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Sunday, June 22, 2008

EL RÉGIMEN DE CUBA BAJO RAÚL CASTRO: ¿TRANSICIÓN SIN CAMBIO DE SISTEMA?

EL RÉGIMEN DE CUBA BAJO RAÚL CASTRO: ¿TRANSICIÓN SIN CAMBIO DE SISTEMA?
2008-06-21.
Dr. Luis R. Miranda Valdés, Ex funcionario del Estado y el Partido
Comunista de Cuba

(A propósito de las agendas de Washington y Bruselas para con la
cuestión cubana).

En las siguientes líneas me voy a permitir colocar el tema sobre el
futuro del régimen cubano examinándolo, desde la perspectiva de los
escenarios internacionales.

A mis manos llegó el artículo "Sin Fidel: y ahora qué" aparecido en la
revista Disidente (Puerto Rico; Edición internacional, marzo/2008; Pág.
22). Escrito por mi compatriota, el ensayista cubano Carlos Alberto
Montaner. Comparto plenamente los planteamientos por él expuestos y con
estas líneas sólo deseo proyectar su mensaje, en un nuevo discurso
político que estoy proponiendo, a aquellos que están por las verdaderas
transformaciones en Cuba.

También en estos días he seguido lo que acontece en el debate anual que
la Unión Europea inició el pasado 3 de junio en Brdo, Eslovenia, sobre
sus relaciones con Cuba. El día 16 de este mismo mes, deberían quedar
aprobada por los gobiernos miembros las conclusiones definitivas. Los
despachos noticiosos hablan de que los estados de la UE llegarían en
breve a un acuerdo para poner fin a las sanciones que ese bloque
mantiene para con el régimen, desde hace ya cinco años. Esta medida es
considerada como "un desafío" a los pedidos de EE.UU. para que Bruselas
continúe presionando a La Habana, por unas reformas democráticas.

De igual modo he prestado especial atención a las declaraciones del
presidente Bush y de la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, luego
que ambos se reunieran en Berlín. Juntos reclamaron la liberación de los
presos políticos en Cuba de manera incondicional. Incluso Judy Ansley,
la asesora para asuntos regionales de la Casa Blanca, señaló que esa
liberación serviría de prueba para demostrar "si el régimen de Raúl
Castro está dispuesto avanzar como han dicho, en la cuestión de los
derechos humanos para el pueblo de Cuba".

Parejamente las agencias de prensa han resaltado un aspecto de la
declaración final de la recién concluida cumbre anual de EE.UU.-UE , en
el que dicen acoger favorablemente la firma por Cuba del Pacto
Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos". Ahora reclaman que el
régimen ratifique finalmente dicho pacto.

Del artículo de Carlos Alberto Montaner, deseo destacar, el modo tan
oportuno en que este escritor formula el actual papel de Raúl Castro.
Contrariamente a aquellos analistas que vislumbran una real
transformación de Cuba, con la asunción de Raúl Castro a la máxima
jefatura de la Isla; Montaner revela lo que tendría que ser esencial en
tal cambio de manos del poder. "Lo que debe comprender Raúl es que el
destino no lo ha colocado en ese puesto para salvar a una revolución que
hundió el país y casi nadie quiere, sino para enterrarla ordenadamente.
Ese es su mejor papel".

Observado desde un plano de análisis económico se puede apreciar que la
Cuba de Fidel y de Raúl no representa un modelo socio-político
alternativo. Hasta hoy ese sistema basado en un estado totalitario, de
corte soviético, ha perdurado y desde su surgimiento ha sido así, por
tratarse de una plaza que sirve como un punto de balance geopolítico.

Desde esa perspectiva no sería absurda la hipótesis de que
efectivamente, estamos presenciando una transición en Cuba, sólo que tal
transición es la que, Washington prefiere. Increíblemente, se acomoda al
papel que a Cuba se le ha reservado en el tablero de los grandes poderes
internacionales, en particular a los prorrateo de Washington y a Bruselas.

