Las batallas de los últimos años
Oscar Sánchez Madan
MATANZAS, Cuba - Febrero (www.cubanet.org) - Son conocidos los elevados
índices de corrupción, desorganización e indisciplina que afectan el
desarrollo económico de Cuba.
Por esta razón el gobierno cubano inició hace varios años la batalla
contra la corrupción, las actividades delictivas, la indisciplina social
y el delito; una especie de guerra abierta contra todo lo que huela a
debilitamiento del poder político y económico.
A pesar de la premura del régimen por revitalizar un sistema
ineficiente, y más allá de las sospechosas y rimbombantes cifras
gubernamentales sobre los supuestos avances, en esta ofensiva lo que
hemos visto y sufrido los ciudadanos en la práctica cotidiana, son los
desaciertos y no las victorias. Cada día la inmensa mayoría de los
cubanos somos más pobres, mientras que un grupo privilegiado es más rico.
El gobierno ha reconocido que el sector agrícola, por ejemplo, muestra
un desempeño ineficiente. Ha habido en esta área descensos en la
producción de viandas, hortalizas, frijoles, cítricos, maíz y otros
productos. Existe, además un descenso en la productividad del trabajo y
también de las horas promedio trabajadas
El robo de los recursos del estado, fenómeno en el que intervienen
trabajadores, dirigentes y funcionarios, continúa, como una canción de
moda. La gente, por su parte, ha perfeccionado los métodos y las formas
de robar para burlar los controles oficiales y la llamada vigilancia
revolucionaria. Las causas principales de este viejo mal, todos las
conocen: la falta de auténticas libertades y los miserables salarios que
reciben los trabajadores
Si al reconocer los graves problemas que también presenta el sector del
transporte, las autoridades se han visto obligadas a informar que no hay
un adecuado sistema de mantenimiento y de disciplina en el uso de los
medios, y que la atención a los trabajadores es ineficiente en relación
con el diminuto programa de construcción de viviendas, también han
tenido que aceptar que el plan previsto para el año 2006 se incumplió en
gran medida por razones subjetivas, y que para el año 2007 se prevé la
terminación de 40 mil viviendas menos que las que se concluyeron durante
el año anterior.
Por otra parte, pesar de los cientos de millones de dólares que el
régimen dice haber invertido en los programas de la Revolución
Energética, aún persisten serias dificultades en la distribución de
electricidad debido al deplorable estado en que se encuentran las redes,
y a que no se ha logrado aún la necesaria conciencia del ahorro en las
entidades estatales.
Para que se tenga una idea más clara de la grave situación que enfrenta
el país, tomemos como ejemplo la provincia de Matanzas, con un
territorio de 11 mil 978 kilómetros cuadrados, la segunda en extensión
de la isla; la novena por su población, con 665 mil 419 habitantes, y la
segunda en aporte económico.
En dicho territorio se celebró recientemente el último pleno del Comité
Provincial del Partido Comunista. Según la edición del semanario Girón
del 28 de diciembre pasado, en el mencionado evento se constató que en
la esfera agrícola en la provincia existen áreas con altos niveles de
enyerbamiento, errores en la preparación y utilización de la tierra,
inadecuada explotación de la maquinaria agrícola, desórdenes en los
talleres, desorganización de la fuerza de trabajo e insuficiente
utilización de la tecnología disponible. Se señaló también la deficiente
atención a los trabajadores, e incluso se reconoció que hay obreros que
laboran descalzos y casi sin ropas.
En Matanzas, como en otras regiones del país, han existido serios
atrasos en el pago a los productores agrícolas por parte del estado,
fenómeno que no estimula el trabajo y obliga a la gente a especular con
los resultados de la producción y a robar.
En los últimos meses en dicho territorio como en otras provincias, tanto
las autoridades como la prensa gubernamental, con razón han llamado la
atención sobre aquellos jóvenes que destruyen la propiedad social,
asumen actitudes de ostentación, se muestran proclives al consumo de
alcohol y otras drogas, o se inclinan por el delito.
Estos hechos que sólo muestran parcialmente el sombrío panorama que
rodea al pueblo cubano, nos confirman que los objetivos que intenta
alcanzar el régimen con su campaña en contra de la corrupción, el delito
y las indisciplinas sociales, también en favor del desarrollo, están en
entredicho.
En los últimos 48 años sus miles de batallas y su sistema socialista
marxista leninista han resultado un rotundo fracaso.
Sólo una alternativa es válida para que evitemos la hecatombe política,
económica y social; una sola opción que sí ha dado resultados en los
países civilizados y desarrollados: el cambio hacia un sistema
democrático de economía libre, abierto al mundo, en el que se respeten
los derechos de los ciudadanos.
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