El secreto mejor guardado de Fidel Castro
ANTONIO JOSÉ PONTE | Madrid | 28 Nov 2014 - 9:21 am.
José Manuel Martín Medem habla de su libro recién publicado sobre los 
fusilamientos del narcotráfico: los casos de Arnaldo Ochoa y Antonio de 
la Guardia.
En 1989, cuando fueron fusilados en La Habana el general Arnaldo Ochoa y 
el coronel Antonio de la Guardia, el periodista español José Manuel 
Martín Medem trabajaba como enviado especial de Radio Nacional de España 
(RNE) en El Salvador y Panamá. Unos años después, entre enero de 2001 y 
marzo de 2005, serviría como corresponsal de Radio Televisión Española 
(RTVE) en La Habana. Autor de varios títulos sobre Cuba, entre ellos uno 
dedicado a rememorar su estancia habanera, ahora ha publicado El secreto 
mejor guardado de Fidel. Los fusilamientos del narcotráfico (Los Libros 
de la Catarata, Madrid, 2014).
José Manuel Martín Medem habla sobre este libro para DIARIO DE CUBA.
Usted refiere al inicio de su libro cómo Carlos Aldana, quien fuera jefe 
del Departamento Ideológico del PCC, juró que se llevaría a la tumba la 
conversación de tres horas que Fidel Castro sostuviera con Antonio de la 
Guardia. Él había sido testigo de ella. ¿Qué supone que haya ocurrido en 
esa conversación?
Ni aseguro que sea cierto lo del supuesto testigo ni supongo el 
contenido de la conversación de Fidel con Tony. Solo digo que Carlos 
Aldana ha contado que estuvo presente y que no quiere revelar lo que 
allí se dijo. Es Ileana de la Guardia, la hija de Tony, la que asegura 
desde entonces, en sucesivas declaraciones, que Fidel le prometió a su 
padre que no habría fusilamientos si asumía toda la responsabilidad por 
la conexión cubana con el Cártel de Medellín.
Si así fue, Fidel no cumplió lo prometido. Y si esa conversación está 
grabada, sería el documento fundamental sobre lo sucedido en 1989.
El de Ochoa, incluido en la misma causa judicial aunque sin 
vinculaciones con el narcotráfico, parece ser un caso típico de la 
historia romana: el general victorioso que regresa al corazón del 
Imperio con una tropa que lo ama y se convierte así en un gran peligro 
político. ¿Fue ese el caso de Ochoa a los ojos de Fidel Castro?
Tony y su grupo fueron acusados de participar en operaciones de 
narcotráfico hacia EEUU con el Cártel de Medellín, a través de Cuba. La 
acusación contra Ochoa era la de haber intentado establecer una relación 
personal y directa con Pablo Escobar que finalmente no se produjo.
La Fiscalía reconoció que Ochoa no realizó ninguna operación de 
narcotráfico. La condena no podía ser la misma bajo acusaciones 
diferentes y el Código Penal no permitía aplicarles la pena de muerte. 
Pero desde antes del juicio Fidel estableció como un dogma que eran 
culpables y que se merecían el fusilamiento.
La cuestión fundamental es por qué se sacó del juicio militar sumarísimo 
al ministro del Interior José Abrantes y por qué se incluyó a Ochoa. 
Nadie ha demostrado que Ochoa pensase en un golpe de Estado pero resulta 
indiscutible, por las evidencias acumuladas, que él estaba muy molesto 
con las políticas de Fidel.
Afirma en su libro que Ochoa estaba a favor de las reformas, a favor de 
una perestroika.
No soy yo quién relaciona a Ochoa con la perestroika, sino los 
testimonios recogidos en el libro. Gente muy próxima al General asegura 
que él quería discutir con Fidel sobre el futuro de Cuba y proponía 
reformas, sobre todo en la gestión económica. También hubo discrepancias 
sobre  el manejo de la guerra en Angola y la salida negociada. Mi 
opinión personal es que la acusación contra Ochoa de "traición a la 
Patria" fue un montaje para justificar su fusilamiento.