La transición emprendida se efectúa en los ritmos y en un orden que en
nada responden a los intereses de la nación. Recién en mayo pasado se
anunció que las autoridades financieras de la isla, pondrían fin a la
coexistencia de dos monedas nacionales (el peso nacional y el peso
convertible).

Si examinamos el largo trayecto que ha seguido la reforma de la
circulación de dinero en Cuba, desde 1993, cuando se despenalizó la
tenencia de dólares por parte de los ciudadanos, pasando por la
sustitución en 2004, de la circulación del dólar por el peso
convertible, han transcurrido 15 años y aún falta tiempo para que entren
en vigencia una política monetaria y de tasas cambiarias.

Pareciera que democratizar la isla es un imposible. Y lo es en tanto
Cuba siga siendo utilizada en función de los re-juegos de esas poderosas
fuerzas externas.

Volvamos al artículo de Carlos Alberto. Él examina la dinámica de los
"tres panoramas sucesivos" en la agenda transformadora que ha propuesto
el equipo de Raúl Castro para reformar el sistema y a dónde conducen.
Justamente los componentes que la integran responden a la dilatada ruta
que los estrategas estadounidenses han promovido.

Para el corto plazo que comenzaría en febrero de 2008, (los dos primeros
meses) se situaron como premisas del cambio: un país más productivo y
menos hambriento. A medio plazo (36 meses) "una sociedad menos rígida y
a largo plazo (60 a 72 meses) se habrá conformado en la isla una
sociedad de burócratas con mercado, "un modelo más parecido a la Rusia
de Putin, que a la China actual". Valiente transición en la que después
de cinco-seis años tendremos más comida pero el mismo sistema.

Este esquema raulista, tal como se vislumbra, y a pesar del aparente
disgusto que hacia el mismo expresa Washington, es por superficial e
incluso en los calendarios, coincidente con el diseño de transición que
ha concebido EE.UU. para el caso cubano. Ello se explica por las
siguientes dos razones.

Primero. La continuidad del modelo político unipartidista, de ideología
única, la profesión "antiyanquista" de la Cuba de Fidel y de Raúl y el
militarismo al que obligan a vivir a los cubanos, han sido hasta hoy,
partes integrantes de un complicado entramado internacional y son
componentes consustanciales al ya artificial conflicto
cubano-norteamericano (incluyo el viejo embargo económico al régimen y
su aislamiento del sistema interamericano).

En lo sustancial se trata de una construcción y la permanencia de un
Estado, que responde al orden vigente en los equilibrios de poder
internacionales (también de seguridad). En tal orden esa construcción
cubana ha jugado una función determinada, que para sus beneficiados aún
no es conveniente desactivar.

No se descarta, que el núcleo hegemónico de la nomenclatura de la isla
ya desde los días más absolutistas de Fidel, buscando perpetuar su
liderazgo, se las ingenió para que tal trama continuara.

Segundo. Pareciera exagerado afirmarlo, pero se podría constatar:
imposible modificar o eliminar una o cualquiera de las partes de tal
construcción. ¿De qué modo se podría en una Cuba pluralista
ideológicamente, con libertad de expresión, elecciones libres, con
diversidad de partidos en un real y pleno control parlamentario,
permitir que la isla siga siendo tal plaza de agitación y movilización
antinorteamericana? (aclaro que a Washington no parece preocuparle que
el régimen continúe con tal función)

¿De qué otra manera podría una Cuba conducida por un gobierno libremente
elegido, en régimen de libertad para que los cubanos funden empresas,
puedan emplear trabajadores y en una economía de mercado, permita a sus
gobernantes continuar financiando proyectos internacionalistas o
movilizar recursos humanos para servir intereses geoestratégicos de
Europa, sin que tengan que soportar el freno parlamentario o de los
legalizados grupos opositores?

