Autofagia en el Caribe
Resulta evidente en Cuba la notable reducción de las inversiones en las 
áreas de servicios, en particular en Educación y Salud Pública
Oscar Espinosa Chepe, La Habana | 29/09/2011
La isla de Cuba ha sido comparada con un caimán situado en el Mar Caribe 
desde tiempos ancestrales. Hoy ante el proceso de descapitalización 
material y humana podría afirmarse que el saurio se autoconsume desde 
hace años. El proceso tomó fuerza a inicio de la década de 1990 por la 
pérdida de las subvenciones procedentes del bloque soviético, al quedar 
la economía sin sustentación.
Las tasas de Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) con relación al 
Producto Interno Bruto (PIB) eran superiores al 20 % con anterioridad a 
1989, pero a partir de entonces la caída fue espectacular, en torno al 
10 % e incluso por debajo en algunos años, con una clara tendencia a 
continuar el descenso.
Así, el promedio de esa tasa fue de 9,4 % entre 2002-2009, calculada a 
precios corrientes según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas 
(ONE). En ese mismo período, América Latina y el Caribe tuvieron una 
tasa de 18,9 %, calculada también a precios corrientes sobre la base de 
información de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe 
(CEPAL). Lamentablemente los datos de Cuba en 2010 todavía no están 
disponibles, pero si se tiene en cuenta que la ONE ha reconocido que la 
ejecución de la inversión bruta en el pasado año disminuyó en un 3,8 % 
con respecto a 2009, puede asegurarse que la FBCF respecto al PIB cayó 
por debajo del promedio de 2002-2009.
Con las tasas de FBCF que Cuba tiene no solo resulta imposible ampliar 
la capacidad productiva y el patrimonio nacional, sino incluso reponer 
el capital amortizado, creándose un proceso continuado de autofagia 
económica, acelerado además por la generalizada falta de mantenimiento y 
el rápido avance científico-técnico mundial que hace aún más anticuada 
la tecnología existente en Cuba, a través de la llamada depreciación 
moral de los medios productivos.
Estas cifras se reflejan en la catastrófica y atrasada infraestructura 
nacional, comprendida la red vial, las edificaciones, los servicios y 
todo el soporte material de la sociedad cubana. Si a principios de los 
90 existían 156 centrales azucareros, en la pasada zafra solo 39 
produjeron azúcar con grandes dificultades, sin un soporte material 
adecuado, pues los caminos cañeros están destruidos, el transporte tiene 
condiciones ruinosas al igual que las demás estructuras necesarias. El 
resto de la agricultura, en particular la ganadería, presenta problemas 
similares y ya es difícil encontrar tractores y otros equipos 
automotores en la campiña. Hoy se sustituyen por la tracción animal, ya 
sean bueyes para arar o equinos para tirar los carros, con lo cual la 
productividad del trabajo es cada día más baja, en un país donde además 
no existen alicientes para realizar el duro trabajo agrícola.
En pueblos y ciudades del interior, el transporte se efectúa con 
carretones tirados por equinos, en un viaje sin escala a las condiciones 
de vida del siglo XIX. Igual atraso y descapitalización existe en la 
industria, las telecomunicaciones —sin acceso a Internet para los 
cubanos— y todos los sectores de la economía, incluidos la educación, la 
salud y el deporte, carentes de recursos e instalaciones y en un 
permanente proceso de depauperación por la falta de reposición y 
mantenimiento. En el deporte, hasta las instalaciones de no muy lejana 
data, como las edificadas para los Juegos Panamericanos en La Habana en 
los años 90, hoy están en lamentable estado. La situación de la vivienda 
es sumamente grave; incluso desde antes de los fuertes huracanes en 2008 
había un déficit, reconocido oficialmente, de medio millón, y más de 50 
% de las existentes estaban en malas o regulares condiciones. Eso se ha 
agravado mucho por los efectos de los ciclones que destruyeron total o 
parcialmente más de 600.000 viviendas, la pérdida de capacidades debido 
a derrumbes y otros problemas y la insuficiente construcción de nuevas, 
con tendencia a la baja.
Resulta evidente la notable reducción de las inversiones en las áreas de 
servicios, en particular en Educación y Salud Publica, que indica que 
ante la falta de recursos se están priorizando los proyectos dirigidos a 
la esfera productiva. En educación solo fueron invertidos 61,8 millones 
de pesos en 2010, para una reducción del 70 %, respecto a lo ejecutado 
en 2009. En el caso de la salud fue de 65,6 millones de pesos para una 
disminución del 58 % en relación con 2009.
La prolongada descapitalización material no parece tener solución por el 
momento. Hasta podría acelerarse debido a que Cuba carece actualmente de 
recursos para iniciar un programa de inversiones que amplíe y modernice 
la infraestructura. Esto podría alcanzarse a través de reformas 
radicales que propiciaran la correcta utilización de las reservas 
productivas y promovieran la inversión extranjera, realidad que hasta 
ahora el Gobierno se ha negado a aceptar. Además, la situación nacional 
podría empeorar como consecuencia del impacto de una eventual recesión 
económica mundial, hoy no descartable. Si esta sucediera, la poca 
inversión en ejecución colapsaría, agravando aún más el proceso de 
descapitalización material que consume las energías acumuladas durante 
tantos años de arduo trabajo realizado por generaciones de cubanos.
http://www.cubaencuentro.com/cuba/articulos/autofagia-en-el-caribe-268704
 
 
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