También se han hecho conjeturas acerca de una posible deserción suya.
No hay ni una prueba ni testimonios o indicios que permitan creer que 
Ochoa consideró la posibilidad de refugiarse en EEUU.
¿Por qué cree que Fidel Castro no conversó con Ochoa, tal como hiciera 
con Antonio de la Guardia?
Fidel lo dijo en la sesión del Consejo de Estado en la que se 
ratificaron las penas de muerte: "Ochoa no colabora, no quiso asumir 
toda la responsabilidad".
No había una conversación posible entre Fidel y Ochoa. Fidel sabía que 
no conseguiría la claudicación de Ochoa. Si existe una grabación de la 
reunión de Raúl con Ochoa, sería el segundo documento fundamental sobre 
aquella tremenda crisis.
Usted hace hincapié en las contradicciones del procesamiento judicial y 
llega a compararlo con los juicios estalinistas.
Los juicios del modelo estalinista se basan en un  control absoluto 
sobre la información, en el secreto total sobre los procedimientos y en 
las acusaciones basadas exclusivamente en supuestas "confesiones". Las 
tres características determinan la Causa 1/89.
La versión oficial cubana sostiene que un grupo de oficiales del MININT 
dirigido por Antonio de la Guardia organizó 15 operaciones de 
narcotráfico entre enero de 1987 y abril de 1989 e introdujeron en EEUU, 
pasando por Cuba, seis toneladas de cocaína procedentes del Cártel de 
Medellín, por las que cobraron tres millones y medio de dólares. De la 
Guardia y esos oficiales pertenecían al Departamento MC (Moneda 
Convertible) del Ministerio del Interior. ¿Para qué había sido creado 
ese departamento?
El departamento del Ministerio del Interior dirigido por Tony de la 
Guardia realizaba operaciones secretas para romper el bloqueo [por 
embargo] y conseguir en EEUU la tecnología que Cuba necesitaba. 
Contrataban a lancheros de Miami, la mayoría emigrantes cubanos, para 
transportarla a la Isla. Tenían lo que Fidel definía como "patente de 
corso" para sus operaciones. Y EEUU infiltró agentes de la CIA y de la 
DEA entre los lancheros.
Las fechas de las operaciones de narcotráfico aducidas por la versión 
oficial cubana empiezan en 1987. Pero ya desde mayo de 1983 el 
presidente Ronald Reagan hablaba de "claras evidencias de que 
funcionarios de alto nivel del gobierno de Cuba están involucrados en el 
narcotráfico hacia EEUU". ¿En que fecha empezaron esas operaciones?
La mayoría de los testimonios a los que he tenido acceso coinciden en 
que hubo operaciones de narcotráfico antes de 1987 pero difieren en las 
fechas, los motivos y los procedimientos.
Una de sus fuentes, a la que llama "Tocororo", le confesó que Antonio de 
la Guardia cumplía órdenes de Fidel Castro.
¿Era posible organizar operaciones de narcotráfico a través de Cuba sin 
el conocimiento y la autorización de Fidel? Y, por otra parte, ¿pudo ser 
Fidel tan imprudente como para darle a EEUU el gran argumento para sus 
agresiones? El testimonio de "Tocororo" es una versión junto a otras 
muchas que se exponen en mi libro. Puede ser verdad, pero también puede 
no ser cierto.
Con la documentación y los testimonios que acumulo, cada lector sacará 
sus propias conclusiones. Si aceptamos la versión oficial (operaciones 
de narcotráfico realizadas por un departamento del MININT sin 
autorización de Fidel), nos falta una buena explicación sobre la falta 
de control en torno a los "corsarios".
