizar el cuidado de
nuestra salud, sino el expansionismo de la revolución y de que se
satisfarían las necesidades médicas de otros pueblos, antes que las
nuestras, para que el modelo cubano quedara como el camino a seguir. El
mundo nos miraría como el sitio mágico donde debían venir todos a
aprender y recibir atención médica.
Es cierto que contamos con magníficos profesionales, que aún cuando los
medicamentos están en falta emiten el diagnóstico correcto. Pero otros,
cansados de emitir recetas para medicinas que no existen, caen en la
rueda de la indolencia. Mientras, piensan en el día en que les llegue la
ansiada misión internacionalista, con la cual resolverán parte de sus
problemas financieros.
Estos médicos enviados al extranjero aparecen en la televisión como
héroes humanistas, subiendo lomas, cruzando ríos, enfangados, para
salvar un indio venezolano, o boliviano. Los cubanos no tenemos una
visión completa de la realidad; no vemos cómo son explotados esos
médicos, que reciben una insignificante fracción de lo que nuestro
gobierno cobra a esos países por su trabajo. Se nos presenta la imagen
de Cuba como una nación defensora de los desposeídos.
El pasado 28 de agosto llevé a mi hijo al hospital pediátrico de Las
Tunas, para tratarle una otitis crónica que padece desde julio. La
doctora que lo atendió le suministró una duralgina para calmarle el
dolor, y eso fue todo. No había especialistas que lo atendieran, ni
medicamentos para darle al niño.
Después que pasó el efecto de la pastilla, los gritos de dolor del
pequeño no dejaron dormir a nadie en la casa. ¿Cómo, si Cuba es una
potencia médica mundial, y tenemos médicos repartidos por toda
Latinoamérica, no existen en Las Tunas especialistas para atender a los
menores? Fue tal la indignación con que regresé al hospital que, de
inmediato, apareció un especialista e ingresaron al niño en el cuerpo de
guardia.
La infección la trataron con rocefín, antibiótico de última generación,
pero el tratamiento tampoco resolvió el problema. El otorrino me pidió
que llevara al niño al otro día porque la jeringuilla del lavado estaba
rota. Al día siguiente todo seguía igual. Una enfermera contó que esa
jeringuilla tenía más de 12 años de uso, y era la única existente en el
hospital.
El doctor, preocupado, llamó al hospital general Ernesto Guevara, con la
esperanza de remitir al niño y resolver el problema. Le respondieron que
allí no atendían niños y le colgaron. Entonces llamó al director del
hospital infantil para que se comunicara con su homólogo del Guevara.
Cuando finalmente le hicieron el enjuague al niño, en ninguna farmacia
existía la medicina recetada para continuar el tratamiento.
Ante todo esto, se impone las preguntas: ¿Para quién es Cuba una
potencia médica mundial? ¿Para los cubanos?
Cuba: Potencia médica mundial (7 October 2009)
http://www.cubanet.org/CNews/y09/octubre09/07_C_1.html
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