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Friday, June 27, 2008

El cambio es inevitable

El cambio es inevitable

Entrevista a Carlos Alberto Montaner

Luis Cino

Carlos Alberto Montaner

LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) - En medio de tanto despiste,
manipulación y wishful thinking sobre la situación cubana, el escritor y
periodista Carlos Alberto Montaner es uno de los más seguros referentes
para los que deseen saber qué pasa realmente en Cuba, e incluso qué
pudiera pasar en los próximos años.

En sus libros, artículos periodísticos y conferencias, Montaner,
profundo y coherente, sin poses de cubanólogo, expresa los criterios
sobre Cuba más lúcidos y sensatos que se pueden escuchar hoy en el
mundo. La buena noticia es que su visión sobre la transición pacífica de
Cuba a la democracia es optimista. Sus amables respuestas a este
cuestionario nos acercan al por qué del optimismo de alguien que sabe
bien de qué habla.

Luis Cino: Luego de más de 47 años fuera de Cuba, 38 de ellos en Madrid,
¿cuál es la fórmula de Carlos Alberto Montaner para estar tan informado
sobre la situación cubana como si hubiera llegado la semana pasada al
exilio?

Carlos A. Montaner: Gracias por la premisa, Luis. Lo que hago es
escuchar a los recién llegados, leer a quienes viven dentro del país y
tratar de recurrir al sentido común. Por otra parte, todos los seres
humanos tienen más o menos las mismas características, deseos y
comportamientos, así que no es difícil asegurar que la sociedad cubana,
y especialmente su segmento más joven, detesta profundamente al gobierno
y al sistema comunista.

LC: Algunos atribuyen la insistencia del régimen cubano en acusarlo de
"terrorista" a su espectacular fuga de una prisión cubana en 1961. ¿Qué
ocurrió realmente?

CAM: Esas ridículas acusaciones de terrorista tienen como único objeto
desacreditar mis puntos de vista. Como no pueden rebatir las opiniones
tratan de callar a quien las emite. En una época me tachaban de agente
de la CIA. Como veían que nadie les hacía caso, me tildaron de
terrorista. En realidad, mis dos únicos contactos con el terrorismo
sucedieron en 1957, cuando los terroristas del 26 de julio pusieron una
bomba en el hotel Comodoro que hirió a mucha gente, momento en que
conocí a una muchachita que lloraba en medio de la humareda, con la que
llevo casado casi medio siglo; y en 1987, cuando los policías cubanos
destacados en Madrid me enviaron una bomba dentro de un libro titulado
Una muerte muy dulce.

En cuanto a mi detención y condena, en diciembre de 1960 me detuvieron
junto a otros tres estudiantes y nos acusaron de conspirar contra los
poderes del Estado. Nadie nos acusó de terrorismo porque nada teníamos
que ver con el terrorismo. A principios de enero de 1961 nos condenaron
a 20 años de cárcel en un juicio con testigos falsos que duró media
hora. Uno de los jueces que participó en aquella farsa se exilió en
España y me contó cómo eran aquellos procesos. Las sentencias las hacían
en el Ministerio del Interior. Como yo era menor de edad me internaron
en el pabellón de presos políticos de una cárcel llamada Piti Fajardo,
antiguamente conocida como Torrens. De ahí nos escapamos dos reclusos,
Rafael Gerada y yo, cortando un barrote y corriendo a una velocidad
seguramente olímpica. Pudimos huir porque en las afueras de la finca nos
esperaba un vehículo que nos trasladó hasta La Habana. A los pocos días
nos asilamos en una embajada y salimos del país en septiembre 8 de 1961.

LC: Para convertirse en uno de los escritores y periodistas más
prestigiosos en Hispanoamérica, ¿le resultó difícil vencer los
prejuicios contra el exilio anticastrista de la intelectualidad
izquierdista mundial?

CAM: Gracias, otra vez, por la premisa, pero seguramente es demasiado
generosa. En todo caso, jamás es fácil enfrentarse a la izquierda
comunista. Maneja un enorme aparato de difamación y domina unas técnicas
de manipulación de la opinión pública diseñadas en su momento por el KGB
que suelen ser muy eficientes. Hace 40 años comencé a publicar una
columna semanal en una agencia de prensa creada en NY por republicanos
españoles, ex comunistas, que conocían muy bien el paño. Por eso me
abrieron las puertas. El director de la agencia, Joaquín Maurín, quien
trató a Lenin en Moscú en los años veinte, despreciaba a Fidel Castro y
fue muy hospitalario con los papeles que yo escribía. Pero esta es una
batalla que no se acaba nunca.

LC: ¿Quién pesa más en Carlos Alberto Montaner: el político o el
intelectual?