En El rey de la cocaína, Ayda Levy, viuda del narcotraficante boliviano 
Roberto Suárez, afirma que su marido y Pablo Escobar viajaron de Bogotá 
a La Habana en enero de 1983 para reunirse con Fidel Castro. Según ella, 
  fueron invitados a La Habana por el embajador cubano en Colombia, 
Fernando Ravelo, y por Antonio de la Guardia. Viajaron en el avión de 
Escobar, cenaron en Marina Hemingway con Arnaldo Ochoa y Patricio de la 
Guardia, y al día siguiente acordaron con el ministro del Interior, José 
Abrantes, pagar un millón de dólares diarios por utilizar el espacio 
aéreo y las aguas territoriales de Cuba en el tráfico hacia EEUU.
Llegado a ese acuerdo, Ochoa llevó en hélicoptero a Suárez y Escobar a 
Cayo Piedra, donde los esperaban Fidel y Raúl Castro. Según Levy, esa 
conexión no duró más que dos años, en los cuales La Habana recaudó unos 
500 millones de dólares. ¿Puede hablarse entonces de varias conexiones 
cubanas del narcotráfico operadas por los mismos personajes?
Lo que cuenta Ayda Levy es de su exclusiva responsabilidad, pero ella me 
hizo una revelación que no incluyó en su libro. Dice que tiene en una 
caja de seguridad documentación muy importante sobre las operaciones de 
narcotráfico. Ahí puede haber información determinante.
También me han contado que hubo por lo menos dos conexiones cubanas con 
el narcotráfico a través de diferentes funcionarios, pero no lo incluyo 
en mi libro porque no tengo suficientes evidencias. Ahora publica un 
libro el hijo de Pablo Escobar en el que solo dice que su padre tuvo "la 
complicidad de oficiales de alto rango en el régimen cubano".
Antes hablaba de una triangulación de la CIA con los contras de 
Nicaragua y el Cártel de Medellín. En su libro habla de dos rutas del 
Cártel de Medellín para introducir cocaína en Estados Unidos: la 
"imperialista", con vuelos de la CIA desde México en complicidad con el 
gobierno del PRI, y la "revolucionaria", que hacía escala en Cuba. Hemos 
hablado ya de esta última y ahora quisiera pedirle que describiera la 
ruta "imperialista".
La Administración Reagan organizó inmediatamente con la CIA un ejército 
de mercenarios (la contra) para combatir desde Honduras, El Salvador y 
Costa Rica al gobierno sandinista de Nicaragua. Cuando el Congreso de 
EEUU prohibió la financiación de esa guerra, como consecuencia de las 
operaciones terroristas de la CIA y sus mercenarios, desde el Consejo de 
Seguridad Nacional (CSN) se encargó a la CIA organizar una red de 
comercialización de cocaína con los narcotraficantes de Bolivia, 
Colombia y México, para financiar en secreto a los contras.
Los aviones de la CIA introducían en EEUU los cargamentos de cocaína, 
utilizando incluso bases militares. Acaba de estrenarse aquí en Madrid 
la película Matar al mensajero, que cuenta aquella conspiración. El 
entonces presidente mexicano Miguel de la Madrid colaboraba con la 
Administración Reagan en el abastecimiento para los contras. La CIA 
tenía la complicidad de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la 
policía política del PRI mexicano.
Una parte de la cocaína introducida por la CIA se comercializó en forma 
de crack, un derivado muy peligroso que provocó una oleada de muertes 
entre los consumidores de los barrios negros de Los Ángeles. La CIA y la 
DFS eliminaron al agente de la DEA Enrique Camarena y al periodista 
mexicano Manuel Buendía cuando ambos descubrieron la triangulación de la 
CIA con los contras y el Cártel de Guadalajara (México) y el Cártel de 
Medellín (Colombia). Las operaciones las dirigía desde la Casa Blanca el 
teniente coronel Oliver North del CSN. Sus delegados en la base militar 
salvadoreña de Ilopango eran los agentes cubanos de la CIA Félix 
Rodríguez y Luis Posada Carriles.
Rodríguez, que se relacionaba directamente con el entonces 
vicepresidente George Bush, lo cuenta en su autobiografía Guerrero de 
las sombras.
