2009-12-06.
Luis Tornés Aguililla
(www.miscelaneasdecuba.net).- Irún, 6 de diciembre de 2009.- ¡En Cuba
sí hay racismo! La República de los Generales y Doctores se fundó
también sobre esa base, aupando un «blanqueo» en la sociedad republicana
auspiciado por los interventores americanos primero, aliados a muchos
autonomistas que fueron la punta de lanza de los intereses foráneos y a
ex partidarios de la España derrotada; y luego, por antiguos mambises
que llegaron al poder al producirse un vacío en el liderazgo de las
filas insurrectas, por la desaparición física de la mayoría de los
líderes naturales independentistas.
En los primeros años republicanos se propició la llegada masiva de
españoles, cuyo número superó incluso al de los llegados a Cuba durante
la Colonia.
Muchos mambises negros - que constituían casi la mayoría de los alzados
en armas en la última guerra de Independencia - no vieron satisfechas
sus ansias económicas, por artimañas culturales aduciendo su ignorancia
académica mientras otros - muy pocos- sí llegaban a altas posiciones.
De los primeros, viene a la mente el Gral. Quintín Banderas, que sólo
obtuvo un mísero puesto en una dependencia oficial del que más tarde fue
cesanteado y finalmente en la Guerrita de Agosto en 1905 fue macheteado
bestialmente por las fuerzas gubernamentales. De los últimos, un ejemplo
es Martín Morúa Delgado quien fue electo presidente del Senado
republicano aunque sufriendo, en ocasiones, desprecios encubiertos como
cuando él fue invitado a una recepción oficial pero no su esposa.
Otro fue el General Generoso Campos Marquetti que había sido elegido
miembro de la Cámara de Representantes, seguido por su hermano Francisco
en 1905.
El General Generoso Campos Marquetti dijo un día «Me apena y me duele
ver a mi país disfrutando con trabajo la libertad conquistada con tanta
sangre y con tantos heroísmos. El término medio de las masas de nuestra
población, ve claro el camino recto por donde Cuba no tardaría en
merecer la admira¬ción y los aplausos del mundo. Pero la nociva
influencia de los revoltosos de otros países, enma¬rañan nuestra
política hasta ha¬cernos caer en un campo de abrojos…..».
El partido de Los Independientes «de Color» fue fundado en 1908 en La
Habana por Evaristo Estenoz, Pedro Ivonet, el periodista Gregorio Surín
y un grupo de partidarios, muchos de los cuales habían sido veteranos
del Ejército Libertador. El propio Estenoz había sido ayudante del
General Quintín Banderas. El Ejército de Cuba masacró a más de 5 000
cubanos negros –cifra no oficial - sólo en Oriente y algunos blancos en
1912 en la guerra conocida como la «Guerrita de los Negros», tras el
alzamiento de Estenoz y de sus compañeros al éstos creer cerrados los
accesos a las posiciones que pensaban se merecían y prohibírseles
–mediante la «Ley Morúa» formar un partido Independiente « de Color ».
( Foto del cadáver de Estenoz)
El Gral. José Monteagudo los combatió ferozmente provocando la muerte a
miles de alzados, mayoritariamente negros e incluso a pacíficos cubanos
negros que no habían participado en la rebelión. Estenoz murió en un
enfrentamiento con las fuerzas del Gral. Monteagudo y al día siguiente
Ivonet fue capturado y mientras era transportado hacia la ciudad de
Santiago de Cuba, un mulato, teniente del Ejército –ironías de la
vida—le aplicó la ley de Fuga –muerto mientras trataba de escapar-
creación de la Revolución mexicana - .
Pero, hablamos de 1912, a casi 100 años de este año 2009 en el que hemos
celebrado con alegría el vigésimo aniversario del derrumbe del «Muro de
Berlín».
Ya en 1933, en la República de Militares y Estudiantes resultado del
derrocamiento del Gral. Gerardo Machado, un nuevo grupo tomó el poder
encabezado por Fulgencio Batista, mulato de chino, taíno y negro.
Sus correligionarios, muchos de ellos negros o mulatos ascendieron en la
escala tanto económica como social, integrándose en su mayoría a una
nueva realidad nacional al amparo (solamente teórico) de la Constitución
de 1940, la cual prohibía cualquier tipo de discriminación racial.
Ello no quiere decir que después de 1933 no existieran en la sociedad
cubana fuertes rezagos de la discriminación anterior puesto que en
algunos lugares privados ésta se practicaba muy sutilmente, incluso es
notorio que a Batista al tratar de entrar al «Habana Yacht Club » le
«tiraron la bola negra» o sea le vetaron la entrada no obstante su alta
posición política y militar.
Estos fuertes rezagos generarían, al pasar de los años, de manera
mecánica y exponencial el racismo palpable en la Cuba de hoy en la que
los esquemas estéticos y culturales dominantes agregados a la realidad
económica de los cubanos negros, conforman una especie de apartheid de
facto, una línea invisible, una comidilla íntima entre gente de buena y
mala compañía porque el castrismo, por oportunismo político y en su
calidad de promotor de la miseria, actuó como neutralizador del proceso
natural de integración de todos los habitantes de la isla en una Nación
única e indivisible.
