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Wednesday, January 28, 2015

Ni espaldarazo ni zancadilla - simplemente a regañadientes

Ni espaldarazo ni zancadilla: simplemente a regañadientes
Fidel Castro reconoce que su hermano tiene las prerrogativas y
facultades para hacer lo que está haciendo, pero ello no implica el
estar de acuerdo, salvo en términos generales
Alejandro Armengol, Miami | 28/01/2015 11:06 am

Primero las dudas. Cuestionarse la autoría de la carta de Fidel Castro a
la Federación Estudiantil Universitaria encierra el problema clásico de
confundir la realidad y el deseo. Basta en este sentido un par de
preguntas claves: ¿por qué sería falso este documento y no otro del 14
de octubre del pasado año?, ¿qué ganaría Raúl Castro o el régimen cubano
en general con esta falsificación?
Para "dar prueba" de que Castro vive no se necesita una carta así, sino
el tipo de misiva enviada al exjugador de fútbol argentino Diego Armando
Maradona. Bastó la aparición de una firma para acallar el repetido rumor
sobre su muerte —al menos en la prensa— y no hay motivos para pensar en
una reafirmación necesaria en estos momentos. Lo demás queda a la fe,
los supuestos y la ausencia de señales que indiquen la posibilidad de
que esté muerto o de una desaparición física más o menos inmediata.
Así que lo más sensato es suponer que Fidel Castro está vivo y que
escribió el mensaje, cuyo estilo es similar al de otros anteriores.
Vale la pena entonces intentar el análisis de algunos aspectos de la
carta, algunos detalles del hombre que la escribe y la circunstancia en
que lo hace.
Lo primero es que se inicia con una declaración sabida, pero que llama
la atención se repita en estos momentos. Fidel Castro nos dice que él no
es quien está a cargo del país. ¿Por qué recordar este hecho conocido?
Al mencionar que ahora su hermano es quien gobierna está enfatizando no
solo que la figura a cargo del poder es otra, sino también que toda la
responsabilidad recae en ella.
Este recordatorio es importante, porque define el tono y lo que podría
ser cierta dualidad del documento, del que solo merecen la atención un
par de párrafos y la nostalgia ideológica y bélica que trasmiten las
palabras.
Castro vuelve a insistir en haber desarrollado su labor influido por
Marx y Lenin. También menciona que vivimos en un mundo de desigualdades.
Simple retórica, pero también una precisa referencia a "las ideas
revolucionarias", tal como él las entiende, que matiza con referencias
al paso del tiempo, "las más increíbles combinaciones de materia y
radiaciones", la mención de la primera utopía y el dejar a un lado
"enigmáticos problemas".
También resulta interesante que Castro se sienta obligado a justificar
tanto su ausencia como a resaltar que sigue trabajando: "en días muy
atareados por diversos temas en los que tal vez pueda ser todavía
relativamente útil".
Ese enfatizar que no manda, pero está ahí tratando de ser "útil" es lo
que vendría a ser el aspecto personal del documento, que se define aún
más en la perspectiva desde la cual menciona los últimos
acontecimientos, y que continúa siendo una visión de guerra.
Así, al recordar el saludo entre el presidente estadounidense Barack
Obama y su hermano, se detiene particularmente en la Guerra de Angola, a
la que dedica varios párrafos, y que le sirve para dejar sentada su
posición: no confía en la política de Estados Unidos, "ni he
intercambiado una palabra con ellos". Pero a continuación agrega que no
rechaza "una solución pacífica de los conflictos o peligros de guerra".
Pero, ¿dónde está o estuvo la guerra? Porque de lo que se trata es de
restablecer relaciones diplomáticas, con un interés marcadamente
comercial por ambas partes, sin que sea necesario para ello firmar un
tratado de paz.
Si Washington y La Habana logran avanzar en una negociación larga y
difícil, lo que motiva al régimen para el esfuerzo es conseguir mejoras
—ventajas si es posible— en el ámbito comercial. La táctica que a diario
enfatiza el régimen no es un ideal revolucionario, sino sacar partido al
interés y la avaricia capitalista. Dejar que el proceso se desarrolle
lentamente para que crezca en Estados Unidos el interés por el mercado
