09/06/2006
El negro en la Cuba de la revolución
El tema del color de la piel era un secreto bien guardado en la Cuba en
que yo nací y viví. Muchos cubanos suelen decir que en la isla no
existían prejuicios raciales. Es cierto, en parte. No eran prejuicios
que excluyeran totalmente al negro, como ocurrió, por ejemplo, en los
Estados Unidos hasta cierto momento.
Allá, por los años cincuenta, recuerdo haber ido al aeropuerto de Miami
a recibir a un amigo cubano que era negro, aunque bastante claro. Era un
legislador cubano, viejo amigo, que desembarcó del avión en el
aeropuerto de Miami, que entonces estaba en la calle 36. Cuando íbamos
hacia la ciudad, le propuse apearnos en un bar y tomar algún refresco.
"¿Tú crees que es posible?", me preguntó un poco azorado. Yo no entendía
bien los temores de mi amigo. No me daba cuenta del color de su piel y
le aseguré que no pasaría nada. Entramos al bar, nos sentamos y pedimos
dos cervezas. El cantinero se nos acercó con mala cara y me dijo en
inglés: "Llévese a ese negro de aquí", con voz amenazadora.
Fue una escena bochornosa. Todavía en aquellos años los negros no podían
transitar por algunas zonas, sobre todo en Miami Beach. En la ciudad de
Miami una criada de color no podía quedarse a dormir en la casa donde
trabajaba de día. En los autobuses tenían que sentarse en los asientos
traseros. Para los que veníamos de Cuba aquel era un mundo sorprendente.
Sin embargo, en la isla existían los prejuicios raciales aunque se
trataban de ocultar. Basta recordar que en los periódicos existían dos
crónicas sociales. Una de blancos y otra de negros. Por nada del mundo
un cronista se atrevía a publicar la fotografía de una persona de color.
Durante años, por ejemplo, Batista fue excluido de las fiestas de los
blancos. Con el tiempo se fueron atenuando esos prejuicios. Se podría
suponer que en la revolución no existen prejuicios raciales y sin
embargo no son muchos los negros que forman parte de las altas
posiciones del gobierno. Y eso a pesar de que la proporción de negros en
la población de la isla ha aumentado de manera considerable. Cualquiera
que salga hoy a caminar por las calles de La Habana o de cualquiera otra
ciudad del interior, puede advertir que la población negra en Cuba ha
aumentado durante el periodo revolucionario. En estos tiempos, por
ejemplo, usted se sienta en una mesa de algún bar situado frente al
Parque Central y puede observar que casi todos los que pasan son negros.
Antes de la revolución era al revés. Es decir, la presencia del negro en
Cuba, en estos tiempos es dominante. Se podría decir que la mayoría de
los exiliados cubanos en Estados Unidos son blancos. El negro cubano
teme buscar asilo en el país del norte. No dispongo de estadísticas
sobre este tema y tampoco confío mucho en las que se suelen hacer en
Cuba. Desde los primeros años de la supuesta independencia cubana los
gobiernos siempre hicieron esfuerzos por blanquear la población y
diferenciarse de las otras islas negras del Caribe.
Castro ha operado en dirección contraria. El negro cubano lleva hoy la
carga mayor de la miseria cubana.
Postadata: El Miami cubano, que viene a ser como el otro rostro del sur
de la Florida, ha ido evolucionando con el transcurso del tiempo. En los
primeros tiempos, eran frecuentes los fraudes en los gobiernos locales.
Las gentes no confiaban mucho en los alcaldes y comisionados y otros
funcionarios. Eso se ha ido depurando. No quiero decir que haya
desaparecido el fraude. Nunca se puede asegurar nada. Algunos se las han
arreglado para conseguir sueldos muy elevados para tareas poco
importantes. Pero hay que suponer que son servidores públicos y pulcros.
Mientras no se altere la conducta. Para mí, el caso que merece los
honores de una mención elogiosa es el del Comisionado Tomás Regalado.
Con un sueldo que no está de acuerdo con el trabajo que realiza hace
muchos años.
http://www.eldiariony.com/noticias/columnistasdetail.aspx?sectionid=48&txtid=1484547
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