Posted on Wed, Sep. 06, 2006
No habrá guerra civil en Cuba
OSCAR PEÑA
El periodista Oscar Haza está indagando cómo es posible que si Cuba ha
tenido un largo expediente de violencia política desde sus inicios, no
brote nuevamente en el comienzo del fin de la larga dictadura ese
nefasto estilo.
Me satisface afirmar que en Cuba no habrá más violencia política. Esos
destructivos y feos capítulos de la historia de Cuba --sin nadie
proponérselo-- han sido superados. En ese gigante almacén negro del
fidelismo de este medio siglo no sólo se abulta una historia de
terrorismo de Estado, y de la represión y falta de libertad más
sistemática y permanente conocida por población alguna en América, y de
la ruina de un país que era en 1959 una de las economías más prósperas
del hemisfero. Al edificio nacional cubano no había que derrumbarlo:
sólo darle retoques. También en ese inventario de la devastación
nacional dirigida por Fidel Castro existen 2 o 3 puntos que se pueden
calificar como positivos y aprovechar sus resultados para la nueva
sociedad que se nos viene encima. Hoy trataremos exclusivamente el del
fin de los métodos violentos.
Para lograr que se entienda la tesis de que no existe cultura de
violencia política en la mente y en la programación de la actual
sociedad cubana de tres generaciones, debo partir por desbaratar la
perenne falacia del aparato de propaganda del régimen para el exterior
que expresa que el pueblo de Cuba es un pueblo armado hasta los dientes
para defender la revolución. Es todo lo contrario. Afortunadamente ha
sido una de las sociedades que menos armas posee en el mundo y que no ha
tenido ni tiene posibilidades de adquirirlas. El miedo del régimen a que
sus opositores tuvieran acceso a ellas, unido a la desconfianza a los
que lo apoyaban y las tenían, hizo que en los finales de la década del
60 del recién pasado siglo decretaran una recogida nacional de armas de
fuego. Desde aquellos años y hasta hoy ni los miembros del ejército de
Fidel Castro, incluyendo a los oficiales, podían llevarse a su casa un
arma de fuego. Sólo el muy controlado cuerpo de policía la porta en sus
funciones.
Ello ha posibilitado que para el futuro cercano de Cuba somos en América
un pueblo nuevo que está preparado para vivir sin la dañina cultura de
poseer armas de fuego. Con excepción del reducido sector de la sociedad
que llevaron criminalmente a pelear al Africa, tres generaciones de
cubanos no han tenido ni las pistolitas de agua que llevan en Navidad
los Reyes Magos a los niños en otros países. Esa extensa dictadura de
terror y miedo también ha posibilitado que seamos hoy un pueblo moderno
donde sus estudiantes y trabajadores no han practicado el salvaje método
que existe en otros países de tratar de hacer presión social y política
destruyendo bienes privados y del Estado. Es una vergüenza nacional y
algo verdaderamente trágico y penoso que los estudiantes abandonen sus
aulas para quemar ómnibus, tiendas, etc. Medio siglo sin hacer esos
dañinos ejercicios nos posibilitan ser un pueblo listo para enfrentar
sus dilemas y problemas con cuello y corbata y con la acostumbrada
guayabera en los salones de los nuevos parlamentos y cortes de justicia.
Admitiendo la anterior realidad, y agregando que estamos llegando en
Cuba a medio siglo de un sistema de absoluto control de la sociedad
cubana, donde todos los cubanos han sido empleados y estudiantes de sus
aulas y que hemos sido dirigidos y manipulados al antojo y conveniencia
del régimen en todos los centros de trabajo y de estudios del país,
asistiendo a todos a los actos políticos, y subordinados y entregados a
la fuerte presión que se ha ejercido en los hogares cubanos donde todos,
sin ser su deseo, pertenecen a los comités de defensa de la revolución y
se ponen una careta, que es desprendida sólo cuando se sale de Cuba por
el aeropuerto de Rancho Boyeros o por una de sus costas, hace que hoy el
camino de la reconstrucción de la nación cubana no sea difícil, duro ni
violento. No hay ética nacional para la venganza, ni para el ligero pase
de cuenta callejero. La culpa ha sido colectiva. Somos un pueblo de
víctimas-victimarios.
Esta es la respuesta a la necesaria indagación del periodista Oscar
Haza. No habrá guerra civil en Cuba, ni tristes desórdenes sociales.
Inevitablemente toda sucesión en Cuba será el comienzo civilizado y
organizado del cambio. Se irán observando las graduales señales de
apertura y libertad. No hay nada que temer con excepción de alguna
confusión o desorientación que pueda hacer un desconocedor de la
realidad cubana o un irresponsable que cegado de un egocentrismo extremo
y un afán de protagonismo haga imprudentes declaraciones y acciones y se
autoexcluya del proceso. El sano deseo del gobierno de los Estados
Unidos y de todos los países civilizados de que la nación cubana
transite hacia una sociedad democrática y dinámica económicamente por
cauces pacíficos y de reconciliación nacional entre cubanos es posible.
El panorama expuesto, la buena voluntad del pueblo de Cuba y la seriedad
que deben tener las partes adversas es el punto de partida.
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/opinion/15445823.htm
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