Posted on Sun, May. 07, 2006
Cuba, vida de barracón
MANUEL VAZQUEZ PORTAL
...selva de gente dolorida
Dante, Infierno, IV Canto
Se tiran de las crenchas las mujeres en las colas del mercado. Se gritan
improperios los hombres en los camellos atestados. Se embisten como
fieras los jóvenes en las fiestas públicas. Se prostituyen las muchachas
y los muchachos. Se corrompen los funcionarios. Se pudre la moral. Y el
gobierno encauza esa furibundez contra los opositores pacíficos. Sabe el
gobierno de la irritabilidad, el recelo, el furor contenido que subyace
en la población y lo manipula y lo conduce en el sentido equivocado, sin
que la masa apenas lo comprenda. Muy ocupado anda el cubano en su afán
de sobrevivir a una crisis económica, y por tanto política, que se
prolonga indefinidamente. No tiene tiempo para pensar en el origen de
sus desgracias. Entre la pobreza material que lo acorrala y la
manipulación mediática a que lo somete el gobierno no percibe de dónde
le llega la catástrofe.
Se agreden unos a otros como si el semejante fuera el causante de todos
sus males. No tiene tiempo para meditar ni hallar las verdaderas causas
de sus tantas penurias. El apremio y el hacinamiento en que se ven
obligados a vivir no les permite descubrir las reales raíces de los
agobios que padecen. Ven un enemigo en aquél que llegó primero a la cola
de la panadería. Suponen un adversario en quien logró ascender antes al
ómnibus. Declaran contrincante a quien se les adelanta en el uso del
urinario público. Califican de oponente al que no puede, por carencias
también, hacerles el favor de brindarles ayuda en sus precariedades.
Se desarrolla la ferocidad y la violencia. Por una nimiedad recurren al
escándalo y la riña. La incomprensión recíproca los mantiene alertas y
dispuestos a la pelea. Enceguecidos por la insolubilidad de sus más
elementales necesidades, se atropellan olvidando todo rasgo de
solidaridad humana. La bestialización se adueña de ellos sin que tengan
conciencia de tal transformación. En un inusitado acto de licantropía se
transfiguran en lobos de sí mismos.
La familia se arruina y se desmembra, picada por la viruela de una
convivencia plagada de insatisfacciones domésticas que, amplificadas por
las insatisfacciones sociales, convierten los hogares en fértiles
emporios de intolerancia y catarsis peligrosas. Las organizaciones
sociales, inoperantes en su mayoría, pletóricas de esquemas
preconcebidos y abarrotadas de burócratas negligentes, maniatadas en su
efectividad y excesivamente doctrinales y politizadas, se tornan
verdaderas entidades nominales a las que nadie acude por falta de fe en
ellas, por lo que el individuo se ve obligado, por sus medios propios, a
agenciarse sin una orientación coherente y armónica en relación con el
resto de la sociedad la solución de sus problemas individuales.
La comunicación padece de sordera, nadie escucha las razones ajenas. El
lenguaje se fabrica de procacidades, algarabías e imposiciones. El más
inocuo de los debates puede convertirse en escenario de puñetazos y
cuchilladas. Nadie está dispuesto a ceder porque nada tiene que
conservar, se saben desposeídos y desamparados. Los modelos de conducta
se groserizan de manera aberrante. Se subvierten los valores con la
misma vertiginosidad con que crece la pobreza. El sujeto laborioso,
honrado, respetuoso de la moral y los buenos modales es suplantado por
el avispado ladrón, el ladino proxeneta. Asciende a paradigmático el
pragmático insensible, brutal, avasallador, que conquista sus fines sin
tener en cuenta el daño que puede causar a los demás o a sí mismo. Por
lo cual todos se disponen a no dejarse vencer en esa lucha digamos
marginal, aunque se trate del mayor por ciento de la población, de todos
contra todos, donde va implícita la sobrevivencia en unas circunstancias
extremadamente hostiles.
Así el país deviene, en dimensiones nunca vistas, barracón, ghetto,
círculo dantescodonde impera la ley de la marginalidad sin que el
gobierno halle las soluciones que den al traste con la barbarie que
genera la crisis en que se encuentra sumida la nación. Y los habitantes
no descubren, mientras se flagelan y despedazan entre ellos, que es el
propio gobierno el responsable de sus penurias y que si la lucha se
hiciera indispensable sería en este sentido que debían encaminarla y no
en el errado autoatropello que los conduce a la desunión y la
autoeliminación. Si a ello se añade la indefensión que padece el
ciudadano frente a un gobierno que no tiene que enfrentar instituciones
estatales que regulen su ejercicio del poder, entonces, el individuo,
mal educado en los derroteros democráticos, se torna depredador de sí mismo.
La causa no es el semejante que soporta iguales calamidades. El
semejante actúa bajo los mismos efectos que provocan las verdaderas
causas. Hay que buscar las causas fuera del barracón. No conviven los
señores con los siervos y es de allí precisamente de donde emanan las
auténticas razones que producen tal estado de enajenación, rabia,
desespero y absurdo. Contra los señores, los siervos, no contra sí propios.
http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/14519136.htm
No comments:
Post a Comment