cubano, y de esta forma aumente la presión sobre la Casa Blanca y el
Congreso. No es "exportar la revolución" sino alimentar la ilusión de
que se puedan importar ganancias de la Isla.
Aquí se entra en un terreno que a Fidel Castro nunca le interesó, y por
supuesto tampoco le interesa ahora. De hecho, de esa transformación
—lenta y de avances y retrocesos— no habla, porque no es su terreno ni
entra actualmente dentro de sus facultades. Por ello todo lo que escribe
es más remembranza que realidad, y temas planetarios.
Solo que ahora no ha podido distanciarse del día a día, y ha tenido que
brindar una respuesta: "explico mi posición esencial en breves
palabras". Que se viera obligado a ello es algo abierto a la
especulación. ¿Está Fidel Castro asumiendo las inquietudes de los viejos
revolucionarios, los elementos de línea dura sobre los que a cada rato
se especula existen dentro del gobierno, las supuestas luchas interinas
por el poder o simplemente no se resigna al silencio? Y en la carta le
reconoce el derecho que tiene su hermano, como gobernante, pero al mismo
tiempo no le concede el beneplácito.
Se llega entonces al párrafo principal de la carta, el único que
justifica dedicar tiempo a comentarla:
"El Presidente de Cuba ha dado los pasos pertinentes de acuerdo a sus
prerrogativas y las facultades que le conceden la Asamblea Nacional y el
Partido Comunista de Cuba".
Casi al final del documento, en el antepenúltimo párrafo, reconoce que
su hermano tiene las prerrogativas y facultades para hacer lo que está
haciendo, pero ello no implica el estar de acuerdo, salvo en términos
generales. Antes bien, hay una advertencia anterior:
"Advierto, sin embargo, que las ideas revolucionarias han de estar
siempre en guardia a medida que la humanidad multiplique sus conocimientos".
Fidel Castro se convierte en receptor y símbolo de quienes participan de
las "ideas revolucionarias", pero también deja claro que el poder está
en manos de su hermano. No alimenta la conspiración —algo que nunca va a
hacer de forma clara, porque ya pasó esa época y siempre los hermanos
trataron las diferencias entre ellos y no de cara al exterior, ni entre
sus colaboradores más cercanos— pero tampoco se compromete.
En Cuba la crítica de las armas —esa época dorada para Fidel Castro que
tanto le gusta recordar— no ha dado paso al arma de la crítica. Él no
critica ni apoya, simplemente recuerda.
Sin embargo, hay un recuerdo clave. Después de los tiempos "gloriosos" y
triunfales de la Guerra de Angola, llegó otra época: "Sobrevino entonces
el Periodo Especial en tiempo de paz, que ha durado ya más de 20 años
sin levantar bandera blanca, algo que no hicimos ni haremos jamás". De
pronto aflora el Castro que aún habla como si gobernara el país. No es
más que una ilusión momentánea. Vuelve a las generalizaciones, que sabe
son perfectas para no decir nada: "Defenderemos siempre la cooperación y
la amistad con todos los pueblos del mundo y entre ellos los de nuestros
adversarios políticos".
El problema con declaraciones de este tipo es que Obama ha dejado bien
claro que no busca la amistad con el régimen y la cooperación solo en
áreas comunes —como inmigración, medio ambiente, narcotráfico— pero que
todo el mundo sabe que lo que está en juego va mucho más allá, y son las
condiciones para llevar a cabo los acuerdos comerciales que el gobierno
cubano necesita y a Estados Unidos le interesa iniciar, en un tiempo
presente que mira al futuro.
Así que la retórica de Fidel Castro de guerra y paz resulta bastante
caduca. La carta, que aparece precisamente el día que Raúl Castro viaja
a Costa Rica, se convierte en noticia de un día y lo único que queda
claro es que quien manda en Cuba es Raúl y el país no acaba de salir de
un "Período Especial" que ya va por 20 años, toda una vida. Y se sabe
que en tiempos de paz no hay que rendirse, sino adaptarse a las
circunstancias. La diferencia entre Fidel y Raúl es que el primero lo
hace a regañadientes y el segundo con gozo.

Source: Ni espaldarazo ni zancadilla: simplemente a regañadientes -
Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/ni-espaldarazo-ni-zancadilla-simplemente-a-reganadientes-321721

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