Parece ser que existieron unas fotos de Pablo Escobar en Nicaragua 
obtenidas por la CIA y, en el libro de Germán Castro Operación Pablo 
Escobar, el capo colombiano confiesa haberse refugiado en Nicaragua 
gracias a sus conexiones con el gobierno de ese país. ¿Estaba 
involucrado el Gobierno sandinista en alguna de las operaciones del 
Cártel de Medellín? ¿Existía una conexión sandinista?
El Gobierno sandinista rechazó la propuesta de Pablo Escobar para 
utilizar Nicaragua como base de sus operaciones de narcotráfico como 
antes se había utilizado, durante la dictadura de los Somoza. Pero es 
posible que Escobar realizara allí el reabastecimiento de combustible en 
algunos vuelos hacia EEUU. La trama de la CIA con los narcocontras se 
descubrió cuando el ejército sandinista derribó un avión de la agencia 
cargado de armas destinadas a la contra que había despegado de la base 
militar de Ilopango en El Salvador.
Pero si el Gobierno sandinista le permitió a Escobar reabastecerse de 
combustible y refugiarse en Nicaragua, ¿no es suficiente para sospechar 
que recibiría algo a cambio?
Pudo ser un contacto con Tomás Borge, entonces ministro del Interior. El 
propio Escobar contó a un periodista colombiano que su refugio en 
Nicaragua fue por poco tiempo. Que no hubo grandes acuerdos. Y que 
regresó a Colombia al comprobar que el Gobierno sandinista iba a 
entregarlo a EEUU. Es posible que pagara temporalmente por el 
reabastecimiento para sus aviones en ruta hacia EEUU. ¿Fue un negocio de 
Borge, cancelado por el Gobierno sandinista?
La obsesión de Reagan por implicar a los sandinistas en el narcotráfico 
hace muy difícil encontrar un poco de verdad entre tantas mentiras.
"Tocororo", una de sus fuentes bajo seudónimo, asegura que no fue casual 
el encuentro entre los del Departamento MC y una red de narcotraficantes 
de Miami que se encontraba penetrada por la CIA. Al parecer, la CIA y la 
DEA trabajaban sobre las mismas operaciones de narcotráfico, aunque 
tenían intereses distintos, y la CIA terminó desbaratando el plan de la 
DEA. ¿Por qué?
Es posible que la DEA utilizara una red de narcotraficantes de Miami 
para ponerles el cebo del negocio a los oficiales del departamento de 
Tony de la Guardia en el MININT con el conocimiento de la CIA. La DEA, 
que tenía a un piloto infiltrado en el Cártel de Medellín, intentaba 
capturar a Pablo Escobar o a los hermanos Ochoa, los jefes de esa mafia. 
Y la CIA desbarató esa operación al quemar al infiltrado intentando 
utilizarlo para acusar al Gobierno sandinista de complicidad con el 
narcotráfico.
Otra de sus fuentes, "Malanga", atribuye a Antonio de la Guardia 
colaboración con los narcotraficantes a cambio del abastecimiento a las 
guerrillas latinoamericanas. De ser así, las dos redes, la 
"imperialista" y la "revolucionaria" habrían estado armando 
respectivamente a sus partidarios, contraguerrilla y guerrilla, en 
América Latina. Sin embargo, antes me ha dicho usted que no ha 
encontrado pruebas definitivas que abonen tal versión.
Desertores de la Seguridad cubana mantienen esa versión sobre la 
supuesta colaboración en Cuba con el narcotráfico a cambio de 
abastecimiento de armas para guerrillas latinoamericanas. Pero no hay 
pruebas definitivas. Ni siquiera en las acusaciones estadounidenses.
La causa 2/89, que vino luego del procesamiento de Ochoa y De la 
Guardia, incluyó al entonces ministro del Interior, José Abrantes, 
condenado a 20 años de prisión y fallecido en la cárcel de "un infarto 
que pudo ser provocado", según reza en la cronología final de su libro. 
