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Monday, December 22, 2008

Un GPS en La Habana

Sociedad
Un GPS en La Habana

En tiempos de inversionistas inescrupulosos y sindicalistas paralíticos,
conviene recordar quiénes eran los dueños del hotel más moderno del país.

Alberto Méndez Castelló, Las Tunas | 19/12/2008

"Hicieron inversiones ruinosas, como las realizadas por el presidente de
la Caja de Retiro Gastronómico Francisco Aguirre Vidaurreta, quien
sustrajo millones de pesos para la construcción del entonces llamado
Hotel Habana Hilton, esto provocó en 1953 un escándalo publicitario y la
creación de un comité de lucha por parte de los trabajadores", declaró
la doctora en Ciencias Históricas Áurea Verónica Rodríguez a la
periodista Alina Martínez Triay, en la entrevista Las cajas de retiro,
jubilación insegura.

Pero, ahora que los trabajadores se hacen innumerables interrogantes
sobre el controvertido anteproyecto de la nueva Ley de Seguridad Social,
conviene contrastar las declaraciones de la doctora Rodríguez al
periódico Trabajadores con un poco de historia.

Aunque en Cuba poco o nada se dice al respecto, Conrado Hilton
contribuyó a desarrollar la industria hotelera no sólo en Estados
Unidos, sino también en buena parte del mundo: Estambul, Madrid, San
Juan, Ciudad de México, Acapulco, Montreal, El Cairo y La Habana…
Ciudades viejas contaron con hoteles modernos, llevados por ciudadanos
nacionales, especialmente entrenados para desempeñar desde las más
elementales labores manuales hasta las ejecutivas más comprometidas.

"No fueron promesas de propaganda comunista sobre cosas mejores para el
porvenir, sino una realidad del mundo libre", declararía un ciudadano turco.

Los hoteles y su alhajamiento se costearon en cada país con capital
local: privado en Madrid, Ciudad México y El Cairo; patrocinados por los
gobiernos en Montreal, Berlín, Roma y Estambul, y con fondos sindicales
en La Habana.

Según el periódico Trabajadores, en 1953, el presidente de la Caja de
Retiro Gastronómico hizo una inversión ruinosa para esa institución,
cuando sustrajo millones de pesos para la construcción del Hotel Habana
Hilton; pero los hechos apuntan a otro extremo: en aquella época no
podía acusarse de abandonismo al gremio de trabajadores gastronómicos,
que tenía fama de ser el sindicato más difícil de lidiar, y sólo
Francisco Aguirre logró convencerlos para que invirtieran catorce
millones de dólares en la edificación de un hotel de 28 pisos y 650
habitaciones.

La doctora Rodríguez habla de un escándalo publicitario y de un comité
de lucha de los trabajadores, a raíz de aquella inversión, pero no
clarifica el porqué. Según J. P. McEvoy, en su crónica Peripecias de un
hotelero moderno, los funcionarios de la Caja de Retiro tuvieron que
discutir en las negociaciones los detalles de horas y salarios con los
propios miembros del sindicato, y fue frecuente que los funcionarios
tomaran partido a favor de Hilton, por la sencilla razón de que, en su
calidad de propietaria, la Caja recibiría dos terceras partes de los
beneficios brutos. Naturalmente, cuanto más costara el trabajo, menores
serían los beneficios. Los contratos se firmaron tras semanas de
contienda verbal.

Nuevos huéspedes

De forma pintoresca, la periodista norteamericana Dickey Chapelle, que
acompañó al Ejercito Rebelde desde noviembre de 1958 hasta enero de 1959
para escribir el reportaje Fidel Castro y la revolución cubana, pudo
autenticar quiénes eran los propietarios del Hotel Habana Hilton.

Según Dickey, al día siguiente de Año Nuevo, entraron a La Habana los
primeros batallones de barbudos uniformados, y no pudo sino recordar las
amenazas que les había escuchado proferir contra los suntuosos edificios
que consideraban símbolos de la dictadura de Batista, y uno de ellos era
el Hotel Habana Hilton, del que habían jurado no dejar piedra sobre
piedra. Pero cuando los rebeldes pretendieron invadirlo, los dueños, que
no eran sino los trabajadores gastronómicos, formaron un cordón humano
en su derredor, explicándoles a quiénes pertenecía el hotel, de modo que
los soldados rebeldes, incluido Fidel Castro, terminaron alojándose en él.

Pronto estos sucesos cumplirán cincuenta años. Conviene recordarlos para
advertir a los caballeros de fortuna que Cuba no es un botín a la deriva
en el Caribe, y sobre todo, porque es útil como sistema de
posicionamiento global para los trabajadores en un futuro cercano. No
debemos olvidar que la verdadera revolución, la que todos anhelamos,
está muy lejos de la praxis marxista y de la dictadura del proletariado,
que como dictadura al fin, es incongruente con un principio universal:
"Todo cuanto quieras que los demás te hagan a ti, hazlo tú a los demás".

Esperemos que de la misma forma que la segregación racial terminó en
Sudáfrica y un hombre negro llegó a la presidencia de Estados Unidos,
concluya en la Isla el apartheid que hace a los cubanos ciudadanos
indeseables en su propio país. Así lo disponen los segregacionistas
rojos, aunque, a estas alturas, ni ellos mismos saben de qué color son.

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/un-gps-en-la-habana-140592

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