Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Me pregunto si las
personalidades políticas e intelectuales de numerosos países, que
mostraron su inconformidad cuando 75 opositores pacíficos, periodistas y
bibliotecarios independientes fueron condenados en 2003 a largas penas
de prisión, se acuerdan de que la gran mayoría -cincuenta y nueve-
continúa en las cárceles.
Han transcurrido más de cinco años, y nadie, ni la Unión Europea, los ha
tenido en cuenta a la hora de fortalecer nexos con el gobierno de la isla.
En el libro Cien horas con Fidel, del periodista francés Ignacio
Ramonet, se relatan los motivos que indujeron a Fidel Castro a tomar una
decisión que perjudicó aún más la imagen de su dictadura: el
encarcelamiento de los 75 se debió al conflicto político que en aquellos
momentos atravesaba su régimen con Estados Unidos, país que
históricamente se ha solidarizado con grupos o movimientos políticos que
luchan contra el comunismo.
Los juicios sumarios y las condenas coincidieron con la guerra contra la
dictadura de Hussein. "Algo que se podía percibir a través de la
propaganda y las discusiones", según expresó Castro a Ramonet.
Quiere decir que las leyes draconianas que se aplicaron a los disidentes
se inspiraron en causas ajenas al trabajo desplegado por ellos durante
años. En la página 504 del libro Fidel Castro lo acepta cuando dice:
"Leyes durísimas que hicimos".
No es de extrañar que dichas condenas causaran asombro a los países
miembros de la Unión Europea y al resto del mundo. Mucho más la pena
capital impuesta en aquellos días a tres jóvenes habaneros, cuyo único
delito fue intentar salir del país, sanción que "sirvió como escarmiento
¨, como expresara el canciller cubano.
En el capítulo 21 del libro de Ramonet, Fidel Castro interpreta la
solidaridad brindada por el jefe de la Sección de Intereses de Estados
Unidos a organizaciones de derechos humanos, como un acto provocativo,
y a las palabras de Cason sobre la libertad, como insultos y groserías.
Sin embargo, oculta que fue el señor Manuel David Orrio, agente suyo
disfrazado de periodista independiente, quien solicitó y organizó las
reuniones a las que se refiere en la residencia diplomática, provocación
en la que cayeron no sólo los opositores pacíficos, sino también el
señor Cason.
Por último, cabe preguntarse: ¿Las bárbaras condenas, además de tratarse
de actos de venganza, no podían haber agravado (en un caso real) la
situación de Cuba frente a la posibilidad de una agresión de Estados Unidos?
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