Usted escribe: "Me parece que todo está en Abrantes".
Fidel asegura que Abrantes no fue cómplice de las operaciones de 
narcotráfico de Tony de la Guardia. Por eso no lo incluyeron en el 
primer juicio y lo condenaron en el segundo por negligencia, al no 
enterarse de lo que hacía un departamento de su ministerio. Pero la 
esposa de Patricio de la Guardia asegura que Abrantes le contó a su 
marido, cuando coincidieron en la prisión, que Fidel lo sabía todo 
porque Abrantes le informaba, y que la crisis se produjo cuando Tony 
consintió operaciones no autorizadas por Fidel.
Uno de los desertores de la Seguridad sostiene que Abrantes no estaba de 
acuerdo con las políticas de Fidel pero temía que una conspiración le 
diera el poder en Cuba a EEUU y al exilio cubano de Miami que también 
acabarían con él. Todo está en Abrantes si es cierto que participaba 
simultáneamente en el narcotráfico y en el malestar por los manejos de 
Fidel.
En medio de la crisis del narcotráfico, Abrantes fue enviado por Fidel 
Castro a México para encontrarse con Fernando Gutiérrez Barrios. ¿Quién 
era Gutiérrez Barrios y cuán útil fue esa conversación para Fidel Castro?
Funcionarios de Washington reconocen que Fernando Gutiérrez Barrios fue 
el mediador habitual en entendimientos confidenciales de Fidel con los 
gobiernos de EEUU y México. Gutiérrez Barrios dirigió las guerras sucias 
de la DFS en colaboración con la CIA. Era en 1989 el secretario de 
Gobernación (ministro del Interior) en el gobierno del presidente Carlos 
Salinas de Gortari, también enredado con el narcotráfico.
Gutiérrez Barrios colaboró con Fidel para sacarlo de la cárcel cuando lo 
detuvieron en México mientras preparaba el desembarco del Granma. Y pudo 
ser el gran mediador para resolver simultáneamente las acusaciones de 
narcotráfico contra Fidel y contra los gobiernos de Ronald Reagan y de 
Miguel de la Madrid. A los presidentes de EEUU y de México también los 
relacionaban con los asesinatos de Camarena y Buendía. Se aplicó la 
misma solución en todos los casos: estaban implicados funcionarios del 
Estado en EEUU, México y Cuba pero sin "autorización de los gobiernos".
Al final del primer capítulo de su libro, usted se pregunta, en relación 
con la actitud de los sucesivos gobiernos estadounidenses hacia el 
régimen de Fidel Castro, cuál fue el pacto de 1963, renovado en 1989. 
Antes pregunta: "¿Por qué no se produjo en 1963 la invasión de Cuba, que 
era uno de los objetivos del asesinato del presidente Kennedy? ¿Por qué 
el presidente Johnson ordenó parar las acusaciones contra Fidel Castro, 
cuando todo había sido preparado por la CIA para presentar a Oswald como 
el asesino dirigido desde Cuba? ¿Por qué no hubo una represalia de la 
Administración Bush contra la Revolución Cubana en 1989 cuando tenían 
las pruebas sobre el narcotráfico desde Colombia hacia EEUU a través de 
la Isla?".
Aunque sé que para conseguir un acercamiento a la respuesta de estas 
cuestiones ha escrito todo un libro, me gustaría preguntarle por ese pacto.
Como bien dice, la respuesta a esa pregunta está en el conjunto 
articulado del libro. Se plantea en forma de sugerencia con datos, 
evidencias y opiniones. Acusar a Fidel en 1963 por el asesinato de 
Kennedy habría descubierto los planes de la Casa Blanca para que la CIA 
y la Mafia eliminasen a Castro. Acusar a Fidel por el narcotráfico 
habría confirmado la complicidad de los presidentes Ronald Reagan y 
Miguel de la Madrid con el Cártel de Medellín para financiar a la contra 
nicaragüense y su responsabilidad en los asesinatos del agente de la DEA 
Camarena y del periodista Buendía.
