A debate
Ilusiones y realidades
¿Están exagerados los resultados de la política europea hacia Cuba?
Eva González, Ciudad de La Habana
jueves 18 de mayo de 2006 6:00:00
El artículo Las virtudes del coro (de Arturo López Levy), publicado en
Encuentro en la Red con fecha 3 de abril, tiene —entre otros valores— la
cualidad de mover a la reflexión en torno a un tópico que ha despertado
no pocas polémicas, tanto en algunos observadores internacionales como
en ciertos grupos que animan diversas posiciones políticas dentro de
Cuba. Se trata de las políticas de la Unión Europea y de Estados Unidos
en relación con el tema cubano.
El texto de López Levy es atinado en sus valoraciones al contraponer las
posiciones de ambas políticas y sostener que no es posible lograr
compatibilidad alguna entre ellas, toda vez que recogen presupuestos
diametralmente opuestos.
El gobierno de Estados Unidos, con sus posiciones de fuerza, refrendadas
en el embargo y en todo tipo de compromisos con los sectores de la
derecha radical cubanoamericana asentada en la Florida, sólo ha
propiciado al régimen de Castro cimentarse en el manido discurso
nacionalista para perpetuarse en el poder y extremar las "medidas
revolucionarias" tendientes a reprimir cualquier propuesta alternativa,
en aras de "salvar a la patria"; entorpeciendo así un proceso de cambios
en la Isla.
De esta suerte, tal política ha llegado a constituir para el régimen
cubano un soporte ideológico mucho más sólido que los textos de los
clásicos del marxismo.
Sin embargo, tampoco habría que exagerar los resultados obtenidos hasta
ahora por la política europea en Cuba.
Es decir, si bien su objetivo de "alentar un proceso de transición a una
democracia pluralista y al respeto de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales, así como una recuperación sostenible y la
mejora de las condiciones de vida del pueblo cubano", está en
concordancia con las aspiraciones de la mayoría de los cubanos y resulta
más coherente con un clima de diálogo y entendimiento, magnificar el
impacto que esta política ha tenido sobre la sociedad podría disminuir
la efectividad que debe lograr objetivamente a mediano y largo plazos.
Modestos resultados
En realidad, resulta aún demasiado prematuro calificar sus resultados.
Está claro que ha transcurrido un tiempo lo suficientemente largo en la
política de confrontación Estados Unidos-Cuba, iniciada desde los años
sesenta del pasado siglo, como para poder constatar su inutilidad y
obsolescencia.
En cambio, a sólo 10 años (un lapso de tiempo corto) de los acuerdos de
la Posición Común europea, con su política de compromiso constructivo,
se pueden reportar modestos resultados, sobre todo si se tiene en cuenta
que tendiendo puentes entre los gobiernos europeos y el de Cuba, no se
justifican las posiciones atrincheradas de este último.
En otras palabras, una política de distensión en busca de entendimiento,
para evitar el aislamiento de los cubanos, coadyuva a desautorizar la
eterna política de confrontación del gobierno de la Isla y le impide
utilizar los argumentos de defensa de la soberanía (a los que tan útiles
resultan las políticas estadounidenses hacia Cuba). El diálogo es una
apuesta provechosa frente a la fracasada confrontación de cuatro décadas
de desgaste.
Sin embargo, no es menos cierto que si Estados Unidos no ha podido usar
en Cuba sus "experiencias exitosas de promoción de apertura en China,
Vietnam o la antigua Europa del Este", no se debe sólo al hecho de que
su gobierno subordine sus acciones a los intereses de los
cubanoamericanos de la Florida, sino también a las actitudes de La
Habana, que necesita alimentar la confrontación con el "enemigo
imperial" para mantenerse a perpetuidad en el poder sobre el falso
discurso nacionalista.
Esta tozudez rotunda de negación a cualquier tipo de negociación o de
apertura hacia el interior de Cuba, se repite ante los intentos
constructivos de la Unión Europea, sólo que en este caso las autoridades
cubanas carecen de soporte político alguno que la sostenga, de manera
que se deslegitiman sus posiciones. En este punto capital estriba la
importancia de la política europea refrendada en la Posición Común.