Inmersa en esas funciones que les ata a tales re-juegos internacionales,
es imposible pedirle a la actual dirigencia cubana radicales cambios. En
el hipotético caso de que llevaran a cabo las necesarias
transformaciones, el sistema resultante en el orden geopólitico poco
serviría para los fines disuasivos (Deseo resaltar que una Cuba liberada
del embargo económico e integrada en el sistema de la OEA, se haría
intrascendental en lo estratégico).

Revisemos la historia. Ya con el correr del tiempo se han ido
esclareciendo las incógnitas. Al desaparecer en 1991 la URSS, el factor
que hizo conservar intacto el régimen del tipo soviético en Cuba, fue
una vez más el acuerdo entre Washington y Moscú (en la isla de Malta los
presidentes Gorbachev y G. Bush se entendieron en relación a Cuba). Los
documentos constatan que no fue precisamente la genialidad o la firmeza
de la dirección cubana lo que dejara en pie la Cuba totalitaria surgida
del arreglo Khruschev- Kennedy a raíz de la crisis de los misiles en
octubre de 1962 (el Pacto utilizaba a Cuba y reguló importantes asuntos
en las relaciones Moscú-Washington y rigió por cuatro décadas).

Todo se aclaró en 2002, cuando se abrieron los archivos en Moscú y en
Washington: las tropas soviéticas en 1990 se retirarían de Berlín, de
Hungría, de Polonia, de Checoslovaquia, etc., pero los dispositivos
bélicos estratégicos emplazados en Cuba y el régimen político de la isla
que servía de soporte, se mantendrían por una década más.

Con el consentimiento de EE.UU. fue posible para la Federación Rusa que
la isla continuara siendo por diez años más aquella necesaria plaza de
su seguridad existente fuera de sus fronteras, (Los hermanos soviéticos
decidieron que la democracia era para ellos, no para su "amada" Cuba. De
la misma manera que en su tiempo los franceses en el siglo XVIII optaron
por la democracia para París pero no para su colonia Haití). Cuba
totalitaria a su modo, seguiría cubriéndoles su imperio.

Importantes movimientos efectuados por el Kremlin en los meses finales
del 2001, cambiaron el escenario internacional. Rusia pudo variar su
posición en esa fecha pues ya se había alejado el peligro de separatismo
en Chechenia, y vio que Bielorrusia y Ucrania habían quedado gobernadas
por pro rusos y en los Balcanes la guerra concluyó.

Ya podían prescindir de la disuasiva central electronuclear que
construían en Cienfuegos al sur de la isla y de la estación de
inteligencia electrónica que mantenían en las afueras de La Habana. En
el 2001 Putin visitó la isla y como en su momento lo hizo Mikoyan en
noviembre de 1962, "convenció" a Fidel de desmantelar todos esos medios.
Luego el presidente ruso siguió a Washington y selló otro acuerdo con G.
W Bush. Fue entonces que se decidió dejar por extinguido para siempre el
Pacto Khruschev-Kennedy y los rusos finalmente se fueron de Cuba.

Pero el papel de la Cuba de Fidel en la geoestrategia no se interrumpió.
En la pos Guerra Fría, y hasta hoy a la isla se le colocó en otra
dimensión del entramado geoestratégico y un nuevo modo de proceder
seguirían indistintamente Washington y Brúcelas. Estos dos centros de
poder internacional vendrían instrumentalizando el accionar exterior de
Cuba, aprovechándose de sus redes en distintos continentes, los recursos
de inteligencia y disuasivos cubanos.

Para Washington, el desmantelamiento del régimen de Fidel y de Raúl, ya
no era prioritario, por el contrario no sería oportuno acabar con él.
Colocada la Cuba de los Castro, en una perspectiva de menos riesgo para
Estados Unidos, éste sería utilizable y su desaparición supondría más
problemas de los que hoy entraña. El gobierno cubano había abandonado
desde comienzos de los '90 la misión de hacer guerras en el extranjero;
desmontaría su actividad "país de tránsito" de la droga colombiana.