En este fin de año de 2009, se acaban de marchar de Cuba unos ciudadanos
de Estados Unidos de América que han denunciado la discriminación racial
contra los negros en Cuba y han hecho bien pero nuestro país no tiene la
misma historia que Estados Unidos donde, sin hablar ya de la guerra de
independencia, nunca hubo entre 1861 y 1864, durante la guerra civil
entre el norte y el sur, ningún oficial superior negro o mulato en las
fuerzas de la Unión mientras que en Cuba, después de 1868 hubo generales
y oficiales negros y mulatos con mando y tropas durante las dos guerras
de independencia contra España.
Hoy, a finales de 2009, se agita el problema del racismo en Cuba –cosa
que no es algo nuevo— como el que agita un trapo rojo delante de un toro
y resulta que uno de los impulsores de la campaña es un negro – de
origen jamaiquino-, Charles «Carlos» Moore con una historia de
animosidad racial hacia los «gubanos blancos burgueses» olvidando que
sus propias raíces ideológicas son comunistas con inclinaciones al
maoísmo y olvidando también que sólo vivió en Cuba de 1961 a 1963 cuando
se asiló en una embajada africana, marchó a Egipto donde estudió y
luego, en Francia, colaboró con «Présence Africaine».
Según el historiador Hugh Thomas, Charles Moore fue traductor de Fidel
Castro en el hotel Theresa de Harlem en 1961 antes de ir a Cuba como
traductor de Radio Free Dixie, emisora dirigida por el líder negro
Robert Williams que, a la sazón, vivía permanentemente en el Hotel Capri
de La Habana sufragado por el muy internacionalista gobierno castrista.
Hay unas interrogantes:
¿Por qué esta tardía acusación y condena del racismo en Cuba?
¿Por qué hoy, cuando hasta ayer los llamados «afroamericanos» han
apoyado sin ambages al régimen de Fidel Castro?
¿A qué viene este repentino cambio con pataleo?
¿Estaremos ante motivaciones políticas a largo plazo o ante una
excelente y florentina maniobra del castrismo?
Sea lo que fuere, la doctrina republicana de los cubanos en estos años
en que celebramos el lento pero seguro derrumbe del castrismo, debe ser
la integración nacional por encima del color de la piel aunque la Nación
cubana esté hoy malherida después de medio siglo de traiciones, de
desparpajo colectivo con cobardía y bacanálica entrada a mentiras.
La noción de «afroamericano» es asunto de Estados Unidos.
Nosotros no somos «hispanocubanos» ni «taínocubanos" de modo que la
elucubración de un ente «afrocubano» que muchos enarbolan no corresponde
a nuestra realidad política o sociológica.
Con la misma intensidad, cuando algunos camagüeyanos majaderos hablan
con sorna de la futura «República del Camagüey» - cosa que ni ellos
mismos se creen -, nos cuesta trabajo imaginar que haya gente en Cuba y
fuera de ella aspirando a una Cuba negra con o sin división territorial
(favor de mirar fugazmente en dirección de Haití y Santo Domingo).
Las estadísticas de las que pudiese brotar una minoría blanca sujeta a
una discriminación al revés tienen como base las cifras y las malas
intenciones pero, como bien sabemos, el papel lo aguanta todo y tanto
más que, siguiendo el pragmatismo del señor de Trier (Alemania ), lo
determinante en Cuba será, como en todas partes, un asunto de los que
tengan la capacidad financiera de obrar. El resto es literatura y
alboroto y, por eso mismo, nuestro país necesita ahorrarse las
crispaciones étnicas, raciales o comunitarias lo cual, de paso, quitará
leña al fuego que el régimen dictatorial parece estar preparándonos para
el día de después…..
Debemos prestar una atención especial a aquello de siempre precisar que
en Cuba solamente hay cubanos porque cuando venga el cambio hacia la
democracia, la realidad económica de las familias cubanas no se ajustará
para nada a las esperanzas legítimas de hoy y ello puede provocar
situaciones nefastas e inesperadas.
En una palabra: nunca ha habido odio racial en Cuba como sí lo hubo y
todavía lo hay en Estados Unidos por lo que, aunque sólo fuere por
honestidad intelectual, no debemos aceptar el paralelismo entre la vida
de los «afronorteamericanos» y los cubanos negros. Son dos historias
fundamentalmente diferentes.
En este asunto potencialmente tan grave, los intelectuales cubanos, los
científicos y las personalidades políticas de la oposición al
castrofascismo fuera y dentro de Cuba tienen una responsabilidad
determinante para evitar que Fidel Castro y su tropa no nos dejen, al
morir, una bomba sin espoleta, es decir, una guerra racial injustificada
e irracional .
NOTA: El presente artículo contó con la indispensable colaboración del
Profesor Roberto Solera de Castro.
SOBRE NEGROS, BLANCOS, CETRINOS, TAÍNOS Y CAFE CON LECHE - Misceláneas
de Cuba (6 December 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=24665
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