2009-12-15.
Elías Amor, Economista ULC
(www.miscelaneasdecuba.net).- Cuba, uno de los países más pobres en
términos de renta per cápita, según datos de CEPAL, anuncia que empezará
a comerciar con Venezuela a finales de enero en sucres.
Este parece que es uno de los principales acuerdos adoptados en la VIII
Cumbre del ALBA celebrada estos días en La Habana. Los allí reunidos,
firmes en su enemistad con Estados Unidos, piensan que es el momento de
romper con el dólar, y poner en marcha un nuevo mecanismo de
intercambio, denominada sucre, con la que efectuar las importaciones y
exportaciones en el seno del ALBA.
Según el ministro de economía de Venezuela, Alí Rodríguez Araque, unas
exportaciones de arroz de Venezuela a Cuba en la cuarta semana de enero
van a poner en marcha el experimento y Cuba podrá pagar la operación en
sucres si todo marcha de acuerdo con lo previsto.
Tal vez conviene recordar que el sucre es una unidad de cuenta creada
por los países del ALBA, para realizar la contabilidad de sus
operaciones comerciales. Anunciada en la pasada Cumbre de Cochabamba en
octubre, sorprende la rapidez con la que se ha impulsado su entrada en
vigor por parte de Venezuela, país que lidera este proceso. No cabe duda
que las dificultades financieras que Chávez puede estar teniendo como
consecuencia de la evolución de los precios del petróleo, están detrás
de esta prisa desmedida.
De acuerdo con su naturaleza de sistema de compensación regional, el
sucre carece de existencia material, es ajena a los mercados mundiales y
a los tipos de cambio con otras monedas, y en principio, su objetivo es
servir como instrumento para fijar los intercambios por productos o
servicios en el área del ALBA. No obstante, en Cochabamba algunos
dirigentes del ALBA como Evo Morales mostraron su interés en que el
sucre fuera un primer paso hacia una futura moneda común, para la que ya
se propuso otra denominación, el "pacha", palabra aymara que significa
tierra.
Incluso se llegó a comparar el actual proceso con el que llevó a la
creación del euro como moneda única en la Unión Europea, mostrando un
notable desconocimiento de las reglas de juego de la economía y los
intercambios comerciales.
Dejando estas cuestiones, sin duda importantes a un lado, el problema
planteado ahora con Cuba es que el sucre viene a añadirse al resto de
monedas existentes en la Isla, a saber, el tradicional peso cubano,
relegado a las transacciones en la economía racionada y controlada por
el Estado, el CUC utilizado principalmente para acceder a los mercados
agropecuarios y a las tiendas en las que existe todo tipo de bienes y
productos internacionales pero que se deben pagar en esta moneda, y la
pléyade de euros, dólares y otras monedas que circulan con mayor o menor
aceptación en el área próxima al turismo y las inversiones internacionales.
No me cabe la menor duda que los economistas cubanos deben estar
realizando a toda prisa cursos de formación en gestión de cartera de
divisas, con todo lo que ello supone de complejidad e ineficacia.
A todo ese conglomerado de diferentes monedas, que ha provocado quejas
muy extendidas en amplios sectores de la población, con la aparición de
organizaciones de la sociedad civil que claman por la existencia de una
sola moneda, se añade ahora, para el comercio con los países del ALBA,
el sucre.
Antes de continuar conviene señalar que actualmente, el comercio
exterior de Cuba con los nueve países que integran el ALBA presenta
características que merecen ser conocidas.
Así, en primer lugar, las exportaciones de la Isla a estos países
alcanzan, según el Anuario de la Oficina Nacional de Estadística de
Cuba, en 2008, 456 millones de pesos, frente a unas importaciones que
superan los 4.505 millones de pesos. Hay que destacar, por tanto, que el
comercio que representa el ALBA con Cuba, tanto en exportaciones como
importaciones, es marginal en relación con sus cuentas externas.
El comercio con el ALBA en su conjunto es muy deficitario para Cuba con
una tasa de cobertura que apenas alcanza un 10%. En términos relativos,
las exportaciones al ALBA suponen el 12% del total de las ventas de Cuba
al exterior, y las importaciones, incluyendo el peso considerable de
Venezuela, un 31% del total, algo menos de la tercera parte.
No obstante, conviene detenerse con detalle en el análisis de los datos
que ofrece el Cuadro. En concreto, el saldo del comercio exterior de
Cuba con Bolivia o con Honduras es positivo, es decir, la Isla vende en
estos países productos y servicios con un importe superior a lo que
compra. De ese modo, si se excluye Venezuela del cómputo total, el saldo
del comercio exterior cubano con el resto de países del ALBA es positivo
con un importe de 13 millones de pesos en 2008. Desde la perspectiva del
comercio internacional, la posición global de Cuba frente a estos países
es positiva.
Conviene recordar que una de las características de la política
económica castrista ha sido su incapacidad para generar con ventas en el
exterior suficientes recursos para financiar el crecimiento económico
interno. Los datos con el ALBA permiten destacar que esta zona supone
para Cuba unas cifras positivas en su comercio exterior que debe
preservar, hacer crecer y consolidar.
Si hasta ahora esos resultados se han obtenido sin necesidad de inventos
absurdos como el sucre, tal vez conviene preguntarse qué efectos puede
tener para una economía con superávit en sus relaciones comerciales con
otras la entrada en vigor de un dispositivo común de intercambio. En la
medida que el sucre no altere el signo actualmente positivo del comercio
exterior de Cuba su aplicación será lógicamente beneficiosa, pero mucho
me temo que no sea así, y que a la larga, esa mezcla de "solidaridad,
soberanía e independencia del dólar" que defienden desde el ALBA termine
siendo un nuevo problema para la débil economía cubana.
¿UNA MONEDA MÁS? - Misceláneas de Cuba (15 December 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=24807
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