¿Es Obama el hombre?
Recordando a Carter y Clinton, La Habana se prepara para lidiar con un
candidato que habla de diálogos y no de amenazas.
Federico Fornés, La Habana | 13/06/2008
"McCain quiere matarnos a cañonazos, pero Obama lo quiere a besos", dice
Alfonso Borges, jefe de la Oficina de Asuntos Ideológicos del Partido
Comunista. La pregunta es la de siempre: ¿Están preparados para la
zanahoria?
En principio, no. "Quieren los dólares y los productos, y si te he visto
no me acuerdo", anticipa un relojero, afincado en un portal habanero. "Y
quién sabe si eso es lo mejor, mantenerlos a distancia y punto", termina
la frase con el índice contra los labios.
Lidiar en un escenario de distensión nunca ha sido el fuerte de La
Habana, bien entrenada en el juego de la confrontación desde 1959, igual
que el sector recalcitrante de Miami.
En la era Carter, el régimen ayudó a hundir su reelección con una ola
migratoria incontrolable —Mariel 1980—. En la de Clinton, con el derribo
de dos avionetas civiles, obligó al presidente a abandonar el Carril II
de la Ley Torricelli, concebido para seducir a los cubanos,
especialmente a su clase profesional.
El primer fuego
Siguiendo la tradición, el primero en abrir fuego contra el candidato
demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, fue el único que podía
hacerlo: Fidel Castro. Intenta desde ya influir sobre las posibilidades
de un futuro escenario, haciendo públicas las instrucciones pertinentes
para cuando él no sea más, como en el presente, un actor tras
bambalinas. Habló sobre ello el pasado 25 de mayo en Granma, y calló
durante 18 días.
"El discurso del candidato Obama se puede traducir en una fórmula de
hambre para la nación, las remesas como limosnas, y las visitas a Cuba
en propaganda para el consumismo y el modo de vida insostenible que lo
sustenta", afirmó entonces el enfermo líder.
Castro I, quien trazó, sin embargo, una virtuosa silueta personal del
candidato demócrata —"aguda inteligencia", "capacidad polémica" y
"espíritu de trabajo"—, dejó por sentado que las iniciativas del senador
no son atendibles y merecen un portazo.
Obama, por su parte, formuló borrar las actuales restricciones en viajes
y remesas de cubanoamericanos, dictadas desde 2004 por la administración
Bush, pero al mismo tiempo habló de mantener el embargo y activar un
régimen de reciprocidades con la Isla.
Si Cuba realiza "progresos en varios temas, deberíamos movernos en
dirección a una normalización", dijo recientemente el político negro de
Illinois.
¿Menos confrontación?
"El tú me das, yo te doy, nunca ha funcionado explícitamente con Cuba,
porque Fidel detesta aparecer como un mediocre tratante en política",
opina un investigador consultado por CUBAENCUENTRO.com, que pidió el
anonimato.
"Ahora, después de Fidel, habrá que ver cómo se juega y quién juega.
Dudo mucho, pero mucho, que el embargo sea abolido, sobre todo en las
leyes, porque eso exigiría, como contrapartida, una negociación política
que impondría a La Habana modificar el esquema represivo y una
tolerancia para grupos que están conectados con Miami y que desean un
cambio de régimen", conjetura.
El estudioso, que sigue la enconada relación entre La Habana y
Washington desde que era estudiante universitario en los sesenta,
describe lo que para él es una infranqueable raya roja.
"Pero si aun así el 'bloqueo' se va al quinto infierno, aquí, aunque se
queden sin discurso, no moverían un dedo para la apertura. Eso es un
suicidio político y ellos lo saben requetebién", afirma.
Exactamente eso fue lo que sugirió el canciller Felipe Pérez Roque en
agosto pasado, durante una visita a Brasilia: una victoria total y sin
concesiones en el largo plazo. "Estamos seguros que al final el bloqueo
tendrá que ser desmontado y los derechos de Cuba respetados".
El gobierno no espera otra cosa en materia de soberanía y premio
histórico, aunque la bloguera Yoani Sánchez estima que "si Obama gana la
elección, el discurso político de la Isla deberá ser redefinido".
Hay quienes creen exagerado arriesgar una opinión así. Quizás Sánchez
apuesta demasiado alto y cree que el candidato demócrata posee la
capacidad de "romper la confrontación", que por casi medio siglo ha
cebado las agendas políticas de ambas naciones.
La dialéctica del poder
A contrapelo de esa confrontación, y con poca publicidad, trabajan las
compras cubanas a los agricultores estadounidenses. Un creciente lobby
empresarial norteño ve en el comercio con la Isla un botín de miles de
millones de dólares al alcance de la mano y cree que no debe ser cedido
a otros competidores.
Las exportaciones a Cuba en 2001 ascendieron a sólo cuatro millones de
dólares, pero a partir de entonces La Habana invirtió en alimentos
norteamericanos —incluyendo gastos de transporte y fletes— unos 2.700
millones de dólares.
La actual crisis alimentaria expoliaría, de hecho, esa relación, que es
competitiva pese a la ausencia de créditos, ser pagada al contado y no
ser bilateral, pues la Isla no puede colocar ni un alfiler en el vasto
mercado estadounidense.
El gobierno estima que si Estados Unidos levantara ahora su embargo, el
comercio bilateral se incrementaría de unos 577 millones a 25.000
millones en cinco años. Esto recién lo corroboraron representantes de
varias asociaciones de asesoría empresarial que visitaron la Isla.
Timothy Deal, vicepresidente del Council for International Business, una
agrupación de Nueva York, dijo que la cifra les fue proporcionada por
las autoridades cubanas.
Tales antecedentes y perspectivas adelantan que el comercio puede estar
viento en popa, mientras las relaciones políticas se mantienen
inmasticables, una dinámica muy del gusto del poder en el Palacio de la
Revolución y que, ahora mismo, salvando las distancias, Venezuela
testimonia como posible.
Las dudas van por otra parte y se agolpan en el frente político: ¿Qué
enemigo tan formidable y secular como Estados Unidos podría tener
sucedáneo para inflamar el nacionalismo cubano?
No hay otro. Durante medio siglo tal antagonismo forma parte de la
dialéctica del poder, un enquistado ying/yang. Y eso lo sabe hasta
Dionisio, un tamborero achinado que bebe ron de quinta y calienta los
cueros, a pleno sol, en el patio de un rumoroso solar habanero: "Obama
es el hombre. Pido a Elegguá que le abra el camino a la Casa Blanca".
http://www.cubaencuentro.com/es/cuba/articulos/es-obama-el-hombre-90693
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