Los efectos no deseados de la cooperación europea
Los reglamentos de la Comisión sólo permiten acuerdos con entidades de 
la sociedad civil reconocidas por el Gobierno
REINALDO ESCOBAR, La Habana | Mayo 12, 2015
La Dirección General para la Cooperación y el Desarrollo Internacional, 
adscrita a la Comisión Europea en Bruselas, posee una oficina enfocada 
en América Latina y el Caribe. En algún buró emplazado en sus 
laberínticos pasillos se concretan los acuerdos entre la representación 
europea y las autoridades cubanas. Se trata de decenas de programas para 
ayudar a la población de la Isla, aunque en ocasiones generan efectos no 
deseados.
Los proyectos que ya están en curso entre ambas partes llevan títulos 
irreprochables y están relacionados con la seguridad alimentaria, la 
energía, la atención a desastres naturales o la protección del medio 
ambiente. Entre ellos destacan algunos planes de asistencia a 
cooperativas para que eleven la producción de leche. Colaboraciones tan 
meritorias como necesarias.
Nadie en su sano juicio puede anteponer algún cuestionamiento político a 
planes de esa naturaleza. Sin embargo, vale la pena preguntarse qué 
entidades dentro de la Isla pueden contactar, solicitar y acceder a los 
programas que apoya la Comisión Europea. La respuesta a esa pregunta 
dejará en evidencia los encorsetados límites que impone la burocracia y 
una marcada verticalidad en el mecanismo de recepción de las ayudas.
Por ejemplo, cuando un eurodiputado recibe a algún miembro de la 
sociedad civil cubana, por regla general éste último le cuenta sobre los 
proyectos independientes que ganan fuerza en la Isla. Grupos y 
propuestas que van desde aquellos que luchan contra la violencia de 
género, tienen una biblioteca independiente o promueven una reforma 
constitucional. El político se sentirá identificado y le confesará al 
visitante - off de record- lo frustrante que le resulta sentarse a 
negociar con los representantes oficiales, a los que considera emisarios 
de una dictadura.
La conversación seguirá fluyendo mientras la simpatía crece. Así que el 
cubano indagará si además de esos loables programas para impulsar un 
ganado más saludable y más pienso en los establos, no está prevista 
alguna colaboración para mostrarles a los diputados de la Asamblea 
Nacional cómo funciona un verdadero parlamento. Sin embargo, los 
programas de colaboración sólo pueden ser solicitados de antemano y "a 
la carta" por el Gobierno cubano.
El eurodiputado aclara también que si las autoridades de la Isla no 
están interesadas en una determinada línea de ayuda, ni siquiera se le 
puede proponer una cooperación en esa dirección. Con su último vestigio 
de inocencia, el activista apuntará que "pueden dirigirse directamente a 
la sociedad civil para determinar en qué renglones se necesitan 
programas de asistencia y apoyo". Pero los reglamentos de la Comisión 
establecen que sólo se realizan acuerdos con entidades de la sociedad 
civil reconocidas por el Gobierno.
Los recursos financieros de que dispone la Unión Europea para sus 
programas de cooperación provienen de los contribuyentes. Son ellos 
quienes eligen a los diputados que tomarán las decisiones y que deberán 
cumplir las reglas. En la actualidad esos recursos se pueden usar para 
que los ganaderos cubanos sean más eficientes, pero no para que los 
ciudadanos de este país sean más libres.
Lo que obvian esos planes de colaboración es que un aumento de la 
producción de leche, no significa que se ampliará su distribución ni que 
dejarán de retirarle la cuota de leche racionada a los niños mayores de 
siete años. El efecto final será, más bien, que el Gobierno gastará 
menos dinero en la importación de lácteos y contará con más recursos 
para destinar a otros fines.
En qué se invierte ese dinero adicional, no parece ser asunto de ningún 
eurodiputado. Ellos tienen la conciencia tranquila porque están 
colaborando en que el país produzca más alimentos y no quieren 
comportarse como injerencistas y cuestionar cómo se distribuye lo 
producido o qué se hace con el dinero ahorrado por reducir importaciones.
Si parte de esos recursos se usan para comprar las porras de las fuerzas 
antimotines o en la adquisición de sofisticados sistemas de escucha 
telefónica, no está dentro de las competencias de la Comisión Europea. 
Eso debería ser una preocupación de la sociedad civil, pero las 
entidades que el Gobierno considera legítimas jamás han protestado al 
respecto.
Se trata de esos mismos grupos que en la Cumbre de las Américas 
sabotearon los foros donde participaban activistas independientes y que 
en sus estatutos fundacionales le rinden lealtad al partido gobernante y 
a la ideología en el poder. Como dice un popular juego de letras, son 
ONG porque se comportan como Organizaciones Neo Gubernamentales.
Mientras la Unión Europea no le reconozca la legitimidad suficiente a la 
sociedad civil independiente, muchos de sus recursos se usarán para 
fines menos loables de lo previsto. Los programas de cooperación 
seguirán guiados no hacia los sectores que más lo necesiten, sino hacia 
aquellos que el Gobierno cubano considera más cómodo. Ni la leche 
llegará a las mesas, ni la libertad a las calles.
Source: Los efectos no deseados de la cooperación europea - 
http://www.14ymedio.com/opinion/cooperacion-europea-desatiende-sociedad-cubana_0_1777622225.html
 
 
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