Fidel lo sabe todo. Sobre el asesinato de Kennedy (la CIA y la Mafia 
estaban penetradas por los ojos y oídos del Comandante) y sobre el 
narcotráfico dirigido desde la Casa Blanca. Así que le dieron espacio 
para el silencio.
¿Puede que las operaciones de narcotráfico que involucraron a las 
autoridades cubanas no hayan terminado en 1989? Le pregunto porque diez 
años después, el canciller Roberto Robaina es destituido por "deslealtad 
y corrupción" y una de sus fuentes afirma que Robaina fue un chivo 
expiatorio en otra red de narcotráfico.
Se trata de una fuente secundaria. Me cuenta lo que dice que ha 
murmurado "Robertico": que la relación que le atribuyen con un 
gobernador mexicano condenado por narcotráfico en EEUU era en realidad 
una conexión de Fidel. Pero eso no significa que continuasen después de 
1989 las operaciones de narcotráfico a través de Cuba. Forma parte de 
los manejos mexicanos de Fidel.
Hay mucho humo en las acusaciones contra Robaina por su supuesta 
deslealtad política. Y mucha niebla en su castigo.
A lo largo de su libro menciona  posibles documentos de los que 
podríamos tener noticias en el futuro. Menciona los informes de la CIA, 
las grabaciones incluidas en el sumario de la Causa 1/1989, el 
testimonio de Carlos Aldana, un libro guardado en la tumba de "el rey de 
la cocaína" Roberto Suárez, los documentos que guarda su viuda en un 
banco, el posible testimonio de Abrantes…
Hay que añadir la declaración que podría hacer Patricio de la Guardia. 
Fusilaron a su hermano. Tiene mucho que contar. ¿Tendrá la oportunidad 
de hablar en el futuro?
Y está también Gabriel García Márquez, próximo a Fidel Castro en esos días.
Sí, claro. Cuesta mucho creer que García Márquez no haya dejado 
anotaciones sobre Cuba o incluso algún relato importante para que se 
publique después de la muerte de Fidel.
Usted afirma que Carlos Aldana sigue bajo vigilancia en Cuba "a pesar de 
haber regresado sutilmente desde las tinieblas de su destitución". ¿En 
que consiste ese regreso o esa sutileza?
A Aldana le atribuyen la asesoría para un importante discurso de Raúl, 
poco después del nombramiento de este como presidente. Cuando lo 
destituyeron, Raúl lo mantuvo bajo su protección y lo recuperó en 
silencio para la estructura de la corporación económica de las FAR.
Un capítulo de su libro resume la hipótesis del canadiense Peter Dale 
Scott, en American War Machine (2012), de que Washington se encarga de 
organizar el mercado de las drogas para que sus aliados y sus bancos se 
beneficien. Dale Scott habla de un "Estado profundo" disimulado en el 
Estado público que es el que gobierna verdaderamente. Otros han 
sostenido antes la misma hipótesis: David Wise y Thomas B. Ross en The 
Invisible Government (1974), por ejemplo. ¿Hace usted suyas esas 
afirmaciones de Peter Dale Scott?
Sí, estoy convencido. En American War Machine se estructura 
perfectamente su argumentación con toda la documentación acumulada desde 
que comenzó esa gran mentira de Washington denominada "la guerra contra 
las drogas". EEUU heredó de Francia el negocio de la heroína en la 
guerra de Vietnam y aplicó el modelo con la cocaína para la Guerra Fría 
en América Latina. Después hizo lo mismo con el opio para sus aliados en 
Afganistán.
Los 500.000 millones de dólares que genera anualmente el narcotráfico se 
manejan en su mayoría a través del sistema financiero estadounidense. Y 
también proceden de EEUU los precursores químicos sin los que no se 
podría transformar la hoja de coca en cocaína.
A través de la frontera de México con EEUU se organiza, además, un 
inmenso tráfico de armas. Es un gran negocio y una excusa para 
intervenir en América Latina como con el Plan Colombia.
