España pacta con Alemania levantar las sanciones europeas a Cuba
Los Veintisiete evaluarán en un año los resultados del acercamiento a La
Habana
MIGUEL GONZÁLEZ (ENVIADO ESPECIAL) - Bruselas - 20/06/2008
El ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, no
podía ocultar su satisfacción cuando, al filo de la pasada medianoche,
comparecía en la sede del Consejo Europeo en Bruselas para anunciar el
levantamiento de las sanciones impuestas por la UE a Cuba. "Se inicia
una nueva etapa de diálogo entre Cuba y la Unión Europea. Se ha impuesto
el sentido común", proclamó el ministro al término de la cena que
mantuvieron los jefes de la diplomacia de los Veintisiete.
EE UU y el exilio creen que la decisión da oxígeno a Raúl Castro
"Se abre una nueva etapa. Se ha impuesto el sentido común", dijo Moratinos
El acuerdo, por el que España ha pugnado en los últimos meses, se
formalizará en el Consejo de Ministros de Agricultura del próximo lunes,
el primero programado, de forma que entre en vigor con carácter inmediato.
Para vencer la resistencia de los países más remisos, España accedió a
que en el documento final se haga constar que dentro de un año se
reexaminarán los resultados del diálogo político con las autoridades
cubanas y sus efectos en materia de respeto a los derechos humanos,
liberación de los prisioneros políticos o acceso de las organizaciones
humanitarias internacionales a las prisiones cubanas.
A lo largo de la tarde, la delegación española mantuvo intensos
contactos con la alemana, tanto con los representantes del Ministerio de
Asuntos Exteriores como de la Cancillería, cuyas diferencias internas
provocaron que la decisión no pudiera adoptarse el pasado lunes, como
estaba previsto. Ese día, la canciller alemana, la democristiana Angela
Merkel, ordenó por sorpresa a su ministro, el socialdemócrata
Frank-Walter Steinmeier, que pidiera un aplazamiento de 72 horas para
estudiar de nuevo el asunto. Al margen de Alemania, que hasta ese
momento no había puesto obstáculos, la mayor oposición procedió de la
República Checa y Suecia.
Las sanciones, que fueron impuestas en 2003 a propuesta del Gobierno de
José María Aznar tras la detención de 75 disidentes, tenían una
relevancia más política que real, pues se reducían prácticamente a la
limitación de las visitas de alto nivel a la isla y a la invitación a
los miembros de la oposición anticastrista a las recepciones celebradas
por las embajadas europeas en La Habana con motivo de sus respectivas
fiestas nacionales. Aunque estaban en suspenso desde 2005, el régimen
cubano exigía su levantamiento definitivo como condición para reanudar
el diálogo con la UE.
Ayer mismo, un portavoz de la Secretaría de Estado de Estados Unidos se
pronunció en contra de que se relajara la presión sobre el régimen
cubano. "Es sabido que no compartimos la política de EE UU hacia Cuba",
respondió Moratinos. "La Unión Europea tiene suficiente autonomía y
legitimidad para establecer su propia política y espero que EE UU sabrá
respetarla".
El jefe de la diplomacia española expresó su confianza en que las
autoridades cubanas responderán con gestos positivos a la mano tendida
europea y no ocultó que, a medio plazo, su objetivo es negociar un
acuerdo de cooperación con Cuba que podría firmarse durante la
presidencia española de la UE, en el primer semestre de 2010. El
levantamiento de las sanciones permitirá además que se reanude la ayuda
al desarrollo, interrumpida desde hace cinco años.
En el documento presentado a los ministros por la presidencia semestral
eslovena de la Unión, se toma nota de "los cambios acometidos hasta
ahora" por el presidente Raúl Castro y se le anima a adoptar nuevas
medidas liberalizadoras. Los Veintisiete ofrecen a Cuba un diálogo que
se califica de "recíproco, incondicional, no discriminatorio y dirigido
a la obtención de resultados". Sus interlocutores no serán sólo los
responsables del régimen sino también "los representantes de la sociedad
civil y de la oposición pacífica". En las discusiones que precedieron al
acuerdo la diplomacia española insistió en que las sanciones eran
contraproducentes, pues impedían poner en práctica la posición común
sobre Cuba aprobada por la UE en 1996 y en teoría aún vigente.
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