2008-06-18.
Alberto Müller
Mi estimado Carlos Manuel de Céspedes: Leo con profunda preocupación tus
palabras de admiración por el Che Guevara. Y con el respeto que me
merece tu investidura sacerdotal católica, debo confesarte que a mi
mente llegan algunos recuerdos que quiero compartir contigo.
La primera asociación a tu nota de admiración por el Che, me hizo
recordar aquellas loas a Stalin, de algunos de los poetas y escritores
de vanguardia de la primera mitad del siglo XX.
¿Te recuerdas de los versos de Neruda al camarada Stalin, que leídos hoy
producen un estupor denigrante? Hasta el propio Pablo Neruda, Premio
Nobel de Literatura y poeta de excelencias, murió avergonzado de
aquellos cantos inmerecidos al dictador ruso.
Para muchos Stalin era todavía el gran revolucionario, amigo de los
pobres y un genio militar contra el nazismo. Todavía no se conocía en
toda su magnitud al verdadero Stalin, siniestro y torturador, que
carecía de límites para exterminar a sus aliados y enemigos, mientras se
presentaba ante las masas como el salvador de los pobres y el gran
aliado del proletariado.
La historia recopila una cifra escalofriante de alrededor de doce
millones de víctimas del estalinismo en Rusia y los países vecinos.
Inclusive Stalin superó a Hitler en la cifra de seres humanos asesinados
en el siglo XX, que ya es mucho decir.
¡Qué dos asesinos, Stalin y Hitler, que se decían amantes de las masas y
de los pobres!
Debo aclararte que me parece estupendo cualquier admiración por un
profeta, pastor, líder político o pensador que profese amor hacia los
pobres y se comprometa con la justicia social.
Nuestro Jesús puso a los pobres en el centro de su carisma y de su
apostolado, pero jamás lo vimos abrigar un rasgo de violencia
autoritaria o discriminatorio en su corazón.
La Madre Teresa de Calcuta se arrodilló humildemente ante los pobres
para crear una obra de amor universal, pero nunca escuchamos de ella un
acento de dureza contra nadie.
Mi segunda asociación a tus palabras de admiración me llevan a coincidir
contigo en "no eludir las motivaciones" que tuvo el Che para asumir los
excesos de violencia revolucionaria que marcaron los hechos de su vida,
que reconoces.
Permíteme que te ayude a revisar esa motivaciones conocidas..
Si conocieras un poco más de ese trozo de historia cubana, que confiesas
desconocer porque te encontrabas en el seminario de La Habana y
posteriormente en el de Roma, no dirías que en el Che y en el grupo
guerrillero de la Sierra Maestra no había ambición desmesurada y
violencia arbitraria:
Revisa la historia de las relaciones del Che y Fidel con Frank País,
Jorge Sotus y Ramos Latour, que ya son de conocimiento público. El
famoso centralismo autoritario de la Sierra contra el civilismo
democrático del Llano. Lee con calma los documentos que Frank País
enviaba a la Sierra y como el Che y Fidel se indignaban con ellos por la
profesión democrática de los mismos.
Analiza las discrepancias del Che y Fidel con José Antonio Echeverría y
el Directorio 13 de Marzo desde el Pacto de México. La acción en que
muere José Antonio, todavía su cadáver insepulto, fue considerada desde
la Sierra Maestra como "un acto putchista contra la revolución". Casi
una herejía inconcebible por parte del Che y de Fidel.
Evalúa los fusilamientos desde la Sierra Maestra hasta los fusilamientos
a los tres cubanos de la raza de color, durante la represión del 2003,
pasando por los fusilamientos en los fosos de la Fortaleza de la Cabaña,
donde el Che tuvo una presencia activa y desenfrenada.
Investiga la represión brutal contra los presos políticos en el Plan de
Trabajo Forzado en Isla de Pinos.
Si hubieses conocido o padecido las torturas en las gavetas, en la
piscina de Villa Marista, donde te ahogan todavía con una capucha para
atemorizarte, o en las zanjas de excrementos, te aseguro que no
hablarías del amor a los pobres del Che Guevara ni de Fidel Castro.
Hablas en tu nota de la coherencia en las convicciones del Che y de tus
simpatías con el énfasis que él hacía del socialismo, aunque
inmediatamente aclaras que no eres marxista.
En fin, un enredo que pocos entienden, pero es tu enredo teórico. No
discuto tu derecho a simpatizar con la revolución cubana del Che y
Fidel, pero en ese camino, pienso que sin darte cuenta, te alejas de la
parte más activa y sufrida del Cuerpo Místico de la Iglesia, a la que
representas y a la que perteneces.
Los cristianos tenemos el carisma del amor y del perdón, incluso para
amigos y enemigos. Así lo enseño Jesús en su apostolado maravilloso.
Pero admirar la opresión en cualquiera de sus rasgos de autoritarismo,
podría ser considerado complicidad.
No pongo en duda que el Che fuese un hombre sacrificado y de
convicciones, lo que demostró en sus periplos de intentos guerrilleros
en Bolivia y en otros escenarios internacionales.
Qué el Che se haya convertido en un ícono del entusiasmo fuera de Cuba
es parte de una mitología de la imagen, que se explica porque esa parte
del mundo desconoce que era un hombre sanguinario en busca del poder
para aplicar el autoritarismo revolucionario.
Esos entusiasmos me recuerdan las loas al camarada Stalin, adorado por
esa vanguardia revolucionaria del siglo XX. Pero cuando la historia
revele la rudeza del autoritarismo y la imposición a cualquier precio
humano, que aplicaron el Che y Fidel al pueblo cubano, no albergo dudas
de que el mundo entenderá que la ambición por el poder revolucionario no
justifica nunca el exterminio de los adversarios.
Jesús nos enseño amar a los pobres y a los pecadores, pero en su
historia salvífica no nos dio ninguna lección de eliminar
sanguinariamente a los contrarios.
Cuba necesita caminos de cambios, donde los cubanos se abracen y se
reconcilien y donde todos, fíjate que enfatizo el todos, tengan la
oportunidad de decir y disentir.
Entiendo perfectamente la obligación de la Iglesia a acercase a
cualquier poder temporal, no importa que este sea de corte marxista,
pero ese acercamiento tiene que ir matizado de solidaridad con los
oprimidos y con los que sufren.
El amor a los pobres Carlos Manuel, no puede ser un canto teórico,
mientras se coloca a los adversarios ante el paredón de fusilamiento.
Reza por todos, que Cuba necesita de la misericordia de Dios.
Se despide tu amigo, que no tuvo el privilegio de alejarse de la
violencia por estudios en el seminario.
Mis afectos. Alberto Müller.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15840
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