En un momento de su libro, afirma "A mí lo que me subleva no es 
narcotráfico sino la diatriba con la que el Comandante impone los 
fusilamientos. Sobre todo por lo que tiene de crueldad estalinista". Hay 
quienes condenan a Stalin principalmente por sus asesinatos de 
compañeros de lucha. Para ellos pesan más esos crímenes o son los más 
repulsivos que Stalin cometiera. En el caso de quienes parecen haber 
estado verdaderamente involucrados en el narcotráfico, como Antonio de 
la Guardia, ¿cree usted más escandaloso su procesamiento sin garantías y 
su fusilamiento que las operaciones de narcotráfico que él llevara a cabo?
Reagan utilizó la cocaína desde la Casa Blanca para combatir al legítimo 
gobierno de Nicaragua mediante mercenarios terroristas en una guerra 
clandestina que violaba la prohibición del Congreso de EEUU. ¿No pueden 
hacer lo mismo una guerrilla o un gobierno en defensa propia? Ni lo 
rechazo ni lo acepto. Mi opinión es lo que menos importa. Cada lector 
sacará sus conclusiones.
Pero cuando se acuse a un gobierno latinoamericano de complicidad con el 
narcotráfico, hay que darle el mismo trato que a Reagan. Nadie fue 
condenado y los grandes medios de comunicación aplaudían cuando el gran 
actor consideraba "luchadores por la libertad" a los contras organizados 
por la CIA y financiados con la cocaína del Cártel de Medellín que 
destruían los hospitales y asesinaban a los adolescentes alfabetizadores.
Tampoco importa mi opinión sobre si es mejor o peor el fusilamiento que 
el narcotráfico. Lo fundamental es que el Código Penal solo permitía 
condenarlos a 20 años de prisión. Y la acusación de "delito de 
narcotráfico configurante de traición a la Patria" fue un invento 
perverso para justificar unas penas de muerte previamente decididas por 
razones que sólo Fidel manejaba.
Después de tanto insistir sobre el respeto a la verdad y a la legalidad 
"socialista", Fidel miente en su relato sobre la crisis y viola las 
leyes de la Revolución Cubana.
"La historia no absolverá a Fidel Castro por los fusilamientos de 1989", 
resume en su libro. ¿No cree que la absolución histórica de Fidel Castro 
tiene obstáculos todavía mayores que esos fusilamientos?
Me parece que los fusilamientos del narcotráfico son el gran agujero 
negro en la contradictoria biografía de Fidel Castro porque en su 
actuación se combinaron las que creo que son sus dos peores señas de 
identidad: la pasión por el poder absoluto y la crueldad.
Fidel es imprescindible para la historia de Cuba y de América Latina. En 
su inicial revolución nacionalista estaban ya las tres banderas de los 
que ahora son los mejores gobiernos de América Latina: la defensa de la 
soberanía nacional, la justicia social y la integración latinoamericana.
Cuba representó durante mucho tiempo la dignidad de América Latina. Pero 
el pueblo cubano, Fidel y la Revolución no siempre han sido lo mismo. 
Fidel convirtió una isla en una nación pero se apoderó de ella y, al 
imponer su poder absoluto con la justificación de que resultaba 
imprescindible para defender la soberanía nacional amenazada por la 
voracidad depredadora de EEUU, impidió la libertad individual y el 
desarrollo de un auténtico proyecto cubano de socialismo. Hizo 
falsamente incompatibles la defensa de la soberanía nacional y el 
derecho a la autodeterminación personal. Puede haber democracia sin 
socialismo, pero no socialismo sin democracia.
José Manuel Martín Medem, El secreto mejor guardado de Fidel. Los 
fusilamientos del narcotráfico (Los Libros de la Catarata, Madrid, 2014).
Source: El secreto mejor guardado de Fidel Castro | Diario de Cuba - 
<http://www.diariodecuba.com/cuba/1417162873_11506.html>
 
 
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