Ahora bien, los cubanos interesados en reformas democráticas y, en
particular, los que vivimos en la Isla, no hemos podido ser
destinatarios directos de la política europea, no por la ineficacia de
ésta, sino por la posición inmovilista del gobierno, reacio a permitir
espacios de apertura al interior de Cuba.
Europa puede influir en facilitar un clima de democracia pluralista en
Cuba, toda vez que La Habana no tiene los argumentos contra esta
política moderada, respetuosa y pacífica, con los que se parapeta frente
a la de Estados Unidos. Esto augura a la Posición Común un positivo
margen de posibilidades.
Inversiones y matrimonios
Cuando López Levy se refiere a los logros de la política europea en
Cuba, suele confundirlos con otros elementos que no necesariamente se
relacionan con la misma, como son las inversiones de ciertas empresas
europeas en la Isla (que suponen pingües beneficios para el gobierno,
pero no así a la población); o exagera en relación con la importancia de
las uniones matrimoniales derivadas del flujo de europeos a Cuba.
Por ejemplo, ¿qué significa exactamente "maximizar el contacto de la
población con las democracias de otros países"? ¿Acaso los matrimonios
entre europeos y cubanos, que invariablemente determinan la salida de la
parte cubana a establecerse en el exterior, son uno de esos "contactos"
que propician la democratización de Cuba?
Este tipo de interacción con el exterior, si bien hace a esos cubanos
relativamente más independientes del control estatal sobre su vida
económica y sobre su educación, no reporta un beneficio muy importante
para los espacios democráticos a que aspiramos en la Isla.
La recurrente referencia a los viajes de turistas europeos que
"contactan" con la población, a los matrimonios de estos con cubanos
(con cubanas, fundamentalmente), a los negocios que desarrollan en Cuba,
a su "diálogo" con los funcionarios del gobierno y al empleo de
nacionales en las empresas de capital europeo que se crean en la Isla,
son apenas manifestaciones epidérmicas, inmediatas y fenomenológicas no
determinantes para el surgimiento de los cambios. Tampoco constituyen
grandes beneficios para la mayoría de la población. En todo caso, estas
empresas son independientes de las políticas de sus respectivos países.
Una parte significativa (mayoritaria) de los turistas que visitan la
Isla, lo hacen a través de paquetes "todo incluido" y se marchan sin
conocer la realidad nacional. ¿Qué contacto verdadero podrían tener,
desde sus buses acondicionados, con la cotidianidad del cubano medio?
Y en cuanto a otros aspectos que menciona López Levy como contactos
importantes de cara a los futuros cambios de la Isla, ¿cuántos europeos
casados con cubanos(as) se establecen con carácter aproximadamente
permanente en este país? ¿A qué intereses responden los funcionarios que
negocian con los europeos? Y, por último, ¿qué por ciento de la
población está empleado en las empresas de capital europeo?
Impacto discreto
Por otra parte, la efímera cantidad de ciudadanos que laboran en
empresas europeas y que tienen acceso a la prensa internacional, a
contrapelo de los millones que no tienen ese privilegio en la Isla;
sumado a los temores de los primeros, que rehúsan ser transmisores de
las informaciones a las que pueden acceder, supone un mínimo efecto
contra el control exclusivo del gobierno sobre la información.
Si bien se han desarrollado los intereses comerciales europeos, su
"impacto en términos de liberalización, pluralismo social y apertura en
Cuba" todavía resulta muy discreto.
El otorgamiento de numerosas becas de estudio y los entrenamientos que
reciben muchos cubanos en Europa, de cara a un futuro en que el país se
insertaría en el mundo "globalizado", ha correspondido por abrumadora
mayoría a individuos pertenecientes a instituciones estatales y obedece,
por tanto, a las disposiciones oficiales y no a fomentar el desarrollo
de iniciativas cívicas, independientes y realmente democráticas.
Si en algo no se equivocan algunos exiliados es en el aserto de que en
Cuba no es fácil interactuar con el pueblo. Por una parte, porque la
población suele estar estrechamente controlada y vigilada por
organizaciones que responden a intereses del gobierno y que suelen
recelar de aquellos nacionales que mantienen algún tipo de relación con
extranjeros.
