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Monday, October 13, 2008

La Guantanamera: un mito en tierra de nadie

La Guantanamera: un mito en tierra de nadie
Lic. Víctor Hugo Purón Fonseca

El destino de la sorprendente guajira nacida en el extremo oriental de
Cuba resulta un caso bastante común en el derecho al uso.

Quien primero la sacó a pasear fue el pueblo. ¿Cuándo? Nada seguro se
sabe hoy. ¿Cómo? Hay versiones contradictorias. ¿Dónde? Eso sí es
indubitable: en Guantánamo. Lo proclama su mismo texto cantado:
"Guantanamera, guajira guantanamera".

En este último punto todos -o casi todos- concuerdan con el menos común
de los sentidos, y con los musicólogos, historiadores y pobladores del
llamado Alto Oriente cubano. Ellos aseguran, cada uno por su parte, el
origen de la hoy universal Guantanamera "en una tonada guajira de la
zona de Guantánamo, es decir en una expresión de la cultura popular
tradicional."

En esto sobra ya la discusión. Pero como la cuestión de derecho se ha
enredado en multitud de egoísmos, errores de juicio y negligencias de
las partes interesadas en la titularidad de la Guantanamera, la abogada
Margarita Soto Granado, especialista cubana en derecho de autor, y quien
suscribe la cita anterior, ha precisado que "las expresiones folclóricas
[de origen popular tradicional [carecen de autor y por tanto de
titularidad." Se entiende, pues, que son anónimas.

"Lo cierto -acota, no obstante, la especialista al respecto de la
Guantanamera- es que la obra ´original´, según ha quedado demostrado, es
una tonada campesina que forma parte de la cultura popular tradicional
de la actual provincia de Guantánamo, Cuba. "

Pese a tan sólido reconocimiento, sin embargo, los estudios sobre el
extenso conflicto de autorías y titularidades no subrayan con frecuencia
este origen popular guantanamero. Tampoco, por supuesto, es admisión
resulta en que se adjudiquen beneficios de derecho público a favor del
pueblo creador de tal original.

¿Y qué se habrá creído la guajira guantanamera esta?

Este pueblo, aparte de sufrir la injusticia que en ese sentido
permanece, es víctima del despojo de los grandes dividendos que la obra
sigue generando por la recaudación mundial de derecho de autor, figura
que sólo reconoce las personas individuales que la inscriben, pero nunca
al conglomerado que, en este caso, se admite sin dudas como verdadero
creador.

El polemista Reinaldo Cedeño Pineda, en su artículo "LA GUANTANAMERA" en
la TIERRA DEL DIABLO, publicado el viernes 14 de diciembre de 2007, en
su blog La espina y la isla, adelanta que mientras para unos el tema de
la autoría de La Guantanamera quedó sellado, para otros vivirá envuelta
en una polémica, tal vez infinita. Y en este caso se trata de lo
segundo, tal vez sólo por ahora.

Para el provecho personal y en detrimento del colectivo tampoco se
enfatizó suficientemente nunca que quienes, fuera del pueblo de
Guantánamo, cantaron aquella melodía, la grabaron e inscribieron como
autores, en cualesquiera versiones, matices, adaptaciones y arreglos, se
atribuyeron siempre indebidamente una obra original propia del acervo
musical popular tradicional guantanamero, dicho sea con las
reiteraciones propias del lenguaje forense.

Poner en tela de juicio, elogiar o denigrar a alguien preciso con
nombres y apellidos parece a esos ojos y oídos más interesante,
importante, urgente y lógico que ser justos con la propiedad colectiva
reconocida. ¡Como si de justicia fuera que lo que es de todos o de
muchos no es de nadie! Se trata en este caso -¿habrá que recordarlo?- de
una tonada y del pueblo de una región: La Guantanamera, de Guantánamo.

Se llega así a acuñar mentiras como verdades, y a simplificaciones y
disparates. Un ejemplo: "El son, La Guantanamera, como Joseíto
Fernández, vino de Oriente", yerró enmarañadamente Guillermo Cabrera
Infante (GCI) opinando en el periódico español El País, el 11 de abril
de 1993, en su artículo Guantanamerías. Mejor él, pero casi todo el
mundo debiera bien saber que el nombrado Rey de la Melodía nació en el
barrio habanero de Los Sitios, en 1908, y en La Habana murió en 1979.
"Siempre en La Habana he vivido,/ fuera de ella en ningún lado", le
aclara cantando el mismísimo Joseíto a Beny Moré en una controversia
grabada en Radio Progreso y que ha recibido una amplia difusión.