A mediados de 1989 fusiló a los principales oficiales del MININT que
cumplían esa misión y se transformaría en colaborador. Para las
autoridades estadounidenses era importante y Raúl así lo hizo, que el
gobierno de la isla, colaborara y pusiera sus servicios secretos y
guardacostas a trabajar de conjunto con la DEA. La jefatura cubana
además suspendió su apoyo logístico a la subversión en Centro y
Suramérica y pasó las listas al FBI y a gobiernos de la región con los
nombres de violentistas que antes reclutó o apoyó.

En el 2002 se comprometió a no continuar sus programas de elaboración de
armas biológicas y silenciosamente concedió además su conformidad para
que EE.UU. siguiera con su base naval en Guantánamo, incluso
suscribieron acuerdos de seguridad mutua en esa zona y permitió un
corredor aéreo para que la Air Force trasladara a los prisioneros que
traía de Asia Central.

Por su parte el gobierno de los EE.UU. apaciguó a su modo a los
exiliados más radicales, ablandó el embargo (actualmente el régimen
importa cerca de mil millones de dólares en alimentos procedentes de ese
país) y permitió mayores remesas de los cubanos residentes. El tema
cubano se convirtió en un problema doméstico. Pero entendámoslo de una
vez: de momento no nos quieren dentro y optaron por la fórmula de
conservar una Cuba tranquila ("To keep Cuba tranquil").

Pero Estados Unidos no podía impedir y tuvo que aceptar que la Unión
Europea aprovechara en gran parte, aquel rol geopolítico que en su época
la isla marxista brindó a la URSS. Así Bruselas desde los años noventa,
a través de los gobiernos de los socialistas españoles y franceses,
retomó para sus fines, y utilizaría las capacidades movilizativas de tal
plaza caribeña, para a través de las redes cubanas influir, con
gobiernos promovidos por grupos izquierdistas, pro indigenistas o de
sectores nacionalistas pro cubanos.

Las campañas antiglobalistas y antineoliberales promovidas por La
Habana, muchas de ellas con enormes gastos, sirven a estrategias de la
Unión Europea. tendentes a potenciar sus fuerzas sobre Washington y
negociar con ese recurso de masas y presión internacional, asuntos de
rivalidad comercial, conflictos por replanteamientos en la distribución
de las fuentes energéticas, diferendos en la OMC y hasta reajustes en el
sistema financiero internacional. Las movilizaciones continentales
estimuladas por Cuba o gestadas con su contribución han ido desde la
creación del Foro de Sao Paolo, hasta el apoyo logístico a movimientos
ecologistas, de teólogos de la liberación, etc.

El bloque comunitario europeo por su parte serviría al régimen,
económicamente y en el plano internacional le ha brindado una importante
cobertura diplomática. Invirtió varios millares de euros en los últimos
quince años (no le importó la ley Helms-Burton que el exilio hizo pasar
por el Congreso y que los presidentes no han aplicado); Bruselas sigue
condenando el embargo económico de los EE.UU, acción ésta que
internacionalmente da cuotas de legitimidad al régimen. La mayoría de
los países de la UE, aunque denuncian ante el Consejo correspondiente de
las Naciones Unidas, la violación de los derechos humanos en la isla,
ellos nunca se han pronunciado por la aplicación de sanciones
internacionales al respecto.

Mi conclusión. En la actualidad el pueblo cubano ha quedado a merced de
los trajines y reacomodos de intereses de ese tinglado internacional.
Ambas potencias industriales encuentran en la máquina de represión
interior de la isla, la garantía a sus esquemas de transición y confían
que ella es la estabilidad del orden establecido.

En tales condiciones es poco lo que los cubanos pueden resolver por sí
mismo, para un cambio de sistema. De modo que la verdadera transición a
la democracia, no será viable hasta tanto, los patriotas de dentro y
fuera de Cuba, conquisten un consenso internacional, que coloque a tal
entramado de poderes, en una situación que les haga comprender, que ya
es hora de prescindir de esa Cuba totalitaria.

http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15915

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