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Tuesday, December 02, 2008

Rehenes

Sociedad
Rehenes

Con historias familiares a cuestas, cientos de médicos, enfermeras y
técnicos de la salud esperan ser 'liberados' para viajar al extranjero.

José Hugo Fernández, La Habana | 02/12/2008

En un oscuro pasillo del edificio donde radica la Dirección Provincial
de Salud Pública en La Habana (calles 21 y O, Vedado), suelen
reencontrarse cada miércoles y viernes. No logran verse bien las caras,
pero ya se conocen. Muchos han llegado a intimar luego de varios años de
coincidencia. Todos están unidos por una misma desgracia. Son rehenes.
Sin la esperanza del rescate. A pesar de que se cuentan por cientos,
sólo en la capital. La cifra total del país se desconoce.

Una entre tantos: mujer de edad madura, técnico en farmacia con 24 años
de profesión, acude allí semana tras semana porque su hijo, que reside
en España, está esperando por ella para someterse a una operación
quirúrgica. Desde hace tres años solicitó liberación temporal del
sistema de salud pública, sin lo cual no se le permite ir de visita al
extranjero. Y allí la mantienen, en lo oscuro, esperando una respuesta
que no llega, anegada por el estrés de tanto tiempo en tensión, sin
saber qué hacer ni a quién pedir ayuda.

Otra mujer, médico en activo en el hospital habanero Calixto García,
aguarda por su liberación definitiva desde hace seis años y medio.
Quiere irse a vivir a Estados Unidos, pero no la liberan. Lo peor es que
mandó a la familia por delante. Y asegura no haber tenido ni un minuto
de sosiego durante los últimos tres años: sola, a punto de enloquecer y
sin solución a la vista.

Otra más: cuando trabajaba como médico internacionalista en Guyana,
conoció a su actual esposo, un médico guyanés, quien vino con ella a
sentar residencia en La Habana. Pasado el tiempo, el matrimonio, que ya
tiene dos hijos, decidió ir a probar suerte en Guyana. Pero es un
proyecto frustrado, porque a ella no la liberan para viajar. No
obstante, continúa aguardando en el oscuro pasillo, pues dice estar
dispuesta a vencer por cansancio a sus captores.

En torno al oscuro pasillo

Hay otra que ni siquiera planea viajar al extranjero. Después de haber
servido como médico durante toda su vida de adulta, sintió que deseaba
abandonar el sistema nacional de salud pública, digamos, para cambiar de
aire. Pero no la dejan. Desde hace cuatro años y medio no ejerce su
profesión. Tampoco la liberan para que le sea permitido desempeñar
legalmente una labor alternativa. Entonces, vive al pairo, sin oficio ni
beneficio, y sin frijoles en la olla.

Y otra, sólo una más entre un montón: junto a su familia fue favorecida
por el llamado "Bombo", que otorga visas a los cubanos mediante sorteos
realizados por la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
Desde entonces, hace cinco años, espera que la liberen para restaurar la
estabilidad en su hogar.

Alejados de la madre, su hija de nueve años se convirtió en adolescente
y su hijo de 12 años, en hombre. Jamás se han vuelto a ver, sólo en
fotografías. Pero siguen soñando con la reunificación. Mientras, esta
especialista en Medicina General Integral cuenta sus interminables días
y noches cubriendo guardias de urgencia en un policlínico, puesto al que
fue trasladada, como velada variante de castigo, tan pronto manifestó
interés por emigrar.

Su vida, al igual que la de cientos de médicos, enfermeras y técnicos de
la salud, gravita en torno al oscuro pasillo de la Dirección Provincial
de Salud Pública, adonde acude cada semana con la esperanza de que los
abogados del cuarto piso le ofrezcan algo más que evasivas y trabas
burocráticas.

Ni siquiera se les dispensa la información imprescindible. Ninguno de
ellos conoce cuánto tiempo puede durar su proceso para la
"desvinculación". No tienen claro cuáles son los derechos que le otorga
la ley, ni a quién podrían acudir para exigir con éxito el cumplimiento
de tales derechos, en caso de que fueran contemplados.

Sea para la salida temporal o definitiva del país (la variante
definitiva es otra imposición de los captores), sea para traslado de
profesión o de ministerio, o para simples solicitudes de bajas por
razones diversas, sus demandas parecen ser acuñadas dentro de la
clasificación "zeta". No está prevista una fecha tope para concluir la
tramitación. Si acaso existe, es únicamente en teoría.

Los solicitantes creen haber oído decir que el intervalo establecido
para la liberación de los técnicos es de tres años. Para los médicos,
dicen haber oído decir que en principio eran cinco y ahora son diez
años. Pero en la concreta no disponen de más información ni de mayor
consuelo que lo que comparten unos con otros, acosados por la estrechez
de aquel pasillo en penumbras.

No obstante, saben que nada de cuanto se diga, incluso nada de cuanto
pueda aparecer registrado en disposiciones y en leyes, resulta de
necesario cumplimiento para su caso. El régimen, en general, y las
autoridades de la Salud Pública, en particular, los ven como enemigos,
traidores —aunque no sea más que por aquello de que quien no está
conmigo, está contra mí—. Y como tales se les trata, cobrándoles rescate
por adelantado y en especia: con frustración, dolor y desamparo. A nada
más tienen derecho. Son rehenes.

http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/rehenes-136184

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