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Wednesday, September 27, 2006

Vivir con el enemigo

SALUD PUBLICA
Vivir con el enemigo

Ana Leonor Díaz, Grupo de Trabajo Decoro

LA HABANA, Cuba - Septiembre (www.cubanet.org) - Un spot televisivo
muestra a dos individuos de civil, pero con inconfundible pinta policial
que, sin identificarse, entran en una vivienda, toman muestras del agua
acumulada en tanques, vasijas, floreros y también en el pequeño patio.
Al final, con el ceño adusto, informan al anciano y la joven de la casa
que "están viviendo con el enemigo".

En un país donde toda actividad civil y social se rige por los códigos
de la vida militar, la dramaturgia del corto adquiere un insoslayable
tinte político, aunque se trata de un mensaje más dentro de la
abrumadora campaña propagandística para que la población adquiera
conciencia de la necesidad de erradicar al mosquito Aedes aegypti,
causante del dengue, epidemia extendida por todo el país, aunque no
reconocida por las autoridades sanitarias, y criminalmente ignorada por
la prensa oficialista.

La propaganda, reiterativa y cansona, ha provocado el efecto contrario,
por saturación, a los fines que persigue. La gente está harta de los
mismos códigos que año tras año apelan al mismo tema, redoblado en los
últimos cuatro meses.

Paralelo a este bombardeo desinformativo, miles de hombres y mujeres
zapatean pueblos y ciudades, casas, edificios y covachas; fábricas,
escuelas, oficinas, para descubrir, en la mayoría de los casos, la
existencia de focos de cría del insecto que, según los especialistas del
Instituto de Medicina Tropical, está extendido por todas las zonas
cálidas de los cinco continentes (mostraron mapas por televisión). Pero
nadie habla de la actual epidemia de dengue que está afectando a miles
de cubanos.

Por las medidas tomadas en hospitales y policlínicas del país desde mayo
pasado, donde se habilitaron cientos de camas, se suspendieron las
intervenciones quirúrgicas programadas y las vacaciones de verano del
personal de salud, la secreta epidemia de dengue ha adquirido
proporciones de catástrofe.

Ello también se desprende de las intensas medidas de fumigación e
higienización, en las que se han comprometido por la fuerza a numerosos
trabajadores, cuyos centros de trabajo fueron cerrados, o trabajan
algunas horas al día, con el propósito de sumarse a las labores de
limpieza, visitas a domicilio y la creación (como en toda campaña
militar, aunque ésta sea de tipo sanitario) de puestos de mando en
áreas, municipios y provincias.

Las acciones de fumigación semanal no se han reducido a los locales. En
ciudades con más de 200 mil habitantes se han empleado avionetas y
helicópteros, y también vehículos que a diario expelen un producto
químico utilizando el humo del petróleo, lo cual provoca intoxicación en
personas alérgicas y asmáticas, y está evaluándose el daño en los
cultivos de vegetales en los huertos urbanos.

La intensidad de la campaña contra el mosquito arreció en agosto, en
Ciudad de La Habana, donde estudiantes de Medicina extranjeros visitaban
a diario las viviendas para preguntar el número de moradores, y si
alguno padecía de fiebre. Las crisis asmáticas no entraban en sus
estadísticas.

Algunos de estos estudiantes, no familiarizados con el secretismo
oficial, que reduce las acciones a la "lucha contra el mosquito", se
identificaron como miembros de la campaña contra el dengue.

Ciertamente, la seriedad de las medidas sanitarias ahora son mayores que
durante la epidemia de principios de 2002, la cual costó el cargo al
entonces ministro de Salud Pública y causó la muerte a una veintena de
personas. En esta ocasión, las cifras fatales se obtienen de fuentes
independientes que no pueden comprobar lo que dirán los certificados de
defunción que emiten las autoridades de salud.

La extensión e intensidad del cuadro epidémico, ya a finales de
septiembre, lejos de reducirse, continúa en aumento, y se ha llegado al
caso (tan atestados están las policlínicas y hospitales) de que el
gobierno en las localidades sólo ingresa a los pacientes por cinco días,
y en algunos casos provee a las familias con mosquiteros, y mandan a los
enfermos a sus casas, en las cuales son visitados por alumnos de
Medicina, ya que no hay suficientes médicos de familia

En un país que exhibe cifras de buena salud poblacional, y envía a 40
mil médicos a trabajar al extranjero, la epidemia de dengue echa por
tierra la propaganda.

Las medidas sanitarias de emergencia intensificadas en los últimos cinco
meses han caído en saco roto, porque la disfunción de la infraestructura
urbana (acueductos, alcantarillados y pavimentación vial) ha colaborado
finalmente a la propagación del dengue en todas las ciudades y en la
capital, principalmente.

En materia de útiles de aseo y limpieza, sólo están disponibles para una
exigua minoría que puede pagarlos en las tiendas en divisas, aunque el
monopolio estatal no vende en esos comercios los necesarios insecticidas
para liquidar no sólo al mosquito, sino también a las garrapatas,
hormigas, cucarachas y ratones que ya se han incorporado a la fauna
doméstica en un círculo vicio que nos lleva a vivir con el enemigo.

http://www.cubanet.org/CNews/y06/sep06/27a6.htm

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