2007-07-23.
Mario Hechavarria Driggs, Periodista Independiente
La Habana, 23 de Julio del 2007.- Nunca olvidaré aquellas dos preguntas:
¿Mantiene usted vínculos con familiares en el exterior? ¿Profesa usted
alguna creencia religiosa? Formaban parte de un cuestionario típico para
acceder a la enseñanza superior en mi país. Con el tiempo comprendí
cuanto de afrenta a la dignidad humana había en aquellas preguntas.
Ya no se hacen cuestionarios así, pero las cosas siguen igual; la
discriminación por concepto de las ideas políticas e ideológicas es una
triste realidad en la Mayor de las Antillas. Por ejemplo, una de las
modalidades son las Asambleas Estudiantiles, para darle una apariencia
democrática al asunto. Si la mayoría considera a un estudiante como No
Confiable, la dirección institucional lo expulsará del centro docente.
Evidentemente el hecho cuenta así con un respaldo legal, pero hay mucho
más. Tanto los dirigentes estudiantiles como los profesores, están en
las filas de los comunistas, la única organización política posible, por
lo tanto no hay escape.
Supongamos que gracias a la "simulación en la lucha por la vida",
parafraseando al filosofo argentino José Ingenieros, usted se graduó y
comienza a ejercer su profesión. Podrá ser expulsado del trabajo y hasta
inhabilitado para el ejercicio profesional, si una comisión creada al
efecto así lo determina.
Ahora se le agrega que, por la ley existe un expediente laboral, que le
acompañará a todas partes. Allí dentro va su inhabilitación como una
mala recomendación de por vida.
Es penoso que mientras se proclame a nivel universal la lucha sin tregua
contra la discriminación por el color de la piel, el sexo o la edad,
existan formas de discriminación, en una sociedad que se autoproclama
como "'el ejemplo de libertad en el mundo."
Se pudiera abordar variantes más o menos veladas de sudvaloración de las
personas, surgidas en Cuba durante las últimas décadas. Por ejemplo, los
religiosos, negros y homosexuales, encuentran muchas dificultades para
acceder a puestos de trabajo importantes y hay esferas que le están
literalmente prohibidas.
Un tanto sucede con los provincianos respecto a la capital, pues la
libre permanencia en La Habana está estrictamente regulada por la Ley.
No existen alojamientos en renta para los nacionales y cualquier otra
forma de estancia es ilegal. Luego de dos semanas en la ciudad, un
provinciano tiene el estatus equivalente al de un espalda mojada en
territorio de los Estados Unidos.
Acabar con la discriminación es alcanzar la utopía de la plena libertad.
El único camino es la tolerancia hacia la opinión ajena, hacia otras
formas de vivir, siempre dentro del sentido común. Creo firmemente que
la raíz del asunto en Cuba es la manifiesta intolerancia entre nosotros,
herencia histórica reforzada política e institucionalmente por la
revolución.
Así, supuestamente para defenderse, el estado engendró nuevas variantes
de segregación entre los cubanos. Pero por suerte cada día somos más los
que disentimos, gracias a Dios.
Habrá un consenso en el futuro, pues practicar la tolerancia es un
asunto de supervivencia de la especie humana. Habrá un consenso y ese
será el consenso del Cambio.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10913
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