Y por otra, porque muchos —temerosos de ser acusados de conspiración, de
contrarrevolución o de estar al servicio de la propaganda enemiga—
mienten acerca de sus verdaderos sentimientos hacia el gobierno y sus
instituciones, o simplemente los ocultan.
Para ningún cubano es un secreto que para recibir como huésped a un
amigo extranjero debe solicitar y obtener la debida autorización; algo
que a cualquier ciudadano del mundo libre le puede resultar increíble,
aunque —por supuesto— estos son apenas detalles domésticos que no
dependen en absoluto de la demostrada buena voluntad de la Unión Europea.
Como enuncia López Levy, "La Posición Común Europea de 1996 condiciona
el progreso en la cooperación y el ascenso de Cuba al Acuerdo de Cotonou
a mejorías", además de haber propiciado la liberación de varios
opositores; pero en la práctica la experiencia ha demostrado que es
preciso continuar insistiendo sobre La Habana para lograr mayor
efectividad. Un sencillo ejemplo es que las cárceles del régimen
continúan encerrando a centenares de opositores pacíficos.
Diferencias con la España postfranquista
Resulta ilusorio considerar que la política europea aplicada hasta ahora
fortalece "el poder de los cubanos para decidir el tipo de democracia y
economía de mercado que les convenga". Queda todavía mucho trecho por
andar, de manera que este aserto es bastante triunfalista.
En todo caso, los ejemplos basados en el supuesto intercambio o
interacción con el mundo democrático, la tecnología, las relaciones
entre científicos, administradores y hombres de negocios, no pasa de ser
una relación con sectores élites de la sociedad cubana refrendada en
grupos empresariales al servicio del gobierno: los "nuevos ricos" con
acceso al consumo, al nivel de vida, a la información y a los
privilegios que están vedados a la mayoría de la población.
Los intereses de los empresarios europeos son una cosa, y los controles
de la política de la Unión Europea hacia Cuba, otra. López Levy parece
mezclar ambas cuestiones.
Por último, es preciso considerar que, si bien la comunidad
internacional apoyó la reinserción de la España postfranquista en Europa
e impulsó diferentes programas que se encaminaron a edificar un nuevo
futuro para ese país y evitar encerrarse en el círculo vicioso que
supone la solución de los conflictos del pasado, la Isla no cuenta con
similar soporte.
Las particularidades de Cuba estriban, entre otras causas, en el férreo
centralismo, la destrucción casi total de sus estructuras económicas y
en la ausencia de una sociedad civil que sustente los cambios.
De esta manera, los esfuerzos de la política europea deberán continuar
encaminándose a fomentar el apoyo, fundamentalmente a las organizaciones
que desde el interior de Cuba potencian el desarrollo de la conciencia
cívica, con el fin de preparar a la sociedad para los cambios que
necesariamente habrán de producirse, lo que constituye el paso previo
para enfrentarlos; manteniendo a la vez el diálogo crítico con las
autoridades.
Por un apoyo más directo y definido
Sin dudas, la posición de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del
gobierno español ha sido audaz y constructiva al impulsar un diálogo más
amplio con la oposición interna. El discurso europeo, encaminado a
promover y apoyar los cambios graduales, la liberación de todos los
presos de conciencia, el desarrollo de la pequeña y mediana propiedad
privada, la eliminación de la pena de muerte y el acceso generalizado de
la población a Internet, está en consonancia con los programas más
avanzados y progresistas de la oposición moderada de la Isla.
Muchos opositores pacíficos ven con aprobación cualquier interés serio
de los gobiernos europeos para dialogar, desde posiciones respetuosas,
con toda la amplia gama de propuestas de la sociedad cubana, y celebran
la firme posición independiente de Europa al negarse a apoyar el embargo
norteamericano.
Sobre todo, es muy positivo el reconocimiento de variados sectores del
pensamiento progresista cubano que se oponen a los cambios mediante la
violencia y que cuentan con programas de democratización.
El apoyo más directo y definido a algunos proyectos de carácter cívico,
independiente y plural que se desarrollan desde Cuba podría ser una
nueva vía que se agregue a las que ya mantiene la Unión Europea con la
Isla. La propuesta de compromiso y diálogo resulta necesaria y positiva
para la realidad cubana actual.
URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro_en_la_red/opinion/articulos/ilusiones_y_realidades
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