CAM: Creo que son dos aspectos que se complementan. Para mí la política
es la consecuencia de una reflexión intelectual. Sin embargo, hubiera
preferido dedicarme a la ficción si la vida no me hubiera colocado ante
situaciones en las que era imposible no participar en la contienda política.

LC: Desde 1990 preside la Unión Liberal Cubana. ¿Por qué cree en el
liberalismo Carlos Alberto Montaner?

CAM: Porque la enfermedad totalitaria se cura con grandes dosis de
libertad, tolerancia, respeto a la ley y responsabilidad individual, que
son las señas de identidad del liberalismo.

LC: Dicen algunos que el discurso de la disidencia interna es
esencialmente socialdemócrata, aunque gran parte de ella se proclame
liberal. ¿Qué hay de cierto en ello?

CAM: Tradicionalmente, el discurso político de los cubanos ha sido
socialdemócrata. El liberalismo, como lo entendemos en nuestros días, es
un recién llegado a la política cubana. Cuando yo era joven y el
comunismo todavía no había arraigado en el país a nadie se le ocurría
defender los derechos de propiedad o proclamar las virtudes de la
economía de mercado. La primera vez que yo hablé en público, a los 18
años, ya exiliado, fue para proclamar las virtudes de las empresas
estatales. No podía imaginarme que muchos años después calificaría de
"idiota latinoamericano" al que dijera semejantes sandeces. Yo también
fui un idiota.

LC: Luego de agitar durante años la propaganda oficial el fantasma del
"capitalismo salvaje", ¿qué diría a los que temen el impacto sobre los
sectores más depauperados de la población cubana de la liberalización
del mercado y las terapias de choque?

CAM: La mejor metáfora se la escuché a un checo defensor de la terapia
de choque: "decirles a las sociedades víctimas del totalitarismo
colectivista que van a solucionar el problema gradualmente es como
decirle a una persona con un brazo gangrenado que se lo van a cortar
poco a poco para que no sufra". Lo que sabemos, tras casi 20 años de
transiciones, es que mientras más rápidamente se aborden los cambios más
rápidamente llegará la recuperación.

LC: La prensa internacional insiste en repetir el estribillo de que la
disidencia cubana está "fragmentada y penetrada por los agentes de la
Seguridad del Estado". Existen en Cuba dos concertaciones liberales que
hasta el momento no logran conciliar sus posiciones. ¿Qué opina al respecto?

CAM: No dudo que la policía política cubana haya penetrado a los grupos
liberales de la oposición interna y externa. Para la Seguridad eso es
bastante fácil y le dedican muchos recursos. Mi impresión es que la
Seguridad tiene colocados a sus agentes en todas partes. Pero eso
también era verdad en la URSS, en Alemania del Este y en todos los
países del bloque comunista y no pudieron evitar el colapso. Por otra
parte, no es raro que los demócratas de la oposición se dividan. Cuando
murió Franco y convocaron a elecciones comparecieron más de 100
agrupaciones políticas. En Cuba sucederá lo mismo, pero luego el agua
cogerá su nivel y la sociedad acabará incardinada en varias tendencias
básicas.

LC: ¿Qué política hacia Cuba aconsejaría al próximo gobierno norteamericano?

CAM: Enviarle dos mensajes muy claros: primero, el objetivo
irrenunciable de Estados Unidos es que en Cuba se establezca una
democracia razonable dotada de un sistema económico capaz de sostener a
la población para que los cubanos no tengan que emigrar; segundo, cuando
los reformistas del gobierno se muevan en esa dirección, abran las
cárceles políticas y reconozcan la legitimidad de la oposición, deben
contar con la ayuda americana para salir ordenadamente del desastre
provocado por medio siglo de dictadura.

LC: ¿Considera posible un diálogo entre el régimen y la oposición?
¿Aceptaría participar en ese diálogo?

CAM: Sin ese diálogo no es posible la transición. Si me invitaran a
participar en un diálogo encaminado a crear las condiciones para el
cambio, por supuesto que participaría. Sería un irresponsable si no lo
hiciera.

LC: ¿Es definitivamente optimista su visión sobre la transición a la
democracia en Cuba?

CAM: Creo que el cambio es inevitable. Cuba no puede ser la excepción
comunista en un mundo en el que esa opción dejó de tener vigencia. El
problema es cómo enterramos el totalitarismo organizadamente para que
los escombros no acaben sepultándonos a todos.

LC: ¿Cómo se ve Carlos Alberto Montaner en una Cuba democrática?

CAM: Depende cuándo se produzca. Me gustaría echar una mano y dedicar la
última etapa de mi vida a colaborar con la reconstrucción del país en el
que nací, pero como son tantos los factores que no puedo controlar, me
limito hoy a hacer lo que puedo, sin grandes planes personales para el
futuro, porque no sé qué sucederá mañana.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/junio08/27cronica1.html

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