La dictadura cubana y la oposición democrática venezolana
¿Cómo actuaría cada una de las partes en una hipotética victoria 
opositora en Venezuela?
Eugenio Yáñez, Miami | 29/02/2012 9:25 am
Hay tantos tan interesados en escuchar lo que desean, que cada vez que 
alguien hace referencia a que una eventual salida de Hugo Chávez del 
poder —por vía electoral o biológica— crearía un escenario tan 
inconveniente para la dictadura cubana que resultaría insuperable, sin 
pensarlo demasiado se lanzan a las calles virtuales a celebrar por 
anticipado el fin del totalitarismo en la Isla.
Sin embargo, aparentemente las cosas no serían tan sencillas. Quienes 
mejor pueden contribuir a delinear ese escenario desde la perspectiva 
democrática anti-chavista no parecen tener los mismos criterios que 
muchos tremendistas de café con leche, arepa y hayacas, o ham and eggs.
El programa que va delineando la candidatura de Henrique Capriles 
Rodonski, líder electo por la oposición venezolana para enfrentar al 
Teniente-Coronel golpista en las presidenciales de octubre, está 
demostrando más sentido común y conceptos de realpolitik que muchos de 
sus alabarderos y detractores que desde Caracas, La Habana o Miami lo 
mismo le llaman "cochino" —repitiendo el insulto de Hugo Chávez— que le 
ven como la gran esperanza blanca frente a la bestia negra del chavismo: 
como siempre, eso de términos medios no tiene mucho que ver con las 
culturas caribeñas, no solamente la cubana.
Decepcionando a muchos duros que sueñan noches de cuchillos largos en 
Venezuela al día siguiente de una eventual victoria de Capriles, un 
asesor suyo, Carlos Romero, acaba de declarar que una nación presidida 
por el candidato opositor no renunciaría a ayudar a "los países más 
pobres como Haití, pero no va haber subsidios para países como Cuba o 
países lejanos como es el caso de Siria".
Lo cual va fijando el programa de Capriles en una imagen de sensibilidad 
hacia los más desposeídos de su propio país y de la región, pero sin 
llegar a la demagogia o el populismo de Chávez, recortando o eliminando 
ventajas otorgadas por condicionamientos ideológicos e intereses 
políticos, como son los escandalosos convenios con Cuba o la "ayuda 
solidaria" a la criminal dictadura siria.
Según una agencia de prensa extranjera en La Habana, un cubano de a pie, 
de 72 años de edad, habría dicho: "Estoy erizado. No quiero ni pensar en 
lo que puede pasar aquí si le sucede algo malo a Chávez. Eso para 
nosotros sería terrible". No está claro lo que este señor quiere decir 
al hablar de "nosotros", si se refiere a la dictadura o al pueblo 
cubano. Porque ¿qué sería lo más malo que podría suceder a los cubanos 
de a pie, que faltara Chávez o que se siga manteniendo en el poder la 
gerontocracia raulista?
Tampoco hay que forjarse ilusiones con las declaraciones del asesor, 
quien en la misma conversación señala claramente la voluntad de 
eliminación de subsidios injustificados, pero no niega en ningún momento 
la posibilidad de relaciones normales con la Isla, criterio que se 
refuerza, sobre todo, cuando señala, refiriéndose a los convenios de 
colaboración médica cubana, que "en principio (…) esos programas van a 
continuar".
Llevando la "solidaridad" a cálculos de relaciones comerciales a precios 
de mercado, cien mil barriles diarios de petróleo, a cien dólares el 
barril, son diez millones de dólares diarios, tres mil seiscientos 
cincuenta millones al año, que el Gobierno cubano debería pagar a 
Venezuela por ese suministro sin subsidios. Si "en principio" van a 
continuar los programas de colaboración médica cubana en Venezuela, de 
las obligaciones de la factura petrolera habría que deducir el costo de 
médicos, dentistas, enfermeras y demás profesionales de la salud, así 
como de entrenadores deportivos y otros profesionales. Chávez declaró 
recientemente que son alrededor de 40.000 colaboradores, que si se 
calculan a un promedio de cien mil dólares anuales, se estaría hablando 
de cuatro mil millones de dólares, suficiente para pagar por el petróleo.
Naturalmente, el escenario sería mucho más complejo, por diferentes 
razones, desde la posibilidad de que el régimen cubano reduzca su 
demanda petrolera a niveles más realistas que la demanda actual basada 
en la "solidaridad" chavista, o que los venezolanos cuestionen el costo 
de la ayuda médica, hasta el hecho de que no puede saberse el número de 
colaboradores cubanos que preferirían "quedarse" en una Venezuela sin 
Chávez o los chavistas, como personas libres y ganando de acuerdo a su 
trabajo, en vez de mantenerse como funcionarios vigilados y abusivamente 
mal pagados por el castrismo.
Todo ello dependería, además, del espacio y alcance que en esa Venezuela 
pudieran desarrollar los "compañeros" de los aparatos de seguridad 
controlando a los "cooperantes" en el país, así como las medidas a tomar 
en La Habana para enfrentar los recortes financieros por la reducción de 
los subsidios, desde abrir la mano a las tímidas reformas de mercado 
hasta apretar las clavijas a niveles de campos de concentración y hacer 
resurgir con mucha más fuerza el llamado "período especial", que 
oficialmente nunca ha terminado ni terminará.
Y todo lo anterior estará en dependencia también del estado de salud de 
los hermanos Castro (cualquiera de los dos), los precios mundiales del 
petróleo, y la actuación de Estados Unidos.
Entonces, ¿qué puede suceder exactamente? No tengo la capacidad de 
predicción requerida para una respuesta contundente en estos momentos, 
ni disfruto de momentos de "iluminación" o visión portentosa como tantos 
tremendistas que de seguro no ven ninguna complejidad en esta situación 
y ya hace mucho rato que tienen la solución en el bolsillo, por lo que 
no dudarán en expresar aquí mismo salidas adecuadas, tanto para la 
oposición democrática venezolana como para el régimen cubano o el chavismo.
Yo me conformo, por el momento, con plantearme preguntas coherentes, 
aunque no tenga las respuestas necesarias. No me interesa para nada 
tener respuestas antes de saber exactamente cuáles son las preguntas.
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