Publicado el 06-14-2008
Cuba: la nación que agoniza
Un libro que no envejece
Por Guillermo Cabrera Leiva
Con este título publicó en 1991 un notable libro el Dr. Luis Gómez
Domínguez, valioso intelectual exiliado en Miami, cuya palabra hablada y
escrita siempre nos ha impresionado por los razonamientos expresados en
ella y por la amplia cultura que denota. Este libro está lleno de
enseñanzas, tanto para los cubanos como para todo aquel que ame la
libertad y quiera ser un ciudadano de valía, y no quedarse como un ser
acomodaticio y mediocre. Lo integran un ensayo premiado, publicado en
1987, y otros trabajos periodísticos publicados en la prensa de Miami.
Lo primero que nos dice Gómez Domínguez es que su libro busca "recordar
a todos los cubanos los grandes errores y horrores del pasado y los
potenciales peligros de repetir en el ya cercano momento de la
liberación del castro-comunismo, las manías marxistas y revolucionarias".
Luego de exponer una serie de ideas sobre el cubano, de considerar sus
inclinaciones, sus hábitos y sus talentos, pasa a enfocar el papel de
Cuba como nación insular, enclavada en el crucero de América. He aquí
sus palabras:
"Viviendo, como vivimos en estos momentos, en el ojo de una gran
tormenta; acuciados por el deseo de regresar a la Patria – tragedia de
los cubanos del exilio – y agobiados por las cadenas del despotismo –
drama doloroso de los que viven en Cuba – estamos obligados a tomar
conciencia de las tareas y responsabilidades que se nos vendrán encima.
Los cubanos no debemos olvidar las realidades de la posición geográfica
al tomar decisiones políticas. Podremos ser una nación respetable y
respetada si sabemos utilizar las fuerzas que se esconden tras el
determinismo geográfico"
Gómez Domínguez se extiende en estas páginas, y establece la diferencia
entre el hombre que vive en tierra firme de un continente, y sabe que
traspasando el río o la montaña que limita su país, hay otro pueblo que
convive en ese amplio territorio, en contraste con la situación del
hombre insular, "cuyo mundo está limitado por los mares, que le dan una
sensación de discontinuidad y de apartamiento".
En una prosa elegante y nítida, el autor analiza los distintos matices
que dan forma y contenido a la idiosincrasia del cubano, ubicándolo en
su isla, y derivando de esta circunstancia una serie de enfoques que nos
parecen muy originales y lúcidos.
"La isla – señala Gómez Domínguez – apartada de la existencia inmediata
de zonas de conflicto, ha ofrecido a sus pobladores la gran fertilidad
de su suelo, la bondad de su clima y una tranquila existencia doméstica.
Nuestra experiencia y cosmovisión serían muy distintas si Cuba fuese una
nación, no con fronteras marítimas, sino con contigüidad territorial con
otros países, en zonas de conflicto, ajetreada con frecuencia por las
presiones fronterizas, las amenazas a su territorio, el saqueo de las
invasiones, y la necesidad de mantener ejércitos permanentes que
consumen sus recursos y desarrollan en el pueblo una psicología de
prevención, de reto y de competencia".
Muchas facetas estudia Gómez Domínguez en su libro. Una de ellas es la
diferencia entre el movimiento encabezado por Céspedes en 1868 y el que
dirigió Martí en 1895. En este ensayo, como en los demás que cubren las
páginas del libro, expone Gómez Domínguez su inteligente análisis sobre
la condición de Cuba como colonia de España.
En uno de los últimos estudios que aparecen en esta obra sobre las
circunstancias históricas de Cuba, hay párrafos como estos:
"La historia de nuestro país debe pues enseñarnos que si un pueblo luchó
durante casi un siglo por conquistar sus libertades y fue celoso de
ellas hasta 1959, debe ser capaz de conquistarlas nuevamente".
"La generación de 1959 será considerada en el futuro como la partera, no
de una revolución social, sino de una gran catástrofe".
El prólogo de este libro lo escribió Agustín Tamargo, quien lo ha
interpretado como el pensamiento de un cubano que no gesticula ni
alardea, sino que habla y escribe para defender sus ideas y sus
principios con pasión legítima, un abogado y un economista que sabe lo
que habla. "Tres desgracias – señala Tamargo – deja la tiranía castrista
a Cuba: la opresión civil, el presidio político y el destierro físico.
Por las tres ha pasado el Dr. Gómez Domínguez y de las tres ha salido
indemne. La inteligencia más lúcida, la conducta más recta y el amor a
Cuba más grande".
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