Tuesday, September 26, 2006
Ruega la madre de Hilda Molina que le cumplan su última voluntad
El gobierno cubano mantiene trabado el trámite del pasaporte para que la 
mujer, de 87 años, pueda viajar a la Argentina; en un video al que 
accedió LANACION.com, pidió ver a sus bisnietos antes de morir.
Su brazo tan flaco y tan enfermo no parece real. Hilda Morejón es la 
madre de Hilda Molina, la médica cubana disidente que desde hace trece 
años reclama salir de la isla para conocer a sus dos nietos que nacieron 
en la Argentina. Después de años de pedir al gobierno de Fidel Castro 
que autorice la salida de la prestigiosa neurocirujana, el ruego ya no 
es por ella, sino por su madre. Morejón tiene 87 años, un brazo quebrado 
que del dolor casi no la deja dormir y que le quedó inmóvil por falta de 
tratamiento; es asmática, cardiópata, alérgica, tiene una hernia 
diafragmática que apenas le permite alimentarse; de un ojo no ve, y del 
otro percibe la mitad. Apenas se anima a rogar, con la escasa voz que le 
queda, que le cumplan su última voluntad: ver unida a su familia. Su 
súplica quedó registrada en un video casero que filmó Molina y que logró 
hacer ingresar en el país para que lo vea su hijo, Roberto Quiñones, y 
sus nietos, que no saben de verlas moverse ni conocen sus expresiones 
más allá de la imagen estática de una fotografía. "Lo que quiero es 
antes de morirme poder ver unida a la familia, conocer a mis bisnietos y 
poder ir a la Argentina", dice Hilda Morejón en la filmación a la que 
accedió de manera exclusiva LANACION.com. Postrada en una silla de 
ruedas, con la imagen del Sagrado Corazón detrás, el camisón celeste que 
tiene como única vestimenta no alcanza para ocultar su flacura y su 
débil estado de salud. "Quiero que la gente sepa que yo no soy política; 
yo sólo creo en Dios y quiero que Dios me haga este regalo antes de 
morirme. Y los gobernantes, que se les ablande el corazón, que yo nunca 
he utilizado la política para mi vida, he vivido de mi trabajo y he 
querido al final de mis días tener algo de qué vivir, y quiero aunque 
sea conservar algo de mis nietos y de mis bisnietos", reclama la mujer, 
mirando fija a una cámara que en realidad no ve por sus severos 
problemas de ceguera. Detrás, y como único decorado del monoblock en el 
que viven en La Habana, hay un televisor y un turbo ventilador que 
parece no aplacar los calores de la isla. La última buena noticia que la 
familia Molina recibió en los últimos tiempos fue la carta que envió el 
presidente Néstor Kirchner a Castro cuando éste estuvo en julio último 
en Córdoba, en la cumbre de presidentes del Mercosur. Ni la respuesta a 
ese pedido y ni el trámite del pasaporte de Morejón encontraron una 
señal positiva en el gobierno que desde hace dos meses está en manos de 
Raúl Castro, el hermano de Fidel. "El 10 de julio hicimos el trámite de 
visado. En los primeros días de agosto tenían que haber entregado el 
pasaporte. Que Raúl no espere que Fidel lo decida para que mi madre 
pueda pasar los últimos días de su vida en paz, para que se muera con 
dignidad y en los brazos de su nieto", rogó Molina en diálogo telefónico 
con LANACION.com. Sin respuestas. Pero por el momento, siguen sin 
respuesta. Desde la representación argentina en Cuba informaron a este 
medio que el embajador Darío Alessandro había solicitado por carta al 
gobierno cubano que se facilite el trámite del pasaporte para Morejón, 
pero admitieron que no hubo respuesta alguna. Todas las semanas, tanto 
Molina como alguna persona conocida de la familia consultan por el 
trámite, pero la respuesta es siempre la misma: sin novedades. Mientras 
tanto, la familia optó por reclamar con la imagen desgarradora de la 
anciana abuela de 87 años que ya sólo piensa en la muerte. "Le dijeron 
que le iban a facilitar todo y le postergaron la entrega de su pasaporte 
y no hay certezas de que la dejen salir. Ya no es un tema de derechos 
humanos, sino de elemental sentido de la humanidad", protesta Quiñones 
desde Buenos Aires. Hacía años que no veía a su abuela y las imágenes de 
la filmación que le acercaron lo impactaron. "No lo podía creer, me 
provocó un dolor inmenso, una impotencia atroz; no entiendo cómo hay 
personas en el mundo que no se compadezcan del dolor de una anciana 
invalidada, discapacitada". Con bronca, relató que a su hijo menor, 
Roberto Carlos no se lo pudo mostrar. Sólo tiene cinco años. Del mayor, 
Juan Pablo, de 11, contó que "se quedó frío" al verlo. Resignado, debió 
cambiar las pretensiones de su reclamo: "Ya no pedimos por mi madre, 
sino por la abuela, que fue y es una mujer apolítica, que no la sigan 
teniendo como rehén de ese injustificado y brutal atropello de los 
derechos humanos".
Por Mariana Verón
De la Redacción de LANACION.com
mveron@lanacion.com.ar
http://ihatecastro.blogspot.com/2006/09/ruega-la-madre-de-hilda-molina-que-le.html
 
 
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