Joseíto, pues, no "vino" de Oriente, como quisiera GCI, aunque sí estuvo
en esta región, específicamente en Guantánamo, al menos una vez, como
prueba la foto. Hablando con total propiedad para el caso, el son y La
Guantanamera tampoco "vinieron" de Oriente, como si llegaran del
extranjero a la cultura cubana, sino que "vinieron" de Cuba para el
mundo. Con justicia, el son, La Guantanamera y Joseíto son exacta e
indiscutiblemente eso: cubanos. Sólo dentro de esa unidad cultural
nacional, multirregional, y sólo dentro de ella, las reclamaciones son
justas y legítimas. Dicho sea de paso, el propio GCI se "fue" de Cuba,
murió en Londres, nació en Gibara, crió su "perversa" imaginación en La
Habana, y es un escritor cubano.

La adjudicación legal de autoría en el caso de La Guantanamera no
debiera ser óbice para destacar mucho más el verdadero origen
guantanamero de la sorprendente guajira internacional. Incluso para
asumir la posibilidad, aún dentro del marco del "estrecho horizonte del
derecho burgués", como diría Carlos Marx, de que la titularidad podría
exhibirla alguien "venido" de la zona de Guantánamo, origen indiscutido
-dicho sea una vez más, por si las moscas- de La Guantanamera.

Aunque casi siempre en los escritos se omite o minimiza la mención de su
nombre, el guantanamero Herminio García (El Diablo) Wilson (1904-1998)
aparece, a posteriori de la gran polémica, como atestiguado autor de los
primeros cuatro compases del estribillo célebre: "Guantanamera, guajira
guantanamera." Así se lo contó El Diablo a muchos. Cedeño, en el mismo
artículo citado, copia fragmentos de la declaración jurada que le tomó
el 12 de mayo de 1993 la abogada María Esther Arranz Oliva a El Diablo,
y que vale la pena repetir:

"…allá por al año 1929, el padre de Irma Bosch me invitó a tocar en una
fiestecita de su hija, y por supuesto, busqué a los músicos arriba
mencionados […] la fiestecita era en Carlos Manuel número 664, entre
Paseo y Narciso López, en donde había una tienda que le llamaban La
Castellana, a las ocho y veinte de la noche, ya estábamos todos, me puse
a calentar los dedos en el tres, y en esos precisos momentos, pasa una
muchacha y Joaquín Ramírez le dice algo como un piropo, aunque en
aquellos años no era muy usual decirle eso a las mujeres en la calle
[…], ella respondió con palabras groseras y él le dijo: "Y qué se habrá
creído la guajira guantanamera esta". Precisamente de esa forma nació la
famosa Guajira Guantanamera, y fue Pipi Corona el primero en cantarla
allí mismo en la esquina y luego entramos en la fiesterita en casa de
Toto Bosch, en donde fue interpretada por su hija al piano (Zoila) […]
Esa es la verdadera historia de la Guajira Guantanamera." A continuación
en el mismo expediente se rectifica que el piropo fue dicho en realidad
por Pipi Corona."[*]

Como esto aconteció muchos antes de la celebridad, aquella tonada nunca
inscrita en los registros autorales se diluyó en el canto popular a
través de diversos tocadores, como la miaja de las más célebres
leyendas. Así pudo advertirla e identificarla el periodista, escritor y
musicólogo cubano Alejo Carpentier en La Habana a mediados de los años
40. Encargado de escribir una historia de la música cubana, dejó escrito
en La música en Cuba, libro publicado en 1946:

"Hace poco una estación de La Habana, obtuvo un gran éxito de
popularidad, con una canción de buen corte campesino, titulada La
Guantanamera, que había sido traída a la capital por auténticos
cantadores." [*][*]

La cultura del Alto Oriente cubano celebra cada año la Fiesta a la
Guantanamera , para ofrecer, entre el Primero y el 4 de diciembre, un
arcoiris de posibilidades, como reza su lema. Entre esas promesas
palpita también el espíritu popular no sucumbido y que forma parte de la
leyenda de la célebre guajira.

Guantánamo, viernes 15 de agosto de 2008.

Viejos cantores folclóricos, insertos en la tradición de la más genuina
trova guantanamera, oriental, junto a los más nuevos rapsodas,
investigadores y amantes del alma de este terruño, hacen vivir al
visitante y revivir al anfitrión de la localidad, el rústico, auténtico
y vigoroso aliento de una leyenda tradicional, y sentir ese sortilegio
de lo inigualable.

http://www.canasanta.com/ensayo/la-guantanamera-un-mito-.-00001.html

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